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Los funcionarios que despiden a los fallecidos por covid

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Cuando un paciente fallece por Covid-19 debe ser envuelto en una sábana y su cara es tapada con un pañal. Luego deben rociarlo con alcohol, lo meten a una bolsa y lo cierran con cinta adhesiva. El proceso lo realiza un TENS de la Unidad de Pacientes Críticos.

Todos los días Franchesca Donoso, apenas llega a trabajar, debe ponerse una perchera celeste, mascarilla KN95, un gorro y el escudo facial. Su trabajo como auxiliar de servicio de la UCI de adultos es dejar el cuerpo del fallecido en la cápsula de traslado más conocida en la jerga médica como "mantequillera" y posteriormente lo lleva a anatomía patológica.

El traslado debe realizarse en poco tiempo. Ahí es recibido por Juan Cisternas, uno de los auxiliares de servicio que se encarga de llevar al fallecido hasta los contenedores, rotularlo, y verificar que el paciente coincida con el carnet de identidad.

Después de todo este camino, el cuerpo es entregado a la familia. Juan ya se acostumbró a esta dinámica. Lleva 38 años trabajando en la morgue y asegura que es una experiencia "muy fuerte". Hasta marzo del año pasado, el auxiliar de servicio podía recibir entre tres a siete cuerpos a la semana. Hoy puede recibir hasta 28.

"Hay que ser duro. Uno se pone en el lugar del familiar, ellos ni siquiera pueden vestirlos, no pueden verlos. Lloran al lado de uno y nosotros solo podemos empatizar con ellos. Todo es muy frío porque mueren solos. Además entregar a los fallecidos en bolsas es algo a lo que no estábamos acostumbrados, es realmente muy fuerte", cuenta.

"Ahora bajan a cada rato", dice Sergio González, también auxiliar de servicio de la morgue. La mayoría muere por covid, la principal causa desde hace poco más de un año. Los números entregados por el gobierno, a través del Departamento de Estadísticas del Ministerio de Salud, indican que a la fecha han fallecido más de 800 personas por la enfermedad solo en la región.

A nivel nacional son más de 23 mil.

Carlos Araya lleva solo nueve meses en la Unidad de Anatomía Patológica del Hospital Regional. "Fue un desafío propio", cuenta Carlos, recordando cómo llegó hasta esta sección. Añade que buscaba "nuevas áreas en qué desempeñarme, porque anteriormente estaba en la UTI. Anatomía patológica me llamó la atención por el tema de la autopsia, de manejar los cuerpos. Es un área que no tenía contemplada, hasta que postulé por un concurso y hasta hoy me agrada bastante".

El tens dice que su vida en la UTI era agitada, más cuando llegó la crisis por la pandemia del coronavirus. Se movía entre monitoreos constantes, paros, catéteres y sondas. Ahora su rutina ha cambiado totalmente: su principal objetivo es que el trabajo se haga bien, lo que se traduce en que el fallecido llegue a sus familiares.

Y cuando llega a los familiares, es en una bolsa cerrada, la que no se puede manipular bajo ningún motivo. "No se puede abrir, aunque la familia lo pida para poder velarlos. Uno les explica que no se puede, por tema de sanidad", explica Carlos Araya.

"Siempre conversamos con familiares. Se ponen a llorar al lado de uno. Nos preguntan por qué están los cuerpos de sus seres queridos en bolsas, y tratamos de explicarles el sistema", dice Sergio González, quien lleva 12 años trabajando en la morgue.

El tens dice que producto del covid todo es más rápido. "Deben sacar el cuerpo de acá y llevarlo al cementerio. Nada más. No hay tiempo para despedirlos", dice.

Juan es compañero de Carlos y relata que antes ayudaba a los familiares a vestir a quien había muerto, en caso de que ellos no estuvieran en condiciones de hacerlo. En ese momento, añade, empezaba a "conversar" con el cuerpo.

"Con la experiencia que uno tiene, sabes cómo vestirlos. Como a veces están rígidos, uno le dice "ya, suelta un poco el brazo, no me hagas hacer tanta fuerza". Cuando está listo, hago pasar a la familia y me retiro", dice.

Todo eso ahora quedó atrás.

"En el caso del covid, no. No tengo mucho acceso. Solo verifico el nombre, con el carnet y el certificado de defunción. Nada más", explica.

Durante esta conversación, suena el teléfono de Juan Cisternas.

"¿Don Juan?", se escucha decir a una mujer a través del parlante del teléfono de Cisternas.

"Estoy ocupado. Bajo altiro", responde el tens.

"Es que vienen a retirar al paciente covid", replica la mujer.

"Bajo altiro", reitera Juan Cisternas.

Al colgar, Juan dice: "disculpe, es que vienen a buscar a otro fallecido".

Al día en promedio, mueren tres personas por covid en la Región de Antofagasta, la mayoría en el Hospital Regional.

Si antes los tens podían ayudar a la familia a vestir a su ser querido muerto, hoy se deben limitar a verificar que el cadáver esté bien identificado, para no cometer errores. Además, deben explicar a quienes recién perdieron a alguien, que no pueden retirar el cadáver de la bolsa para despedirlo por última vez: Es un riesgo sanitario hacerlo, el covid sigue presente.

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