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Crisis en EE.UU.

Recién ayer, después de lo ocurrido en Washington, Donald Trump aceptó que el próximo presidente es Joe Biden, un hecho inédito e inaceptable por donde se le mire. Debemos recordar que la democracia, un sistema imperfecto y con vicios, como toda obra humana, no es ninguna panacea de felicidad, pero al menos garantiza cuestiones básicas para todos los ciudadanos.
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Hemos visto impresionantes imágenes de lo ocurrido en el Capitolio de Washington, Estados Unidos, con adherentes del presidente Donald Trump tomando por asalto uno de los íconos de la democracia norteamericana.

Muy a pesar de todos, debe decirse que lo ocurrido tampoco es tan sorpresivo, considerando el deterioro progresivo de la amistad cívica que ha vivido ese país durante los últimos cuatro años.

No cabe duda de que Trump ha estresado el sistema político de su país y al mundo porque debe recordarse esta es la principal potencia del planeta.

Es difícil saber cuánto impacta esto en el mundo, pero nosotros, en Chile, estamos bajo el área de influencia norteamericana, de modo que deberíamos suponer que sí hay efectos sobre nuestros ánimos.

Trump ha evidenciado los sinsabores y quiebres que hoy tiene la derecha liberal y la socialdemocracia. A ambas le está costando encontrar respuestas al mundo difícil que enfrentamos hoy; ciertamente la globalización no ha favorecido a todos y en efecto muchos se han empobrecido, de modo que Trump, un hombre ajeno a los partidos y la cultura política, fue capaz de proponer un discurso que a muchos llamó la atención.

Es cierto que cayó derrotado ante Joe Biden, sin embargo no puede obviarse la enorme votación y respaldo que obtuvo en ese proceso. Aquello da cuenta de algo más profundo que no puede resumirse en motejar el fenómeno con el mero populismo. Lo hemos visto en Brasil, en parte de Europa del Este y otros países dónde han emergido líderes que no responden a los criterios que hemos conocido en décadas recientes.

Pero hay una cosa fundamental en todo esto: la democracia, que en el fondo es el diálogo sin violencia, la aceptación de reglas básicas que todos debemos cumplir; es un modelo, un sistema que se reproduce por la acción de las mayorías. Pero como todo sistema, puede perderse, por el deterioro del lenguaje, la destrucción de la amistad cívica, la anulación del otro. En definitiva, por la imposición de absolutos.

Esta historia no terminó el pasado miércoles, seguramente continuará y será difícil de resolver. Que por lo menos sea una lección para Chile y para el mundo respecto de los cuidados que debemos tener para no ahondar las diferencias y trabajar por el bien común en libertad y con respeto a todos.

El año del nuevo comienzo

"El año es largo para ver el final de nuestro ansiado camino en el siempre imprescindible y movido calendario". Francisco Javier Villegas, Escritor y docente
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Chile recuerda esos relatos del gran José Saramago en que los alcaldes, los ministros y el presidente se quedaban extraviados, pasmados, absolutamente, sin capacidad de tomar iniciativas acordes a lo que requería su población. En esa atmósfera, similar a los relatos del novelista, el país se envuelve, en este inicio de año 2021, en una tensa expectativa, con ciudades y pueblos que observan, en el confinamiento del fin de semana, una salida forzada ante el aumento exponencial de los casos del COVID-19. Lo concreto es que los recintos hospitalarios están prácticamente en el 90 por ciento y fracción de su capacidad habitual de camas y ya no vivimos el entusiasta control de las estadísticas, como pregonaban las autoridades en el año que recién acabó.

Tampoco, la ciudadanía cree mucho en los comunicados de prensa o en las medidas de distanciamiento físico que, como absurda contradicción, y más allá del miedo, solo se vive esperando el ritmo del contagio para no saturar el índice de camas. La vida bambolea casi como una procesión pendular porque nada conocemos bien. La ciencia, en general, con todas sus disciplinas, parece, que tampoco sabe demasiado.

Esta fragilidad, ahora casi acostumbrada, nos hace golpetear en lo que tenemos como respuestas de parte de la autoridad gubernamental: miedo entremezclado con un control exacerbado, desconfianzas visibles con expectativas absurdas; abusos, por doquier, hacia las personas presas en el estallido social y trazabilidades extraviadas, que indignan hasta la humillación, a pesar del saber de tantos expertos. Conocer es resolver, dijo alguien acertadamente.

Pero, la incapacidad, también se observa, en los despidos injustificados, a lo largo y ancho del país, considerando que 8 de cada 10 desvinculaciones que se realizan se hace por "necesidades de la empresa"; o lo que tenemos, en una absoluta displicencia, o nulo compromiso, para tratar el tema de los independientes en virtud del próximo proceso constituyente.

En paralelo, a lo anterior, seguiremos en estado de City Matrix imperativo y en un clima de incertidumbre: acostumbrados en este dramatismo global, con una realidad virtual, que pretende seguir combinando, en la educación y en el mundo del trabajo, rapidez del quehacer con simultaneidad; pero, sin preguntarnos muy bien si todos tienen los equipos adecuados y la conectividad precisa para ello. Solo, es dejar el endosado al trabajador y trabajadora para que produzca más y, con ello, continuar engrosando los índices de rendimiento para esos informes laborales o ministeriales en que todo va, sin saber más de lo necesario.

Por contraparte, seguiremos asumiendo la distancia como parte de un momento extraño de la existencia y de una esperanza que no llega nunca al verdadero estado humano porque falta "la elevación exquisita de los brazos y de la mente". Está claro que el modelo social y de salud, ha fallado. Entonces, ¿puede plantearse seriamente una adecuada existencia en un país desplegado entre el conflicto social y el desastre sanitario, como un largo ciclo, dando espaldas a la libertad?

Entre el encierro en las casas, en distintos lugares geográficos, y el vivir con la mascarilla hasta en el dormir ¿es fácil explicarlo todo en una tierra donde las existencias se confunden con imágenes, abusos, sonidos y pensamientos? ¿Cómo estudiar lo causal de este tiempo correlacionándolo con las políticas públicas y sus resultados? Ejemplos habrá de sobra porque explicar esta "crónica preparada" es más que la suma de aprendizajes y dificultades. No olvidemos: el negocio es la enfermedad y no la salud.

En fin. El año es largo para ver el final de nuestro ansiado camino en el siempre imprescindible y movido calendario.

Lecciones para la educación superior en pandemia

"Este nuevo sistema de aprendizaje debe responder a las expectativas de los estudiantes". Rafael Rosell Aiquel, Rector Universidad Pedro de Valdivia
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Estamos terminando un año en que enfrentamos una de las crisis globales de mayor dimensión en la historia, desnudando nuestras debilidades y agravando las desigualdades sociales y económicas entre nuestros jóvenes.

Por esta razón, y responsablemente en nuestra universidad, generamos un programa con fondos propios entregados voluntariamente por profesores, colaboradores y directivos de sus remuneraciones, para ir en ayuda de los estudiantes que lo requerían, otorgando computadores y Bandas Anchas Móviles a sus hogares para que continuaran sus clases.

Con esta necesidad urgente, las universidades debieron adaptar sus procesos a una educación no presencial o a distancia que involucra diferentes estrategias, junto a un compromiso solidario, humano e inclusivo para afrontar esta pandemia.

Una gran lección aprendida este año fue la necesidad de enfocar la educación superior de un modo innovador, para complementar con más fuerza el educar y su relación con el aprender, situando al estudiante en el centro del trabajo educativo. De esta forma, los líderes de las instituciones educativas tenemos el desafío de repensar los métodos, las formas, los sistemas de enseñanza y aprendizaje.

Las condiciones de confinamiento forzoso, distanciamiento social y paralización de actividades, nos sitúa a la instalación de un sistema híbrido, donde es necesario repensar los métodos y desarrollar nuevas e innovadoras estrategias para forjar aprendizaje, diferentes a las técnicas aplicadas en una docencia totalmente presencial.

Este nuevo sistema de aprendizaje debe responder a las expectativas de los estudiantes y de la sociedad que lo requiera, con dedicación, compromiso y buena voluntad, para comenzar el 2021 con un nuevo paradigma educativo.