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Sandra prefiere hablar por él, ya que a Nibaldo le cuesta sacar la voz. Dice que su esposo sigue complicado, hablando poco, reaccionando lentamente. Claramente no es el mismo. "El bicho le dejo muchas secuelas", comenta.
Nibaldo -a sus 77 años- era una persona muy activa antes de que el virus lo atacara, todos los días empezaba a trabajar a las tres o cuatro de la mañana en la Vega. Pero después de estar postrado por tanto tiempo y recibir el alta en septiembre, había perdido mucha masa muscular y no era capaz de caminar ni de ser autosuficiente. Le había ganado al virus, pero su batalla aún no terminaba.
Al principio estuvo con hospitalización domiciliaria, constantemente iban kinesiólogos y algunas enfermeras para ayudarlo a recuperar su motricidad y estabilizar su salud. Pero luego de unos meses, Sandra explica que el sistema de salud no dio abasto y los especialistas dejaron las visitas. Sandra pasó a estar al cuidado total de su pareja.
"No es fácil cuidar a un enfermo en las condiciones que él llegó, sobre todo para una, que no es enfermera, que no es kinesióloga, psicóloga, uno tiene que ir ingeniándoselas día a día (…) Lo tuve que llevar a un centro particular. Ahí sigue en tratamiento, porque mentalmente está muy lento", comenta.
De a poco Nibaldo ha ido evolucionando, ya está volviendo a caminar, hace paseos por su casa y replica los ejercicios que los kinesiólogos le enseñaron, esa se volvió su nueva rutina, esa fue la secuela que el covid le dejó. Aún así se encuentra agradecido, está vivo. No ocurrió lo mismo con miles de contagiados de su misma edad.
Por un descuido
"Todos estamos quebrados, porque tú estás quebrado", es una de las frases que le dijo su hijo a Chester Peña, al referirse a su lucha contra el virus que lo estaba desahuciando.
Chester tiene 57 años, es un deportista, profesor y productor de Antofagasta. Desde que se enteró del covid, siempre se cuidó, seguía las instrucciones de las autoridades al pie de la letra, pero aun así se contagió por un pequeño descuido. Ahora dice que solo bastó que se bajara la mascarilla para almorzar.
A los días le confirmaron, su PCR había salido positivo. Admite que tenía mucho miedo, solo pensaba en la lucha que muchos daban y que no salían victoriosos. Los síntomas día tras día iban empeorando.
"Innumerables noches tuve que cambiarme de ropa pues transpiraba como si me tiraran agua con manguera, me tuvieron que dar de comer en la boca porque no tenía fuerzas, siempre estaba mareado, con vómitos y dolor de cabeza. Eran sensaciones terribles (…) Después de 15 días no tenía recuperación, el dolor de cabeza no cesaba y me agravé, tenía neumonía y me llevaron al hospital", comenta.
Pasó ocho días en el hospital, luchando junto a otras personas con quienes compartía habitación, dándose ánimo entre todos, alegrándose por las pequeñas victorias de cada uno y anhelando la pronta recuperación, que los alejase de la UTI, esa área en que si llegabas era probable que salieras en un cajón, por lo menos eso le decían los doctores.
"Cuando ingresé al hospital estaba muy asustado, me costaba mucho respirar, tenía muy poco ánimo, dolores de cuerpo y muy pocas ganas de levantarme, además llevaba muchos días sin poder dormir, me estaba rindiendo hasta que me llamó mi hijo Iván y me dijo: "Estamos todos preocupados por ti, la familia está quebrada, porque tú estás quebrado, ánimo viejo tienes toda la vida por delante. Eres atleta, gana está carrera, mentalízate en recuperarte".
Chester después de cinco días logró estabilizarse, sin embargo su recuperación en casa en casa ha sido lenta. Aún no logra recuperar los más de 10 kilos que perdió al estar hospitalizado, aún no logra volver a correr lo que era su pasión, aún no recuerda bien todo lo que paso.
Recordar su nombre
Cuando despertó, no sabía ni quién era, ni por qué estaba ahí. De a poco las mismas enfermeras de área le recordaron que se llamaba. Su nombre era Roberto Zúñiga, tenía 23 años y llevaba 25 días entubado y en estado en coma. Su situación fue tan crítica que los mismos doctores pensaron que no sobreviviría.
Roberto se contagió en mayo del 2020, al quinto día su familia lo llevó engañado a hospitalizarse. Nadie se imaginaba que su estado era tan crítico. Incluso él pensaba que el covid era como un resfriado común y que se sanaría en unos días, pero casi le quitó la vida. Al llegar al hospital le diagnosticaron neumonía por covid, un pulmón inflamado, entre otras cosas.
"A mí me hospitalizaron un 8 de mayo y el 9 ya estaba conectado a ventilación, fue todo un proceso y después desperté un 5 de junio, estuve 25 días entubado y en coma (…) De hecho hasta ahora, hay veces en que no lo creo que haya estado tan mal como me cuentan, para mí fue abrir y cerrar los ojos y luego desperté con un tubo en la boca y no sabía dónde estaba", comenta.
Después de despertar del coma, Roberto quedó postrado, todo el tiempo que había estado conectado a ventilación mecánica -sin poder moverse- debilitó su cuerpo, quedó como una persona tetrapléjica.
Luego de que le dieran el alta un 15 de junio, el joven Roberto enfrentó uno de los mayores desafíos de su vida, tuvo que aprender a caminar, a ir al baño, a respirar y todo de nuevo. Su mamá y sus hermanas fueran las encargadas de cuidarlo, bañarlo, mudarlo y alimentarlo; situación que le causaba mucha vergüenza e incomodidad.
Roberto también reconoce que había días que despertaba sin ganas de nada, que solo quería tirar la toalla, pero por suerte siempre estuvo acompañado de personas y especialistas que no lo dejaron rendirse.
Los primeros meses de recuperación fueron complejos, ya que había perdido la sensibilidad y movilidad de las dos manos, no era capaz de tomar ni una cuchara para comer. Incluso en la actualidad sigue teniendo dos dedos recogidos, sin movimiento.
Para Roberto también fue un desafío volver a caminar, se le habían debilitado las piernas y la espalda, no se podía el peso de los hombros, ni de su propio cuerpo al estar sentado en la cama.
El covid no solo le arrebató su independencia, también le quitó sus recuerdos. El joven reconoce que hubo días en que no era capaz de reconocer a su mamá y hermana, se había olvidado de quienes eran. Tiene muchas memorias que ya no están y reconoce que es frustrante.
"Al final donde no me acordaba de algunas cosas, me daba pena y me metía en una burbuja, son cosas que uno se debería acordar, son importantes. Al final solo asentía haciendo parecer que sí sabía de lo que hablaban", reconoció afectado el joven.
Con el tiempo, ha logrado retomar su vida, trabajar, volver a ser independiente. Pero asume que jamás olvidará todo lo que pasó. Aún no logra terminar de asumirlo, pero al mirar sus manos y ver sus dedos recogidos y sin sensibilidad, lo entiende, fue real. "El bicho me atacó, ese que no tiene filtro, que ataca al más débil y si no lo soportas, te mueres", concluye Roberto.
"No es fácil cuidar a un enfermo en las condiciones que él llegó, sobre todo para una, que no es enfermera, que no es kinesióloga, psicóloga, uno tiene que ir ingeniándoselas día a día".
SandraRodríguez, su pareja estuvo 5 meses intubado
"Al final donde no me acordaba de algunas cosas, me daba pena y me metía en una burbuja, son cosas que uno se debería acordar, son importantes".
Roberto Zúñiga, sobreviviente del covid