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El primer año de vida de la generación nacida durante la pandemia del covid

SOCIEDAD. Han tenido que pasar su primera etapa en este mundo encerrados junto a sus padres, quienes cuentan que sus hijos ya comienzan a necesitar de la interacción con terceros. "Es un panorama para ella bajar a conserjería a buscar algo", dice una de las madres. Tres familias relatan su experiencia.
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José Francisco Montecino L.

Después de tener a Trini, el plan de Jeannete Hernández consistía en viajar hasta Talca, donde viven sus padres y su otra hija, de 13 años. Quería pasar ese momento con ellos, disfrutar el pre y posnatal juntos. "Soy la única con mi marido, Andrés, que vivimos acá en Antofagasta", comenta.

"No fue así". Comenzaron a implementarse las restricciones para movilizarse. La pandemia por el covid-19 ya había comenzado en el país y también en Antofagasta. "Todo fue súper triste. No podía estar con familiares el día del parto. Solo Andrés pudo entrar, afortunadamente", comenta.

Trini nació el 28 de mayo del año pasado. Recién a los cinco meses, los papás de Jeannete conoceron a su nieta, luego de una visita a Santiago para ir al médico.

"Para mis papás conocerla fue muy emocionante, pero tuvieron que mantener una distancia. La niña no los conocía. Tuvieron que ganarse de a poco su confianza", cuenta Jeanette, y agrega que lo mismo ocurrió con su suegra. "Trini lloró. Mi suegra con harto mérito hizo que la niña le tomara confianza", relata.

Los efectos de crecer en aislamiento en Trini también se visualizan en otros momentos. Su madre cuenta que, cuando ella o el papá abren la puerta del departamento para sacar la basura, la niña grita de felicidad. "Es un panorama para ella bajar a conserjería a buscar algo. Como que fuera algo grandioso", comenta la madre.

Y aun cuando la pareja tomó todos los cuidados necesarios para evitar contagiarse, de todas formas contrajeron covid-19, en abril de este año. Trini también se contagió. Andrés, quien trabaja de forma presencial, contrajo el virus en la empresa. Al poco tiempo, todos empezaron a presentar síntomas.

"La niña andaba decaída. De a poco empezaron sus síntomas", dice Jeannete, y comenta que actualmente se mantiene vigilando cualquier cambio de salud de su hija, por miedo de que pueda contraer PIMS.

Jeannete dice que junto con Andrés intentan entretener a Trini de algún modo. "Dije que a mi hija no le pondría tanta televisión, pero a veces es la única forma de que ella se distraiga. No es tan simple ahora sacarla a dar una vuelta", explica.

"No la llevo al parque, porque me da miedo, van muchos niños. Me da la impresión de que puede estar todo contaminado. Tampoco la llevo a actividades sociales. Preferimos mantenernos al margen para evitar todo tipo de cosas que expongan a la niña", concluye.

"Mi papá la miraba de lejos"

Carolina Lara recuerda que mientras esperaba a su hija, durante enero del año pasado y cuando el estallido social se encontraba en una especie de "calma", escuchaba la noticia de un extraño virus que estaba apareciendo en un lugar lejano a Antofagasta.

Durante los últimos meses de gestación, sin embargo, ese extraño virus ya estaba en el país y también en la capital regional.

"Había una noticia que era positiva, en el sentido de que era algo que anhelábamos, que estábamos esperando. Pero a la vez había incertidumbre. Te preparas para un proceso normal. Pero nadie nos preparó para vivir el proceso de parto en una pandemia", comenta Alejandro Rodríguez, el papá.

Finalmente su hija nació el 23 de abril del año pasado. Carolina dice que "el primer miedo real que sentí fue cuando saqué a mi hija de la clínica por primera vez. Me dio terror tomar un Uber para irme a la casa de mi mamá".

La pareja ya había decidido de antes irse por un tiempo a la casa de los papás de Carolina. "Como tuve una cesárea, mi mamá me dijo que era importante tener el apoyo de otras personas", explica.

Sin embargo, los abuelos no querían acercarse a la nieta, por miedo a contagiarla. Carolina cuenta que debía ser una situación urgente para que su mamá tomara a la niña en brazos. "Mi papá llegaba del trabajo y tampoco la quería tocar, la miraba de lejos. Era chistoso", añade.

Posteriormente, la pareja volvió a su departamento, donde limitaron cualquier visita. Alejandro dice que solo salían para ir a los controles pediátricos, y su hija iba en un coche que traía una protección que solo dejaba las ruedas descubiertas.

"No había otra modalidad que nos diera la seguridad", dice Rodríguez.

Alejandro dice que "teniendo un año y un mes, cuando ve a otro niño o niña, lo que más quiere es interactuar. Necesita esa socialización".

Sobre esto, Carolina agrega que "mi hija con suerte ha visto niñitos cuando va al doctor. Los queda mirando, y sonríe".

"Ahora que está aprendiendo a caminar, me encantaría llevarla a la plaza a que juegue, que vea a los niños gritar y correr. Pero me da miedo, porque podría contagiarse de algo. Me da terror que, al no saber hablar todavía, no me puede decir si le duele algo", argumenta Carolina.

"Solo por videollamada"

Celia Bravo cuenta que su hija vivió un tiempo sin la pandemia. Si bien tenía fecha de nacimiento para fines de marzo del 2020, nació prematura el 23 de febrero. "Por cierta parte agradecimos junto a Rodrigo, mi pareja, que naciera prematura y no justo con el coronavirus, con la clínica llena de pacientes contagiados", dice Celia.

Luego del nacimiento, todo se hizo difícil, dice Celia. Los dos padres eran primerizos. Todo esto en el contexto de la crisis del covid-19. La mamá comenta que llevarla al pediatra era complejo, debido a que no sabían cómo protegerla: "Todo era incierto. Teníamos miedo de que se contagiara".

Igual que muchos otros papás y mamás, Bravo nunca imaginó que estarían encerrados, sin que su hija pudiera ir al parque, conocer a sus abuelos o tíos.

"Solo por videollamada los veía (a sus familiares)", explica Celia, pero agrega que su hija no entendía mucho debido a su corta edad. Cuando podían, pasaban por fuera de la casa de los abuelos, quienes desde afuera del auto veían a su nieta.

Celia cuenta que así estuvieron los primeros seis meses de vida de su hija. Junto a Rodrigo solo salían al pediatra para los controles de la menor.

"Aprendimos a ser papás en pandemia. Fue difícil", enfatiza Celia. "Los dos solitos no más. Si teníamos dudas, llamábamos a alguna amiga que tuviera hijos, a mi mamá o papá para preguntarles qué debíamos hacer", agrega.

A los nueve meses, luego de un control médico, los papás decidieron llevar a su hija al Parque Brasil. Con toallitas desinfectaron los juegos. Celia recuerda que su hija, en ese momento, "fue feliz. Fue gratificante para nosotros. Pero me dio entre felicidad y angustia, porque se ha perdido todas estas cosas".

Bravo cuenta que cuando su hija ve niños de su edad, "habla en su idioma" y se pone feliz. "Quiere jugar y estar con ellos. Y no puede. Ella no entiende esto de la pandemia, que debe mantener la distancia".

En las últimas cuarentenas en Antofagasta, Celia cuenta que su hija ve a través de "un ventanal grande hacia la calle. Ve la gente pasar. Habla, hace señas. No sé qué pensará. Tal vez por qué estamos tan aislados".

"Un ventanal grande da hacia la calle. Ella ve la gente pasar. Habla, hace señas. No sé qué pensará".

Celia Bravo, su hija nació durante, la pandemia