La nueva era
"Como siempre los sondajes y encuestas publican sus pronósticos, pero si tenemos en cuenta los movimientos sociales desde el 18 de octubre, ha sido muy difícil de prever el comportamiento de los chilenos".
Antofagasta, desde sus inicios, es decir hace lustres, vive al ritmo de la política. En nuestra reciente historia local, el aspecto político de la ciudad se manifestó, el estallido social tuvo acá expresiones de una inusitada violencia, al mismo tiempo que la participación ciudadana fue multitudinaria comparando al pasado reciente en términos electorales.
Lo anterior, dejaba presagiar una importante participación en elecciones posteriores, siguiendo con lo que sucedió al momento de pronunciarse mayoritariamente por el apruebo. Lógicamente, esa dinámica participativa también se esperaba en estas elecciones municipales.
Se debe adicionar a lo anterior, las turbulencias habidas en la Municipalidad desde hace varios años y que se mantuvieron hasta muy recientemente y que terminaron en el caso de la alcaldesa Karen Rojo en los tribunales de justicia, lo cual dejo fuera de juego a una importante figura de la derecha y hizo crecer los apetitos electorales de los unos y de los otros.
Concomitante a aquello, debemos tomar en consideración el contexto general. Una de las consecuencias de la pandemia, a nivel político, es el desplazamiento del debate político hacia las redes sociales. En sí, este no sería un verdadero problema si el debate pudiese realmente realizarse, pero las fórmulas de estas plataformas solo permiten, en muchas oportunidades, vociferar, lanzar anatemas a todo el mundo para obtener cada vez más like o algún comentario de apoyo.
Otra de las consecuencias, es el término abrupto de las manifestaciones resultantes del estallido social, las cuales eran autoconvocadas y carecían de una organización que hubiese permitido la continuidad de las acciones durante los periodos de confinamiento. Como era de esperarse, muchos de los candidatos a un cargo electivo, hoy se dicen los herederos del estallido social y de todas las reivindicaciones que se hicieron sentir. Nadie se reconoce entre los culpables de la situación en la cual se encuentra nuestro país, es más, son los mismos personajes anteriores que aparecen con nuevos ropajes como candidatos.
También asistimos a un fenómeno, que, si no es nuevo, en estas elecciones se ha hecho más frecuente. La aparición de candidatos independientes que no son independientes, de independientes que son aventureros en política y que fácilmente podríamos calificarlos de populistas. Asquerosamente populista y carente de fondo político en el sentido más noble de la palabra.
Como siempre los sondajes y encuestas publican sus pronósticos, pero si tenemos en cuenta los movimientos sociales desde el 18 de octubre, ha sido muy difícil de prever el comportamiento de los chilenos, sobre todo en lo que respecta a las elecciones.
Dada las condiciones que todos conocemos, estas elecciones tienen un carácter bien particular, no solo por las consecuencias políticas a corto y largo plazo, también lo es debido a la situación sanitaria que vivimos desde hace más de un año.
Las elecciones no son algo virtual, como algunos candidatos lo creen, es la realidad. La cruda realidad. Este fin de semana, las urnas ya entregaron su veredicto. Inventarse enemigo de papel, victimizarse y manipular como niño asustado y mimado, publicitar en todas las plataformas posibles e imaginable cualquiera de sus acciones e intervención no será suficiente. Y sobre todo no permitirá mantenerse en el poder. Probidad, transparencia y efectividad serán las palabras claves.
Cristián Zamorano
Doctor en Ciencias
Políticas