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Variantes brasileñas de covid-19 y su amenaza sobre Latinoamérica

PANDEMIA. Según expertos, estas cepas constituyen un especial riesgo, por la crítica situación de los hospitales y lo difícil que es mantener restricciones.
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Efe / Redacción

Una alta transmisibilidad y su capacidad de afectar a personas más jóvenes explican en gran parte la amenaza que representan para América Latina las numerosas variantes del covid-19 surgidas en Brasil, en opinión de especialistas y autoridades sanitarias.

Lo anterior, en un contexto de países con altas tasas de contagio y con redes asistenciales al límite de sus capacidades.

Solo en Brasil se han detectado al menos unas 92 variantes del coronavirus, de las más de 900 descritas en el mundo y el avance de esas mutaciones ha hecho que Sudamérica siga siendo "el epicentro de la pandemia", según dijo el viernes la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa Etienne.

"Las variantes altamente transmisibles se están propagando, y las medidas de distanciamiento físico ya no se cumplen de forma tan estricta como antes. Como resultado, cada vez hay más casos de hospitales llenos", explicó la representante.

Respuesta tardía

Para Julián Villabona-Arenas, investigador del Centro de Modelación Matemática de Enfermedades Infecciosas de la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM), "la respuesta tardía del gobierno frente a la covid-19 ha convertido a Brasil en un epicentro mundial del brote".

"Si no se actúa rápidamente ahora, existe la posibilidad de acumular mutaciones adicionales que aumenten las tasas de transmisión o la gravedad de la enfermedad", aseguró el experto a agencia Efe.

Villabona-Arenas detalla que el número de mutaciones del coronavirus es muy elevado y difícil de cuantificar. Algunas de ellas son denominadas "variantes de preocupación", por ser más contagiosas, más dañinas o bien más resistentes a los anticuerpos.

En Brasil una de ellas es la P.1. "Es considerada peligrosa pues se ha documentado que puede ser entre 1,7 y 2,4 veces más transmisible, y que la infección previa con otras variantes proporciona entre un 54% y 79% de protección contra la infección por P.1, por lo que existe un buen chance de reinfección", señala el científico.

Desigualdad

El director científico de la Sociedad de Infectología del Distrito Federal de Brasil, José David Urbaez, apunta que otra artista de esta amenaza se relaciona con la desigualdad en el continente. "Quienes más mueren y muchas veces con mucha más rapidez son las poblaciones social y económicamente más vulnerables", dice.

Para Urbaez, "es un impacto que se suma a lo que venía ocurriendo: que la inmensa mayoría de los países latinoamericanos no consiguieron obtener, además, un desarrollo de medidas más restrictivas de la circulación de personas que incluya soporte económico para quienes deben salir" a buscar su sustento.

Los datos

Los especialistas coinciden en que un desafío pendiente en la región es el acceso a datos confiables y en tiempo real que permitan identificar con precisión estas mutaciones.

"Muchos países carecen de apoyo para generar datos genéticos a gran escala", recalca Julián Villabona-Arenas.

"Si no llegamos a establecer una cooperación internacional, el mundo entero corre el riesgo de prolongar la pandemia, ya que pueden surgir nuevas variantes prácticamente en cualquier lugar donde se mantenga la transmisión y, a su vez, estas nuevas variantes pueden extenderse a lugares que están en el camino de la recuperación", concluye.

Dormir seis horas o menos puede aumentar el riesgo de padecer demencia

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Las personas de mediana edad que duermen regularmente seis horas o menos por la noche podrían tener más riesgo de padecer demencia en etapas posteriores de la vida, según un estudio publicado ayer en la revista "Nature".

La investigación aporta nueva evidencia sobre los efectos de una práctica que suele ir acompañada de otras conductas poco saludables, como el sedentarismo y una mala alimentación, las que en conjunto suponen serias amenazas para la salud de las personas.

El trabajo, liderado por expertos de la Universidad de París, analizó datos de un amplio estudio de seguimiento desarrollado por el University College London (Reino Unido) entre casi 8.000 adultos durante 25 años, denominado "Whitehall II".

ENTRE LOS 50 y LOS 60

Para esta y otras investigaciones similares, los participantes registraron sus patrones de sueño y algunos llevaron pulseras de actividad nocturna para verificar la precisión de los datos generales.

A partir de esta información, los investigadores concluyeron que las personas de edades comprendidas entre los 50 y 60 años que duermen habitualmente seis horas o menos, tienen más riesgo de padecer demencia respecto de quienes duermen las siete horas recomendadas.

Los expertos advierten que estas conclusiones no establecen una relación de "causa y efecto", pero sugieren que existe un vínculo entre la duración del sueño y los riesgos en el desarrollo de demencia.

También detectaron que un patrón de sueño "de corta duración persistente" en personas de mediana y avanzada edad (entre 50 y 70 años) aumenta en un 30% el riesgo de padecer demencia, al margen de otros factores de riesgo conocidos, como el cardiometabólico o la salud mental.

Los expertos recuerdan en un comunicado que, cada año, se diagnostican 10 millones de nuevos casos de demencia en todo el mundo, en los que la alteración del sueño es uno de los síntomas más comunes.

No obstante, su estudio parece indicar ahora que los hábitos de sueño en etapas de vida anteriores podrían contribuir a su posterior aparición.

Por ello, destacan la importancia que tiene el control del sueño sobre la salud mental, lo que plantea la posibilidad de que futuros estudios analicen si una mejora en ese sentido puede contribuir a la prevención de la demencia.