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"El desierto te muestra todos los colores"

ANTOFAGASTINIDAD. Benjamín Contador Cortés, licenciado en artes visuales, pintor.
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Benjamín Contador Cortés llegó hace siete años a Antofagasta para participar en la creación del mural del Teatro Municipal.

No estaba en sus planes quedarse, pero así ocurrió; y hoy, pese a estar constantemente yendo y viniendo, desarrolla gran parte de su vida y carrera en esta ciudad. "Antofagasta me acogió en sus brazos y no me soltó, aprendí a quererla tal cual es", explica.

Benjamín, de 35 años, es licenciado en artes visuales de la Universidad de Chile con mención en pintura y ha realizado diversas exposiciones colectivas e individuales tanto en Santiago como en regiones.

En nuestra ciudad, sus pinceladas están en los murales del Teatro Municipal, Ruinas de Huanchaca y en la Casa Gibbs.

¿Cómo surge tu vínculo con el arte y por qué decides hacerlo profesionalmente?

- Mi vínculo con el arte surge en la niñez. Crecí en el campo, en el Cajón del Maipo, Santiago. Ahí tuve el contacto con la naturaleza, pude observar los cambios de estación, las luces las sombras, la fauna del lugar, cada fenómeno natural marcó mi manera de ver las cosas y fue surgiendo una sensibilidad que me conectó profundamente con estos fenómenos. Aprendí que a través de la pintura podía plasmarlos en una tela e inmortalizarlos. Por eso sentí de gran importancia dar el paso y estudiar algo relacionado al crear.

¿Qué ha sido lo más difícil en estos años de trabajo?

- En un comienzo poder vivir de lo que hago. Fueron momentos donde debes dar el paso y darte a conocer, bueno pasa en todas las profesiones al principio, así que tuve que armarme de ingenio y unir pasiones. Mi segunda pasión son los aviones, me encantan, herencia que tomé de mi papá que era aeromodelista; y por parte de mi madre el gusto por la pintura y el arte. Entonces comencé a pintar aviones al óleo y como no tenía dinero para hacer grandes telas, hice decenas de miniaturas al óleo e hice los contactos para exponerlas en el Museo Aeronáutico. Así empecé a ser más conocido y fueron llegando encargos.

¿Qué intentas transmitir a través de tus creaciones

- No intento transmitir nada. Lo que hago, lo hago con dedicación y cariño, cada cuadro es una nueva realidad, lo que transmita o no depende de quien los mire, solo interpreto la realidad y la plasmo en la tela, lo que para mí signifique es personal. Si lo que pinto logra inspirar a alguien más, maravilloso.

¿Quiénes han sido inspiración para tu desarrollo?

- Mi inspiración ha comenzado por la familia, podría decir que me inspiré en Leonardo, en Miguel Ángel, en Van Gogh, pero la familia es con quiénes más he vivido y aprendido. Las amistades también han sido muy importantes, pero en una familia hay de todo, es un laboratorio humano y ahí están los ingredientes que la vida te proporciona para crecer y trascender. Está la calma y la locura, ambas son necesarias, con la calma logras lo imposible, con la locura atreverte y descubrir mundos nuevos.

¿Cómo han sido estos años en Antofagasta, qué sentimientos has desarrollado por la ciudad?

- Increíbles, en lo artístico he desarrollado y descubierto el fenómeno de la luz en todo su esplendor, el desierto te muestra todos los colores, es por lo demás, el lugar perfecto para imaginar, conectarte a ti mismo. En la ciudad te encuentras con anécdotas e historias sorprendentes en cada esquina, es una ciudad construida en base a historia y hechos que la marcaron por los años.

He conocido a mis verdaderos amigos también y he desarrollado un sentimiento de pertenencia bien especial, la ciudad me acogió en sus brazos y no me soltó, aprendí a quererla tal cual es.

¿Qué lecciones has aprendido en estos meses de pandemia?

- La principal lección, no decaer, todo se puede detener afuera pero la vida no lo hace, la rueda sigue girando y las oportunidades no paran. Muchas personas nos hemos refugiado en las artes para hacer volar la imaginación y seguir en acción. Siento que mirar un poco más allá de lo inmediato y no desesperarse te da alas para continuar bien y sacar lo mejor de esto, ser creativos.

¿Qué crees que necesitamos aprender los chilenos para ser un mejor país?

- Los despertares o cambios de mentalidad no creo que sean colectivos, es un trabajo personal de ser honestos y construir una buena vida, un país mejor. La base de la educación podría centrarse más en la empatía y respeto por el otro para ir saliendo del hermetismo que tenemos como sociedad, querer el lugar donde se nace e informarnos, investigar nuestro entorno, arraigarnos, propiciar espacios de creación.

Me imagino Chile como un gran laboratorio, que haya muchos espacios para crear, que se promueva la investigación, el descubrir, que desde la niñez se cuiden y se promuevan esos espacios de creación y encuentro, un compromiso real de las autoridades, la familia y la sociedad en general, proteger activamente la naturaleza, que es el principal escenario para aprender y conectar a los niños con las raíces humanas.

¿Cuáles son tus proyectos, a dónde quieres llegar?

- Uno de los proyectos que quiero llevar a cabo pronto es recorrer el país pintando, un taller móvil, plasmando naturaleza, poblados, gente, y a la vez ir produciendo material en gran formato que resuma esos viajes y montar exposiciones en colegios o espacios públicos. Difundir a través de la pintura que tenemos un país hermoso, digno de retratar.