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Comunas con "rezago social"

La Subdere considera que en siete de las nueve comunas de la región existen brechas importantes o condiciones de aislamiento que merecen atención. Campamentos, educación, salud, acceso a vivienda, áreas verdes, aislamiento territorial, tejido o cohesión social, son aspectos deficitarios en la región y afectan las opciones de miles de personas.
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Siete comunas de la región fueron identificadas por la Subdere como zonas susceptibles de ser declaradas "socialmente rezagadas" en un documento enviado la semana pasada a los intendentes del país.

Para tener esta calificación, se evalúan principalmente las condiciones de aislamiento, brechas sociales y pobreza de los territorios, en función de datos obtenidos de la Encuesta Casen del 2017 y otros estudios, por lo que no contempla los sucesos posteriores a las movilizaciones sociales de 2019 o la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia.

De acuerdo al documento, las comunas de la región susceptibles a ser declaradas zonas en riesgo social son Antofagasta, Sierra Gorda, Taltal, Ollagüe, San Pedro de Atacama, Tocopilla y María Elena. Sólo Calama y Mejillones escapan a esta condición, según Subdere, lo que por supuesto llama la atención.

A nivel nacional son 135 comunas con rezago social. En números netos, Los Lagos encabeza con 16 de comunas, pero proporcionalmente es la región de Antofagasta la más afectada, con siete de sus nueve comunas, incluyendo a su capital.

El informe no ahonda en los elementos que pesaron en esta determinación, pero se pueden inferir algunos.

La gran cantidad de campamentos, las brechas en educación, salud, acceso a vivienda, áreas verdes, aislamiento territorial y la carencia de tejido o cohesión social, son aspectos que se dan en la región y que tienen por sí solos un peso específico, que varía en cada comuna.

La identificación de siete comunas de la región como zonas de rezago constituye un potente llamado de atención respecto a las carencias que como región aún nos falta abordar, y es también un desafío ineludible para los próximos gobernantes.

No hay que olvidar que en sólo dos semanas estaremos eligiendo nuevos alcaldes, concejales, constituyentes y al gobernador regional; y a fin de año renovamos parlamentarios y Presidente.

Estos datos liberados por la Subdere nos dan un golpe de realidad y nos obligan a pensar en la necesidad de planes y recursos para mejor la calidad de vida en nuestras ciudades, sobre todo hoy, que la pandemia ha profundizado las carencias preexistentes.

¿Es posible cero Covid?

"Entre todos, sí es posible materializar una esperanza de estar libres de Covid". Osvaldo Artaza, Decano Facultad de Salud y Ciencias Sociales, Universidad de Las Américas
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Desde sectores académicos y políticos se ha iniciado un debate sobre la viabilidad en nuestro país de medidas, que más que mitigar los efectos del Covid-19, apunten a erradicar los contagios. La respuesta es que sí es posible, ya que hay países que están cerca de lograr escenarios libres de Covid.

Intentar erradicarlo es un deber ético, ya que la pandemia con toda su estela de dolor, muerte y perjuicio económico, podría seguir dañando por mucho tiempo más, debido a la lentitud con que se está vacunando en muchos países y a la aparición de nuevas variantes. Ante el enorme impacto personal, familiar y social que la pandemia está y seguirá generando, es clave desarrollar condiciones que abrevien esta situación.

La estrategia para ello es conocida y sólo posible si todos los actores, gobierno, políticos, empresarios y ciudadanía, concuerdan actuar decidida y conjuntamente en varios ámbitos de manera simultánea e interdependiente, superponiendo medidas sinérgicas -usando el reciente ejemplo de Espacio Público- como "los agujeros de un queso suizo". Las principales son: medidas suficientes y oportunas de protección económica y social, que al asegurar el sustento eviten desplazamientos y den efectividad a las cuarentenas; disponer de pruebas rápidas y alcanzar máximos niveles de trazabilidad y aislamiento temprano; apoyar a la atención primaria, a las propuestas locales y el involucramiento comunitario, que contribuyan a comunicar el riesgo y a desarrollar prácticas con sentido de bien común; mantener un estricto control sanitario de nuestras fronteras, y promover la vacunación en nuestro país y el acceso universal a ellas en todos los países.

Solo así, como se ha señalado "podremos honrar a quienes han fallecido, agradecer a quienes han estado en la primera línea y recuperar nuestra tranquilidad emocional, física, familiar y laboral". Entre todos, sí es posible materializar una esperanza de estar libres de Covid. Quizás eso, el actuar conjuntamente, es lo más difícil para nosotros ahora dados los múltiples intereses en juego y la polarización política y desconfianzas existentes.

No superar ello, nos seguirá costando mucho dolor. Justamente por eso, se hace más urgente apoyar toda iniciativa que vaya en línea de generar acuerdos que nos permitan la efectiva erradicación del virus.

Clases sin rostros

"La cámara apagada, el micrófono silente, además son un óbice para los vínculos de confianza, que privan al interesado del trabajo colaborativo". Manuel Dannemann Correa, Director de Educación, Red Educacional Magister
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¿Las cámaras apagadas o encendidas? Apagadas, ¿por conectividad y equipamiento; temor a las burlas, invasión del espacio personal? Hay rostros encendidos y otros apagados, con el nombre del usuario flotando en negro. El asunto es complejo. ¿Deberían los alumnos prenderlas toda la clase o encenderlas para saludar al inicio? ¿Influye en el aprendizaje?

Las clases en modalidad online requieren de particular esfuerzo para todos los involucrados, profesores, alumnos y familias. La cámara abierta es la prolongación de los propios sentidos en la comunicación viso auditiva. Cuando se apagan, imagen y audio, se hace imposible la verificación del aprendizaje. El estudiante queda entregado a su suerte, en comprensión y feedback. Lo que hoy es duda, información incompleta, mañana puede alcanzar la mayor de las ignorancias. Organismos mundiales nos advierten de las brechas que es posible proyectar en las generaciones de estudiantes COVID.

La cámara apagada, el micrófono silente, además son un óbice para los vínculos de confianza, que privan al interesado del trabajo colaborativo, el intercambio de aprendizajes. Las experiencias significativas no dependen exclusivamente del profesor, cuentan con todos los participantes. Encender la cámara es una señal de querer ser parte de esa experiencia. Sujetos a lo online el lenguaje no verbal asume un rol mayor. La mirada, el gesto, la atención son actores centrales.

También está la sobreexposición de las pantallas. La fatiga del zoom; el efecto espejo de mirarse largamente en una cámara; la exigencia emocional del manejo en tiempo real de la tecnología; la dependencia de los más pequeños; la cantidad de contacto visual se multiplica; el cerebro trabaja el doble para enviar y recibir señales. Existen prácticas para orientar a los alumnos frente a esto.

Hay situaciones complejas en conectividad y equipamiento, ajenas a la voluntad. La tecnología tiene medios para resguardar la intimidad. Los colegios cuentan con recursos para gestionar la convivencia, sobre todo cuando escuela y padres trabajan coordinadamente. Durante la pandemia la educación, en conjunto con la tecnología, han trabajado y diseñado con celeridad metodologías para gestionar los sistemas híbridos. A las políticas públicas les cabe la tarea de apoyar con programas y recursos a las familias para salvar la brecha digital. Tremenda responsabilidad la de aquellos hogares sin dificultades en la materia.

Es el tiempo de las comunidades educativas. Ellas tienen mucho que aportar para que las cámaras se enciendan. Para que los estudiantes sin rostro, limitados por situaciones externas o por su propia voluntad, puedan conectarse y participar activamente. Una pantalla negra se recibe como ausencia, una abierta es la puerta para entregar, aún con las limitaciones actuales y los esfuerzos ignotos de tantos profesores, la mejor antesala posible a la presencialidad que anhelamos.