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Marta y sus ganas de comer Falta de acuerdos en Convención Constitucional

"El hambre de la empresa por una cajera comprometida y entusiasta y las ganas de comer y crecer de Marta. Hagamos el match". "El Proceso Constituyente establece que el rechazo en el plebiscito de salida mantiene vigente la Constitución actual". Ricardo Délano, Director de Fundación Emplea, Pedro Díaz Polanco, Director de la Escuela de Administración Pública, Universidad Austral de Chile
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Mujeres, jóvenes, migrantes y adultos mayores son los más perjudicados por la catástrofe del empleo en Chile, provocada por la pandemia. Y ni los retiros de fondos de pensiones ni las ayudas del Estado han atacado el problema mayor: el crecimiento de la población inactiva a causa de la crisis.

Las políticas para apoyar a las empresas y al empleo, son para el sector formal y dejan fuera a los trabajadores informales. Muchas personas -sobre todo mujeres- que lograban con trabajos precarios escapar de la vulnerabilidad y la exclusión, hoy se han visto arrastradas a la pobreza.

En este contexto, Marta, con 50 años, hijos criados, tiempo libre y la latente esperanza de trabajar como cajera en un supermercado de Antofagasta, donde ha vivido toda su vida, ve que su ideal laboral, que antes parecía difícil, ahora se vuelve imposible.

¿Por qué tan imposible?, se preguntará el que no conoce la realidad de los inactivos potenciales, grupo que se duplicó a causa de la pandemia y que está constituido en un 70% por mujeres. Hablamos de personas que, como Marta, no saben cómo redactar un currículum, cómo presentarse, vestirse y qué decir en una entrevista de trabajo.

"Hagamos la pega: Propuestas para activar laboralmente a los grupos más excluidos", es una radiografía, hecha por Fundación Emplea y Espacio Público, de cómo la pandemia ha golpeado aún más a los inactivos, pero es sobre todo un conjunto de propuestas para estimular el empleo entre estos grupos mediante políticas públicas de intermediación laboral.

¿Qué significa esto de la intermediación? Lo mismo que en el caso de un alto ejecutivo que se queda cesante se llama elegantemente outplacement. Es decir, que alguien le ayude a encontrar el mejor puesto de trabajo posible, ajustando su perfil a las necesidades de una empresa o empleador. La intermediación laboral permite que se encuentren los que se necesitan, laboral y productivamente hablando. Y eso es lo crucial. Hasta ahora el SENCE pone la mayoría de sus fichas (y presupuesto) en la capacitación como solución universal a los problemas de empleabilidad de las personas.

En Emplea sabemos que lo primordial es vincular a Marta con el supermercado donde sueña con ser cajera. Ella no necesita un curso para ser cajera; necesita la oportunidad de serlo, apoyada por un sistema de intermediación que fije las reglas de la relación laboral. Hoy, sola y desorientada, Marta sólo atina a poner un aviso en el diario mural del mismo supermercado donde aspira a trabajar a ver si alguien lo ve. Mal. Desconoce que en su municipio hay una oficina de intermediación laboral (OMIL). No sabe y no tiene cómo saberlo. Aquí aplica ese antiguo refrán que habla de juntar el hambre con las ganas de comer. El hambre de la empresa por una cajera comprometida y entusiasta y las ganas de comer y crecer de Marta. Hagamos el match.

Uno de los temas que poco se ha abordado de cara a lo que es el proceso constituyente es el efecto del quórum de 2/3 que se requiere para alcanzar los acuerdos. Al respecto, lo primero que he de señalar es que considero que el quórum es pertinente, ya que es lo que se exige actualmente para modificar algunos de los Capítulos de la actual Carta Magna. Sin embargo, estoy en completo desacuerdo respecto al método electoral con el que se elegirán los Convencionales Constituyentes, lo que produce una serie de efectos que me invitan a calificar al proceso como uno que está deslegitimado desde su origen.

En virtud de lo que es la aplicación del método D´Hondt, como mecanismo electoral que se utilizará para elegir a los convencionales constituyentes, resulta muy complejo que algún sector político alcance la mayoría de 2/3, siendo casi imposible que ese quórum sea logrado por las candidaturas verdaderamente independientes.

Al respecto, los defensores del modelo suelen señalar que la exigencia de este quórum fortalece a la democracia, ya que obliga a los convencionales constituyentes a abrir sus posiciones y así lograr acuerdos. Sin embargo, y a partir de lo que han sido las campañas y los argumentos que se presentan para solicitar los apoyos, así como el comportamiento histórico de la mayoría de los partidos políticos, resulta previsible que algunos temas a analizar -y que están en el centro de las reivindicaciones ciudadanas evidenciadas en el Estallido Social- se presenten como muy complejas de acordar, no lográndose su constitucionalización.

De esta forma, y en el caso que algunos de estos acuerdos no se materialicen y que la nueva Constitución termine siendo aprobada en el plebiscito de salida, estos temas quedarán abiertos para ser legislados como Ley simple, lo que -en esencia- genera problemas que son de fondo, tales como el descontento que pudiera provocar en buena parte de la ciudadanía el hecho que sus reivindicaciones no fueron constitucionalizadas; la emergencia de candidaturas populistas que prometerán plasmar dichas reivindicaciones en leyes simples; y que temas tan importantes -y que pudieran ser de tipo estructural- queden sujetos a una mayoría legislativa circunstancial.

Algunos lectores podrán preguntarse ¿por qué se terminaría aprobando una Constitución que no responde a las expectativas ciudadanas? Y la respuesta es sencilla, el Proceso Constituyente establece que el rechazo en el plebiscito de salida mantiene vigente la Constitución actual.

De esta forma, y atendiendo a que el 80% de los votantes del plebiscito de octubre de 2020 señaló que quieren una nueva Constitución, entonces ese porcentaje quedaría "secuestrado" ante el "dilema" de aprobar una mala nueva Constitución o mantener la actual.

Atreverse: el modo es el mensaje

"Necesitamos esa transformación de modo urgente: para ello hay que atreverse a confiar y dialogar."
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Estamos frente a uno de los mayores desafíos colectivos de nuestra historia: una pandemia que cobra miles de vidas y que nos deja la herencia de un país de dolorosos rezagos en pobreza, educación, ingreso, salud entre otras dimensiones significativas de la experiencia humana.

En nuestra experiencia trabajando junto a comunidades que enfrentan la pobreza y la injusta desigualdad que caracteriza a nuestro país, sabemos que la clave para construir y avanzar es la confianza, la colaboración y la participación conjunta en las decisiones. Esta clave requiere diálogo profundo, y la empatía que el contacto honesto provoca.

Colaboración, diálogo y confianza fueron máximas que nos permitieron poner en marcha una gran alianza, el Fondo de Respuesta Comunitaria, que levantamos junto a decenas instituciones convencidas de hacer la diferencia. Esta alianza se puso al servicio de proyectos levantados por las comunidades para enfrentar los efectos de la pandemia, potenciando sus activos comunitarios, descentralizando recursos económicos para impulsar más de 200 proyectos que respondieron a necesidades de alimentación, abastecimiento de agua, acceso a la educación y salud mental. Este apoyo permitió que cada iniciativa, vital y necesaria en esta pandemia, se mantuvieran firme durante el periodo más exigente de esta crisis y estuvieran junto a sus vecinos dando comida, conexión, aliento y esperanza.

No esperábamos vivir lo que hemos vivido estos meses: la enfermedad y la muerte, el hambre, la soledad y la profunda inequidad que han venido asociados a la pandemia por covid-19. Pero estas crisis que remueven pueden ser también una oportunidad de transformación.

En tiempos convulsos como estos, el modo de hacer es el mensaje. En un país que manifestó por amplia mayoría querer discutir y decidir en conjunto qué sociedad queremos construir, qué derechos debemos garantizar, qué futuro vamos a impulsar, hemos tenido la oportunidad de vivir una enorme experiencia de colaboración y transformación colectiva. Una vez más las agrupaciones de la sociedad civil pueden construir un puente articulado por donde la ayuda pueda llegar a cada persona de una comunidad restaurando el sentido de dignidad, que vivir en pobreza y exclusión socava en un gran número de chilenos y chilenas, y también sumar a comunidades excluidas al diálogo más importante de nuestra historia.

Los proyectos que hemos visto y tantos otros que sabemos han ocurrido en miles de lugares de nuestro país, han mostrado la vocación de hacer las cosas bien, de no confundirse en el medio de una crisis de desconfianza que se arrastra por tanto tiempo y poner en el centro la solidaridad y la empatía.

Enfrentamos desafíos gigantescos. No solo tendremos que reorganizarnos en una nueva Constitución, también tendremos que recuperarnos social y económicamente y reconstruirnos en cuanto a las confianzas perdidas. Todos caminos que tomarán tiempo importante y que sí o sí debemos recorrer colectivamente.

El modo es el mensaje, y el mensaje es que existe un profundo anhelo de una sociedad que sea más justa, pero también más fraterna. En nuestra sociedad polarizada y fragmentada, justicia y fraternidad no son ni valores ni experiencias habituales, pero necesitamos esa transformación de modo urgente: para ello hay que atreverse a confiar y dialogar. Se requiere valentía para la transformación que nuestro país necesita.

Catalina Littin

Directora ejecutiva Fundación para la Superación de la Pobreza

Arturo Celedón

Director ejecutivo Fundación Colunga