Usando observaciones de nebulosas espirales hechas entre 1899 y 1919 por el holandés Adriaan van Maanen, el norteamericano Harlow Shapley creyó poder afirmar en 1918 la existencia de una rotación rápida de estas nebulosas espirales y, así, sus relativas proximidades. Las mediciones de van Maanen eran irreconciliables con una distancia muy grande de estos objetos, las velocidades lineales periféricas volviéndose cercanas a la de la luz en el caso contrario. No obstante, las investigaciones efectuadas por el astrónomo Herbert Curtis sobre las novas aparecidas en las nebulosas espirales mostraban claramente a partir de 1917 que la distancia de la gran nebulosa de Andrómeda debía ser vecina del millón de años-luz, lo que Shapley rechazó. En 1919, Knut Lundmark hizo de nuevo las observaciones de van Maanen con la misma instrumentación, pero sin encontrar los mismos resultados. Parecía entonces imposible salir del impasse, van Maanen confirmando sus resultados.
En 1920, un debate fue organizado entre Shapley, defensor de un Universo de tamaño limitado, y Curtis, defensor de un Universo muy grande. Este debate encarnizado, llamado "el Gran Debate", opuso así a los representantes de un universo estoico heliocéntrico o galactocéntrico de tamaño finito, a los representantes de un universo epicúreo de extensión infinita. Este debate fue el último sobresalto de la visión estoica del Universo, después de más de dos mil años de rivalidad entre los dos sistemas competidores salidos de la fecunda filosofía griega. Sin embargo, fue la publicación en 1924 de las observaciones del astrónomo Edwin Hubble que permitió conocer la verdadera naturaleza y la distancia de las llamadas "nebulosas espirales" cercanas. Hubble utilizó el telescopio Hooker del Observatorio Cerro Wilson para resolver la gran galaxia de Andrómeda en estrellas, lo que firmó la caída de la visión estoica del Universo.
Christian Nitschelm es astrónomo del Centro de Astronomía de la U. de Antofagasta, www.astro.uantof.c