Pateando piedras en Bonilla y la Cachimba
CIUDAD. La mayoría de los imputados del estallido proviene de los sectores más vulnerables y precarios de la ciudad, estudiaron en establecimientos públicos y se autoperciben como los verdaderos depositarios de la crisis social... Y nada se ha hecho por mejorar sus condiciones.
Rodrigo eleva la voz y enfatiza que ama Antofagasta; al rato, baja los decibeles y casi susurrando acusa que el gran problema de la ciudad es la desigualdad.
Se trata de un joven que no llega a los 30 años y que se convirtió en "Primera Línea", tras el 18 de octubre de 2019; un sujeto activo en casi todas las protestas, proveniente del populoso sector de Bonilla, territorio protagonista de las manifestaciones durante el estallido social.
¿Se puede amar y odiar una misma cosa? Con el relato de Rodrigo parece que sí. Cuenta con orgullo que Antofagasta "la llevó", lo que revela algo interesante: tanto él, como sus pares se ven a sí mismos como los legítimos protagonistas y depositarios de la revuelta o desborde.
Las dos caras de Antofagasta emergen de su relato, una ciudad que en los números está cercana al desarrollo y se compara con cualquier capital europea o asiática, pero que en el área chica, muestra un contraste que nos recuerda el Chile de los años 70 o espacios de un país tercermundista, que nada tienen que ver con una región con un PIB per cápita de US$ 30 mil, similar al de un país desarrollado.
Los perfiles
Si se contaran unas 11 cuadras desde la Plaza Bicentenario al norte, por la avenida Óscar Bonilla, nos encontraríamos con el siguiente panorama: la Subcomisaría Norte (la misma atacada decenas de veces), el Liceo Politécnico Los Arenales, la Escuela Elmo Funez, el Colegio Don Bosco, entre otros y hacia el cerro, campamentos como Unión del Norte, Rayito de Sol y Los Arenales observándolo todo, desde un sector que parece una ciudad todavía más ajena.
La fotografía se completa con una locomoción colectiva intensa, pero altamente ineficiente (un viaje al centro puede demorar una hora), muchas botillerías y pequeños comercios, una decena de ollas comunes y el preocupante comercio de la droga.
Esta no es la cara de La Portada, el mar azul, el parque Brasil o Jardines del Sur. Es la Antofagasta más ruda y hostil, donde abunda el cemento y solo la astucia y el trabajo duro sirven para sobrevivir.
A propósito de lo anterior, hay otro indicador, difícil de analizar, pero bastante decidor: si se analiza parte de la historia de los 24 imputados, detenidos y/o encarcelados en el marco del estallido, aparece un perfil llamativo: la edad promedio es de 24 años, casi todos son habitantes de los sectores de Óscar Bonilla y Cachimba del Agua, son estudiantes o exalumnos de los liceos Don Bosco o Industrial Eulogio Gordo o pasaron por algún establecimiento público, como el Liceo Mario Bahamonde, el Instituto Superior de Comercio o el Andrés Sabella.
Se puede ahondar un poco más: de los cinco adolescentes que pasaron por la Cárcel de Menores en 2020, cuatro estaban en situación de escolaridad normal en Liceos públicos de la ciudad y siguieron cursando sus estudios durante el período de prisión. Todos son habitantes del sector Bonilla o el sector alto. De los casi 20 jóvenes en prisión preventiva en la Cárcel Pública del nudo Uribe, 18 tienen escolaridad media completa, cuatro tienen estudios superiores y cinco son egresados del Colegio Don Bosco. El 90% de los jóvenes tienen las siguientes características: irreprochable conducta anterior y se encontraban con contrato de trabajo, previo a su detención. Al igual que los anteriores casos, la mayoría residen, principalmente, en los sectores de Bonilla y Miramar.
En apariencia, y hasta ahora, no hay ningún detenido que habite el sector centro sur de la ciudad o que haya pasado por algún colegio particular subvencionado o privado.
¿Puede ser esta parte de la desigualdad que denuncia Rodrigo?.
Discriminación
El padre Felipe Berríos sostiene que, tal como se le dijo al Papa Francisco, aquí "se encarcela la pobreza", pues el grueso de los imputados, son "jóvenes postergados", que han "sufrido abusos por mucho tiempo" y que tienen un "idealismo respetable", mientras otros han caído en las drogas, el alcoholismo o la delincuencia. Respecto de los jóvenes protagonistas de las protestas, citó que "ellos no se rindieron y luchan por un futuro mejor".
Berríos precisa que un error grueso al analizar el asunto es quedarse solo en la sintomatología y eludir el combate de la enfermedad. "Aquí hay jóvenes sin futuro, que resienten la fealdad y pobreza del entorno, mientras a unos pocos metros, ellos ven riqueza, pasto en los parques e incluso plazas para mascotas, mientras ellos no tienen nada. Eso les provoca indignación" y la respuesta que les dieron fue "represión y estigmatización".
El sociólogo César Trabucco estima que la procedencia de los detenidos tiene que ver más con el control efectivo de las fuerzas policiales, que con la comisión efectiva de hechos, es decir, no es que, por ejemplo, en Bonilla se cometan más faltas, es el hecho de que allí hay más dispositivos de seguridad operando.
"Ellos son el núcleo del estallido, son el sector que lo siente como propio, porque perciben que el resto de la sociedad no los trata bien. Y ojo que son sectores abandonados, pero con un tejido social importante, por eso se movilizaron, mientras en otros espacios de la ciudad, cada uno 'está en la suya'".
La idea es refrendada por Cristian Rodríguez, director del IPP UCN. "Me inclino a pensar que aquí han operado conductas y acciones discriminatorias por parte del sistema policial y judicial, que concentró sus recursos en un segmento específico de población".
Otro detalle es que si bien se trata de los sectores formales más precarios, debiéramos sostener que no son los que están peor. Estos -definitivamente- serían los campamentos. Trabucco sostiene que la protesta no surgió desde allí, aunque existe también una enorme red social considerable. La diferencia es la incertidumbre de sus habitantes, mayoritariamente extranjeros. Si bien podían protestar, arriesgaban mucho, porque en caso de caer detenidos, pudieron ser incluso expulsados del país, destacó el académico.
"En la Bonilla no se ha hecho nada, incluso está peor que antes del 18 de octubre y lo mismo pasa en la Cachimba del agua".
Rodrigo, "Primera línea"