La vida de un deportista
Maradona, un genio como futbolista, fue sometido a una especie de reality que duró décadas, del cual gozó y nunca pudo escapar. Un ejemplo del mundo moderno. La existencia del deportista nos dice mucho. Erigido como un ídolo para muchos, se le exigió un comportamiento acorde que nunca tuvo y que no tenía por qué cumplir, más allá de los triunfos tenidos.
La existencia es construida y determinada por grandes cambios y también por sujetos, hombres y mujeres inmensos, que abren posibilidades, crean, que conquistan, que muestran caminos. También están otros que traen alegrías, alteran la cultura, fundan identidades o nos regalan instantes que nos asombran.
La vida de Diego Armando Maradona cae en este espacio. Sin duda fue una de las figuras más rutilantes de las últimas décadas, con victorias resonadas y fracasos y caídas rotundas, recordándonos lo lejos que el ser humano puede llegar y lo profundo que también puede caer.
Fue un héroe y un villano, cuyo desenlace casi siempre -prácticamente desde su niñez- fue transmitida por los medios. Habitó en una especie de reality que en tanto gozaba, le impedía tener algo de normalidad y paz.
En tiempos de un mundo globalizado, este hombre descolló, fue referente de toda una generación, ganó gran parte de lo que tuvo por delante y el costo a pagar parece que fue esa sobreexposición de la que nunca pudo escapar. Pocas personas debieron estar sometidas a una presión como la citada.
El futbolista nos recordó que la vida humana, en los términos clásicos griegos, es un viaje y una tragedia, porque todos moriremos, aunque no siempre elegimos ni el momento ni la forma en que ese hecho ocurrirá.
Muchos le exigieron al deportista un ejemplo de vida, lo que habría sido ideal; no obstante, su vida fuera de la cancha fue a ratos un desastre que demasiadas veces ya lo tuvo al borde de la muerte.
Maradona, como tantos hombres y mujeres, era un genio en algunos aspectos y un desalmado en otros. Trajo alegrías, recibió afectos y devoción, algunas veces muy mal entendida y acarreó dolor con sus palabras y acciones.
Maradona fue producto de los tiempos modernos, de la cultura argentina y sudamericana, de un Occidente un tanto vacío, donde malamente un deportista vale más que un profesor. Aquello es efectivo.
Pero impactó la cultura global. Fue inmenso, pese a ser apenas un jugador de fútbol.