Industria energética
El desarrollo de esta actividad es enorme y positivo, pero es tiempo de que la actividad sea capaz de aportar más concretamente al futuro de los habitantes del territorio. Todas las industrias del territorio deben volcarse con mayor fuerza en un compromiso de desarrollo. A esta altura -qué duda cabe- la mera generación de empleo no es suficiente para la paz social.
Un récord de construcción de proyectos de energías renovables no convencionales, se ha visto este año, según cifras de Generadoras de Chile. Hasta septiembre se reportaron obras por cerca de 7.400 MW de capacidad, lo que representa un aumento de un 94% respecto a los proyectos en construcción de hace seis meses (febrero 2020), y un 140% más respecto a los proyectos en construcción hace 1 año (septiembre 2019).
De estos proyectos, el 93% corresponde a centrales a base de energías renovables, donde el 47,3% son de energía solar, el 29,9% de energía eólica, el 12,7% a energía hídrica y el 2,7% otras fuentes renovables.
Como es ya tradicional a esta altura, la Región de Antofagasta concentra 27 de estos proyectos, los que sumarán 2.786,4 MW al sistema, es decir, el 38% de la futura capacidad agregada.
De estas iniciativas 20 son solares y las comunas con más desarrollos son Calama, Antofagasta y María Elena.
Lo que hasta hace poco parecía un sueño, hoy es una realidad, gracias a las condiciones naturales que ofrece el territorio y a la gestación de políticas públicas que alentaron tales desarrollos. Ha sido, indudablemente, uno de los casos más exitosos del último tiempo.
El exvicepresidente norteamericano y premio Nobel de la Paz, Al Gore, ha puesto varias veces de ejemplo a Chile por esta cuestión: el notable avance de las centrales de energía a base de la radiación solar y debemos enfatizar que nuestra región es protagonista en este ámbito con centros en prácticamente todos los espacios y con casos de tecnología de punta, como la central termosolar de Cerro Dominador, que será la primera del país y el continente en proveer energía del sol, las 24 horas del día, gracias a la acumulación de calor que dispondrán las sales solares también producidas en el país. Antofagasta ya es un exportador de energía y puede convertirse en un abastecedor para el conosur americano.
Sin duda se trata de buenas noticias, pero también debemos entender las complejidades de esta transformación: por lo pronto ¿de qué manera se verán beneficiados los habitantes y trabajadores de la región con toda esta implementación? Si pensamos que la generación de empleo será suficiente, el análisis es equivocado. Esta industria debe pensar mejor cuál será su aporte más concreto al desarrollo del territorio, con beneficios medibles y concretos.