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Certificado verde turismo

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Es necesario levantar las restricciones para viajes dentro de Chile, en particular a aquellos destinos en donde los parques nacionales y las playa son la base del producto turístico.

Desde el 1 de julio se entrará en vigencia dentro de la Unión Europea -principal polo receptor de turismo mundial- el certificado verde digital, con el objetivo de facilitar la movilidad a todos los residentes de la Unión Europea con propósitos de turismo, durante el periodo estival del hemisferio norte.

En este sentido, el certificado acredita que la persona está vacunada con alguna de las vacunas autorizadas por la Agencia Europea del medicamento, o bien, aquellas validadas por la OMS para uso de emergencia; pero también se otorga a quienes tengan un PCR negativo; o quienes posean anticuerpos luego de haber superado la enfermedad presentando un certificado de recuperación. El certificado verde permite el libre desplazamiento por los países que conforman el bloque europeo sin necesidad de realizar cuarentena al arribo en el destino, disminuyendo la burocracia, facilitando así la entrada hacia los destinos internacionales europeos vía aérea.

Por el contrario, China -el principal polo emisor de turismo mundial- ha decidido postergar su reapertura al turismo internacional producto de rebrotes en algunas ciudades; en tal sentido, China ha lanzado un plan para dinamizar la industria turística mediante el fomento del turismo doméstico, con el objetivo de que los chinos conozcan su propio país y gasten en el mismo. Se espera que la apertura de China al turismo internacional sea el 2022 según informa South China Morning Post. Otros países democráticos como Australia y Nueva Zelanda permanecen todavía cerrados al turismo internacional, apostando por el turismo doméstico.

Pero, ¿Qué esperar para Chile? Los destinos turísticos se encuentran moribundos; la paralización de los viajes ha generado pérdida masiva de empleos, y si el estallido social dio la primera estocada al sector, la pandemia terminó de liquidarlo.

Considerando la contingencia sanitaria actual de nuestros países vecinos, y el comienzo de la temporada invernal que podría agravar la propagación del virus, un plan de reactivación turística debiese comenzar por casa; el llamado es entonces hacia las autoridades. Es necesario levantar las restricciones para viajes dentro de Chile, en particular a aquellos destinos en donde los parques nacionales y las playa son la base del producto turístico. La fatiga pandémica ha sido extenuante y en este sentido, las personas que posean el pase de movilidad y obedezcan los protocolos sanitarios debiesen poder viajar -sin problema- hacia alguno de los destinos sublimes que posee nuestro país. El segundo llamado es hacia los mismos residentes chilenos. Prefiramos los viajes domésticos este 2021, los viajes a Miami y el Caribe pueden esperar; la industria turística local necesita de nosotros para su reactivación, ya no solo con la retórica del chileno de corazón, sino en la práctica.

Académico Depto. Gestión Organizacional UTEM

Patricio Torres Luque

Consciencia ciudadana

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En una sociedad democrática y abierta como la chilena, todos, en mayor o menor medida, debemos esforzarnos por evitar la ola de corrupción que hemos descubierto durante los últimos años. Los políticos que la practican son con toda seguridad los principales culpables, promoviéndola o aceptándola; los sobornadores, como causantes de la misma; los partidos políticos, carentes a estas alturas de la capacidad para combatirla, quienes con demasiada frecuencia se arrogan una autoridad moral inexistente para denostar a sus oponentes; el estamento judicial (jueces y fiscales principalmente), que en muchas ocasiones no ha dado la talla; las instituciones encargadas del control y fiscalización de la actividad administrativa, a menudo negligentes en su tarea; algunos medios de comunicación excesivamente politizados, silenciando o minimizando el fenómeno corrupto; la intelectualidad, poco comprometida con su erradicación; y la ciudadanía en general, tolerante con ciertos políticos corruptos, quizás porque aún no está consciente de que la corrupción al final termina pagándola de su propio bolsillo

Las causas que propician esta perversión pública son múltiples, a saber: la excesiva partidocracia del sistema chileno, con sus imperfecciones y poder nebuloso; la profesionalización de la política, entendida en su peor versión, es decir como el hecho de "apernarse"; o el aún deficiente sistema de financiamiento de las entidades políticas. Otras, muy propias del ámbito municipal, son la crónica insuficiencia de sus recursos económicos; el débil régimen de incompatibilidades legales de alcaldes y concejales; o el deficiente sistema legal de control interno de sus actos económico-administrativos, hoy demasiado evidente.

Pero, por encima de todas las razones mencionadas anteriormente, la causa primera de los males en el sector político nacional es la falta de ética de muchos de nuestros servidores públicos, llegados a la política no por vocación ni espíritu de servicio, ni siquiera por ideología (a pesar de que desde los partidos más ideologizados se hace un permanente mal uso de este concepto), sino por simple y puro interés propio. En términos generales, ética es el sentido o la conciencia de lo que está bien y lo que no, de lo que se ha de hacer y de lo que debe evitarse. Sin embargo, nuestra vida pública está colmada de maquinaciones, intrigas y "trampas" que conducen a las actuaciones reñidas con la moral, que la ciudadanía ha conocido.

Así, los valores clásicos e imprescindibles para las personas que participan de la función pública (imparcialidad, honradez y probidad), han de ser complementados hoy con los nuevos valores de la eficacia y la transparencia, propios de las administraciones gubernamentales del siglo XXI. Difícil tarea para los Constituyentes.

Economista Universidad de Columbia

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josé miguel serrano

La causa primera de los males en el sector político nacional es la falta de ética de muchos de nuestros servidores públicos, llegados a la política no por vocación ni espíritu de servicio, ni siquiera por ideología, sino por simple y puro interés propio.

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