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A tres décadas de una dura tragedia

La madrugada del 18 de junio de 1991 se mantiene grabada en la memoria de muchos antofagastinos que vivieron en carne propia la fuerza de la naturaleza. Lo preocupante es que Antofagasta vive una desordenada expansión y las casas vuelven a las quebradas arriesgando otra tragedia comunal .
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La madrugada del 18 de junio de 1991, aún permanece intacta en la memoria de antiguos vecinos de Antofagasta. No es para menos. Ese amanecer fue uno de los más duros que vivieron tras el paso de aluviones que sembraron la muerte en diversos sectores de la ciudad.

Nadie estaba preparado. Nadie sabía que algo similar podría ocurrir. Y fueron muchos los que se asombraban y disfrutaban la experiencia de una inusual lluvia.

Bastaron algunos minutos para que de la alegría se pasara a la preocupación. Primero en los sectores vulnerables había anegamiento total de viviendas, en los sectores medios goteras e inundaciones de patios y hasta los sectores más acomodados veían como el agua se filtraba por las calles y llegaba a sus casas.

Pero lo peor estaba por llegar. Refugiados de la lluvia y sin suministros básicos un fuerte estruendo hizo que los corazones saltarán de preocupación. Era el aviso de lo que venía.

Las hoyas hidrográficas de la comuna se habían activado y torrentes de agua bajaban por las numerosas quebradas.

Antes de que se pudiera reaccionar la masa de agua que arrastraba barro y escombros arrasó con viviendas mientras sus moradores trataban de aferrarse a lo que fuere. No todos lo lograron y tras el paso del agua se contaba a casi un centenar de muertos y desaparecidos.

Fue un duro golpe, porque los aluviones fueron altamente destructivos y bajaron por al menos siete quebradas de norte a sur. Los barrios modestos fueron los que más sufrieron por estar asentados en la misma quebrada y por el tipo de construcción de sus viviendas, las que no resistieron la fuerza del agua.

La tragedia dejó enseñanzas. Primero la urgencia de erradicar poblaciones desde las quebradas y la necesidad de construir piscinas decantadoras para evitar nuevos aludes.

Se ha invertido y avanzado en estas medidas. Lo preocupante es que Antofagasta vive una desordenada expansión y las casas vuelven a las quebradas, las piscinas se llenan de basura y escombros como si tentaran al destino a vivir otra tragedia comunal.

Royalty: centralismo y regiones mineras

"El último ejemplo, es el nulo impacto del impuesto específico a la minería en el presupuesto de la Región de Antofagasta". "Por suerte, hoy disponemos de mayor conocimiento científico como para estudiar objetivamente este fenómeno". Fernando Cortez Guerra, Gerente General, Asociación de Industriales de Antofagasta, Dr. Walter Roldán Latorre, Académico de la UCN
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Aluvión: no puede suceder lo ocurrido hace 30 años

La Comisión de Minería del Senado programó, a partir de la próxima semana, seminarios y audiencias sobre el proyecto de royalty, con el objetivo de tener una fundamentada discusión respecto a este estratégico tema para el país, la industria y, muy especialmente para las regiones mineras.

En esta discusión, el profesionalismo es fundamental, porque se estará decidiendo sobre la principal industria del país y motor económico y social de las comunas y regiones mineras y, muy especialmente, de las comunas de la Región de Antofagasta. Un royalty minero debe compatibilizar el objetivo recaudatorio con la sustentabilidad de las inversiones mineras. Si no es así, no sólo no se cumplirá con la recaudación y beneficios sociales pensados, sino que se afectará negativamente la producción, empleo e ingresos de las familias que trabajan en ese sector y sus encadenamientos.

Algunas cifras a tener muy presentes en esta estratégica discusión. A nivel nacional, la minería aporta el 60% de las exportaciones; 14% del PIB (directo); 16% de la inversión; 9 % el empleo (directo e indirecto). Para el caso de nuestra Región de Antofagasta: 52 % del PIB (directo); 61 % del empleo (directo e indirecto); liderazgo en la cartera de inversión minera para los próximos 10 años con US$ 23.630 millones; liderazgo en proyectos en construcción en energía con un monto de US$ 2.672 millones; 900 empresas proveedoras regionales registradas, evaluadas y calificadas en SICEP; el sector portuario, ferrocarril y transporte terrestre, etc. dependen de la industria minera; es decir, todo el aporte a los encadenamientos productivos.

En esta discusión, los actores de las comunas y regiones mineras deben estar presentes. El centralismo y sur de Chile desconocen la realidad minera. Para ellos, la minería suele ser la "vaca lechera" que se debe ordeñar cuando los precios están altos, para financiar obras públicas metropolitanas y subsidios para otros sectores económicos y sociales. ¿Se acuerdan de la minería y de las empresas pymes proveedoras de la minería en los períodos de precios bajos y duro ajuste y, la tasa de desempleo se eleva por sobre el promedio nacional?

La historia tributaria minera demuestra que, cuando los precios están altos, siempre ha primado un interés recaudatorio fiscal nacional. El último ejemplo, es el nulo impacto del impuesto específico a la minería en el presupuesto de la Región de Antofagasta. La inversión pública efectiva promedio, en el período 2001-2005 (antes del impuesto) fue un 3,9% del total nacional y, para el período 2006-2019 (después del impuesto) fue de un 4,2%. Lo que el centralismo suma por impuesto específico lo resta desde otras partidas presupuestarias manteniendo todo tal cual.

Nuestro Norte nos acostumbra a vivencias sin lluvias, pero hay mucha evidencia que las hay y a veces lo hace con características preocupantes porque puede caer mucha agua en poco tiempo. Una lluvia intensa puede provocar fenómenos de remoción en masa, conocidos como aluviones; básicamente un alud que se proyecta sobre la ciudad, como un torrente de agua, barro y rocas con tal energía que puede afectar gravemente a una ciudad, que fue lo que nos ocurrió en Antofagasta hace 30 años.

El Norte de Chile a pesar de su aridez y clima desértico, se ha visto expuesto en numerosas ocasiones a fenómenos de lluvias intensas con potencial riesgo de aluviones; recordemos las lluvias que en marzo de 2015 afectaron a la región de Atacama, generando dantescos flujos torrentosos de agua y barro que impactaron sobre Diego de Almagro y luego en Chañaral.

Los suelos de nuestra ciudad y su entorno desértico son de características especiales, son más bien finos y granulares, con muchos poros y sin cohesión; ellos conforman las cuencas hidrográficas entre los cerros de la cordillera de la costa que se encuentran a nuestras espaldas. Estas cuencas tienen gran superficie y recolectan las aguas lluvias que superficialmente pueden escurrir para caer por las laderas de los cerros en busca de zonas deprimidas proyectándose sobre la ciudad en lo que conocemos como quebradas.

Por suerte, hoy disponemos de mayor conocimiento científico como para estudiar objetivamente este fenómeno que nos permite emular en modelos computacionales el comportamiento de las cuencas, de ello evaluar el arrastre de los flujos de barro para diseñar adecuadas obras de mitigación.

Parte de estas obras se encuentran ya en condiciones de proteger a la ciudad; no obstante, la ciencia y las obras por sí solas no bastan sino se acompañan de la comprensión de los riesgos desde la propia ciudadanía, hacia donde fluyen todos los esfuerzos por protegerla.

Actualmente hay familias viviendo sobre las mismas piscinas de decantación de las obras aluviales que se hacen en la ciudad; otras se han emplazado en las mismas zonas donde todos los estudios indican que por ahí bajará el aluvión si ocurre uno nuevo. Esa situación real, nos indica que tenemos problemas como sociedad aún por resolver.

Esa comprensión se logra con educación, la más amplia posible en aquellos que tienen la responsabilidad de sus familias; otros, tienen responsabilidad de proveerla en justicia. Por sobre todas las apreciaciones posibles son personas a las cuales hay que considerarlas y proteger.

Los nuevos conocimientos científicos sobre aluviones, todo esfuerzo país y de comunidad no tendrán valor si ocurre una próxima lluvia intensa y ellos aún se encuentran ahí.