Astrónomos han encontrado más evidencia de que los agujeros negros supermasivos están intrínsecamente relacionados con la evolución de las galaxias. Un equipo liderado por la Universidad de Arizona, en Estados Unidos, descubrió un quásar ubicado a 13.03 mil millones de años luz de la Tierra, es decir, hay en este objeto un enorme agujero negro activo que apareció en los principios del universo.
Los quásares son objetos muy luminosos y energéticos creados por la actividad de un agujero negro supermasivo en el centro de una galaxia. Hasta entonces, los investigadores sospechaban que los agujeros negros supermasivos que existen en los centros galácticos tienen alguna influencia en las galaxias que los albergan. Solo que nadie había encontrado pruebas tan antiguas como esta. El quásar, que se llamó J0313-1806, es tan antiguo y poderoso que su influencia en la galaxia que lo alberga es evidente.
El agujero negro supermasivo en el corazón de este quásar tiene una masa equivalente a 1.600 millones de soles. Surgió 670 millones de años después del Big Bang, y eso plantea un problema para los astrofísicos: no ha pasado suficiente tiempo desde el nacimiento del cosmos para que un agujero negro adquiera tanta masa. Además, este es el primer cuásar de este tipo que muestra evidencia de un viento de gas sobrecalentado que escapa de los alrededores del agujero negro a una velocidad relativista (comparable a la de la luz).
Los quásares son tan masivos y poderosos que los astrofísicos tienen dificultades para explicar cómo se formaron. Algunos de ellos son bastante viejos y enérgicos, y sus agujeros negros son tan masivos que los investigadores no saben exactamente cómo acumularon tanta materia en ellos. Todavía no se sabe cómo un quásar como J0313-1806 gana tanta masa en solo unos pocos miles de años después del Big Bang.
Guilherme Couto es astrónomo postdoc del Centro de Astronomía de la U. de Antofagasta, www.astro.uantof.cl