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Las organizaciones sociales que apoyaron la red de ollas comunes

SOCIEDAD. Distintas agrupaciones solidarias se levantaron en plena crisis para dar una mano a quienes más lo necesitaban. Tres de ellas cuentan su experiencia.
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José Francisco Montecino L.

Marcela Mercado, coordinadora Club de Lectura Rebelde, cuenta que conocen a Jonathan Morales desde hace muchos años. Por lo mismo, cuando comenzó a liderar la olla Félix García en la población Bonilla, en junio del año pasado, acudieron a su llamado.

"Partimos inmediatamente", dice Mercado. Comenzaron a difundir mediante fotografías en las redes del Club, y las personas empezaron a contactarlos para dar su aporte. Y de esa forma, la organización, inició su apoyo a la comunidad que estaba levantando comedores populares.

"La vocación del Club es la Lectura Literaria como una forma de entender los cambios sociales que trajo consigo el estallido social. Y justamente por ello, en junio del año pasado, consideramos indispensable volcarse a apoyar cerca de 15 ollas comunes, dada la crisis social, producto de la crisis política y sanitaria y a incapacidad del gobierno de dar solución al problema alimenticio que surgió", añadió la coordinadora de la organización.

Acudir en ayuda

El club -conformado por 30 personas-, logró conseguir permisos como colaboradores de los comedores de los barrios de la ciudad. Les permitió movilizarse libremente por la comuna en cuarentena, con el objetivo de comprar y transportar alimentos a las ollas comunes.

Mercado detalla cómo es la organización para poder llevar a cabo la tarea, cuatro veces a la semana.

"Contamos con tres automóviles para recolección y entrega de alimentos y aportes. Como se trata de un voluntariado, no tienen disponibilidad total, pero casi. Tenemos tres centros de acopio, que son nuestras propias casas. Aunque, en general, las entregas se realizan de forma inmediata. Además, colaboramos en la realización de roperos en las Ollas Comunes y Liberaciones de libros", indicó.

Despensa popular

En el momento más crítico hubo un peak de más de 90 ollas comunes en toda la comuna de Antofagasta. Un signo del profundo efecto que tuvo la pandemia .

De ahí que surgieran distintos movimientos sociales cuyo fin fue acudir en apoyo a los vecinos más afectados.

Una de esas agrupaciones fue Despensa Popular.

Su vocero, el neurocirujano Víctor Guzmán, explica que la idea es confeccionar canastas con distintos abarrotes, alimentos o útiles de aseo, y luego los venden a través de sus redes sociales.

"El objetivo es vender al menor precio. Nuestro objetivo es reunir dinero y eso lo transformamos en alimentos para donarlos a las ollas comunes, desde donde nos dicen en qué podemos ayudar. Puede ser en carne, verduras, o útiles de aseo", argumentó.

"A veces son muchos los pedidos, estamos hasta las siete de la tarde distribuyendo y juntando dinero. La última vez que tuvimos un gran trabajo fue para el incendio de los campamentos, donde hicimos un "kit sororo", para las mujeres del sector. Recibimos muchas donaciones. Mucha gente quería ayudar, nos fue bastante bien", explicó Guzmán.

El vocero afirma que "la ganancia que tenemos es la retribución de hacerlo, no hay un sustento a largo plazo. Pero hemos durado, al principio pensamos que duraríamos cinco meses, y se ha prolongado por un año", sostuvo.

Cuatro amigos

Javiera Prieto cuenta que la idea de la Despensa Solidaria nació junto a otros tres amigos.

Javiera cuenta que se juntaron luego de recibir una solicitud de una fundación que trabajaba con niños y adolescentes del Sename, y cuyas familias estaban "pasándolo súper mal" producto de la crisis económica.

"Entonces decidimos hacer un proyecto donde nos hicimos cargo de 80 familias durante seis meses, entregándole alimentos cada 15 días", explicó.

La idea, argumenta Javiera, era asegurarles durante ese tiempo la alimentación. El primer paso fue asesorarse con una nutricionista, con el objetivo de armar canastas siguiendo una pauta de alimentación saludable para la edad de cada menor. Contemplaba legumbres, proteínas, carbohidratos, frutas, verduras y lácteos.

Luego de eso, el siguiente paso fue generar recursos. "Fueron un pilar importante. Pedimos que no fuera una donación de una sola vez, sino que se comprometieran a ser socios de la idea, por un periodo largo de tiempo y sostener esto", dice Javiera. "Se inscribió mucha gente. Tuvimos mucha suerte", recordó.

La co-creadora de la Despensa señala que personas con muchos seguidores en redes sociales se entusiasmaron con la idea, y empezaron a difundir más el proyecto. Tuvieron donantes desde todo Chile e incluso el extranjero. "Todo el mundo entendía que la necesidad era latente y transversal al lugar", comentó.

"Nos prestaron un colegio para poder armar las cajas. Además, agregábamos sorpresas, como gorros para las familias en invierno, o en agosto un grupo de amigos recolectaron dulces para el día del niño; también alcohol gel. Siempre fue complementar el alimento", explicó Javiera.

Al cuarto mes, la organización dio pie a otra etapa del proyecto a la que llamaron "Pida no más" que tenía como objetivo permitir a las 80 familias poder comprar lo que necesitaran y pedir lo que quisieran cada 15 días en una carnicería, verdulería y un almacén local de Antofagasta.

Hoy, sin embargo, la Despensa Solidaria no está funcionando.

Javiera explica que cada miembro decidió seguir de manera en otros proyectos. Sin embargo, aclara que "creo que siempre es posible volver. Pero tenemos que dar espacio para que otros se hagan cargo de generar movimientos. Cada uno tiene sus propios proyectos, y nuestro legado fue con nuestros voluntarios. Muchos nunca habían hecho nada social, por redes sociales vio esto y se entusiasmó. Nuestro legado fue decirles 'esto resulta, y sigan haciéndolo ustedes'", indicó.

"La ganancia que tenemos es la retribución de hacerlo, no hay un sustento a largo plazo. Pero hemos durado, al principio pensamos que duraríamos cinco meses, y se ha prolongado por un año".

Víctor Guzmán, vocero Despensa Popular