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Mediocridad Política

Dra. Francis Espinoza F. Académica UCN
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Esta semana asumieron los/as ediles de los 345 municipios que existen en Chile, me imagino que con las mismas ganas de gobernar las comunas y hacer una carrera política desde la gobernanza local. No en vano el eslogan del presidenciable Joaquín Lavín es ser el "Presidente con espíritu de alcalde", aun cuando no se entiende si será desde la territorialidad y la resolución de problemas como se aprecia en su campaña televisiva, o que simplemente su gestión se quedará en la estrategia corta y pragmática de las funciones edilicias, tan alejadas de la necesidad de un/a verdadero/a estadista, quien gobierne adecuadamente una nación.

El pragmatismo en política suele asociarse a una tecnocracia, o al gobierno de especialistas técnicos, que, como dirían los franfortianos (Escuela de Fráncfort, 1930), constituye una oda a la 'razón instrumental. Esta característica ha sido observable en los gobiernos de Sebastián Piñera, a quien se le critica la escasa 'motricidad fina política' en su arte de gobernar, algo que también se observa a simple vista en 'Piñera 2', más conocido como Sebastián Sichel.

El exceso de pragmatismo da paso a lo que el sociólogo y médico italiano ítalo-argentino José Ingenieros llamó El Hombre Mediocre (1913). En este obra cumbre, Ingenieros analiza moralmente (no la moralina anticuada de Carlos Peña, por supuesto) la naturaleza humana a partir de dos personalidades: el hombre mediocre y el hombre idealista, y su reflejo en la construcción societaria. El mediocre, a veces asemejado al 'amarillo', es oportunista y acomodaticio, sin personalidad, envidioso, rutinario, ignorante e incapaz de concebir ideas y perseguirlas con pasión , no podría ser un genio, ni un héroe, ni menos un santo, pues es vil, incrédulo y cobarde. El idealista es su antítesis, es original y único, no roba 'tareas' ajenas ni ideas que no son suyas para hacerlas propias; muy por el contrario, sus ideales son de perfección y las defiende con fe, cambiando el pasado por el presente y futuro. Es culto, generoso y dado que su experticia es cualitativa, distingue muy bien entre lo mejor y lo peor, no entre más y menos como lo haría el mediocre.

Pareciera ser que es más posible ver mediocridad en la política que idealismo, y nos preguntamos cuántos/as de nuestros/as representantes (o quienes están en campaña) se constituyen en un u otro espacio. Desde la 'medianía' política observamos que el triunfo de 'los/as sin programa' nos habla de lo deteriorada que están nuestras costumbres cívicas. Un alcalde electo que nos propone un 'Plan 9', de seguro nos está tomando el pelo. Sin embargo, los medios le ponen contenido a la inexistencia de una programación estratégica, levantando desafíos desde una supuesta actoridad local (algunos/as de ellos/as sólo conocidos en sus casas) con la finalidad de dar cuerpo a algo que nunca existió, como diría Ernesto Laclau (2005), el significante vacío. Esto también lo he visto en las universidades, por ejemplo, candidatos/as sin programa que ganan decanaturas, o máximas autoridades repitiendo discursivamente espacios comunes y manoseados. En empresas, los CEOs se leen manuales de frases célebres para hacer 'coaching ontológico' y dar cátedra de liderazgo.

La mediocridad política está asociada al populismo de prometer en campañas electorales, pero sin ningún apego al compromiso, desconociendo que todo acto comunicativo (ilocución o declaración) lleva una promesa en sí que es necesario cumplir (Rafael Echeverría, 1994) . Un vecino que ha vivido mucho tiempo en el extranjero (John) me decía que le sorprendía la capacidad patológica de la mentira en nuestro país. En realidad, me sorprende la escasa madurez para asumir responsabilidades políticas sin haberse leído los descriptores de cargos, la inoperancia política de nuestra institucionalidad a todo nivel, y la escasa empatía hacia una ciudadanía empoderada que exige más. Casi como una Comedia de Errores (Shakespeare, 1594), seguimos reproduciendo las prácticas de país/ciudad tercer mundista (o bananero), culpando a otros de nuestras equivocaciones y hablando en tercera persona para no obligarnos a llevar a cabo nuestras obligaciones político-ciudadanas.

Por ende, es necesario que tanto nuestro alcalde electo junto con los/as concejales nos muestren PÚBLICAMENTE un diseño estratégico del manejo de la pandemia (con la variante Delta ad portas), un plan de reactivación económica y las proyecciones de una ciudad que está en un eterno estallido social, y que requiere una gobernanza política adecuada. Y eso no lo cubre un Plan 9, pero sí un sueño de comuna inteligente, que sabe aprovechar las experticias de su gente y sus recursos.

"Es necesario que tanto nuestro alcalde electo junto con los/as concejales nos muestren PÚBLICAMENTE un diseño estratégico del manejo de la pandemia (con la variante Delta ad portas), un plan de reactivación económica y las proyecciones de una ciudad que está en un eterno estallido social, y que requiere una gobernanza política adecuada".