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ENTREVISTA. Alberto Mayol, sociólogo, académico y escritor:

"Necesitamos un modelo de desarrollo moral"

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V. Toloza Jiménez

"Cualquier extranjero te dirá que los colegios son muy violentos en la conversación de los niños. Lo mismo en las conversaciones de los directorios de las grandes empresas. Estuve en algunos en que el que menos decía eran seis garabatos por frase. Eso no es usual en una elite: el deseo de ser procaz".

La lectura del sociólogo Alberto Mayol no es antojadiza; intenta explicar la severa transformación de la sociedad nacional en los últimos años, pero apuntando a lo eficiente, a la búsqueda de riqueza, de éxito y poco para con un desarrollo más integral, que apunte a la integralidad personal y colectiva.

Estas son sus reflexiones al respecto en medio de la discusión por el "modelo" y la "constituyente".

¿Cómo definirías el modelo económico político que tiene Chile?

- Lo primero que hay que decir es que sea lo que fuese de bueno que tuvo, ya lo tuvo y ya no lo tendrá. Es un modelo primario exportador, de financiación intensiva, donde uno de los elementos fundamentales es el empuje del consumo en el resto de la economía, elementos que son parte del desarrollo de la economía mundial y por tanto, tendencias globales. Probablemente Chile era el que iba más a la ofensiva.

Estamos hablando de un sistema financiero que producía los años buenos y malos la misma utilidad. El sistema bancario se movía entre 3.000 y 4.000 millones de dólares por año de utilidades, una cosa insólita. El señor Emilio Botín, expresidente del Banco Santander, venía Chile a cada rato porque esta era la joya de la corona y los resultados de acá le permitían tapar agujeros que se producían en otras partes. Estamos hablando de un lugar excéntricamente bueno por el desarrollo del sistema financiero, en gran medida también por las AFP. Con una serie de subsidios indirectos, pero sin que se pudiera decir de que había una captura del Estado por parte de algunos grupos.

Hay un diseño, pero ese diseño, bajo determinadas condiciones, entraba en fase de captura. Movías dos piezas y lo que quedaba era la asimetría del poder. Es un modelo de sociedad que era muy intensiva en el frenesí por la búsqueda de crecimiento y tenía poca capacidad de estructurarse con la sociedad de una manera que fuera no disruptiva. Ese es el rasgo central de nuestra sociedad.

Y es un modelo que empezó a mostrar rápidamente su agotamiento. Durante la transición crecíamos al 7%, y luego al 5, al 4 y antes del estallido estábamos creciendo al 2% y luego el 1%. No podemos decir que ello fuera el resultado de los errores de los gobiernos, de alguna manera hay fundamentos en el hecho de que no hayamos tenido la capacidad de generar políticas agresivas desde el punto de vista del erario público en un momento como éste.

Por ejemplo, le pedimos a todo el estudiantado que avanzara en las clases a distancia, pero no se movió un dedo por mejorar la conectividad. Hay un déficit de respuesta y eso es lo que está pesando.

Y Chile es un país que tiene capacidad de innovar. En el mundo se hacen 600 patentes a partir de estudios que hicieron chilenos anualmente, pero no somos capaces de patentar lo que hacemos, se hacen cosas, pero los empresarios en Chile no compran innovaciones; la quieren envuelta en un paquete donde la máquina esté lista y funcionando, con los resultados probados y que valga 50 millones de pesos.

"Necesitamos que la gente sienta que hay un camino en el cual siendo éticos podemos llegar más lejos".