"Me encontré con mis raíces"
ANTOFAGASTINIDAD. Santiago Camprubí Elgueta, prevencionista de riesgos.
Por el lado paterno, Santiago Felipe Camprubí Elgueta tiene una historia ligada a la pampa. Por eso, su traslado desde su natal Viña del Mar a Antofagasta, hace 39 años, lo asume como un regreso a los orígenes.
Camprubí, en efecto, no se movió más de la región y aspira a quedarse para siempre junto a su esposa Gloria Angélica Vásquez, sus hijos Gonzalo y Daniella, sus nietos, y "posiblemente", bisnietos.
Sus padres son pampinos, pero usted nació en Viña, ¿cómo se produjo aquello?
- En realidad, sólo mi padre, Felipe Santiago, era de la pampa, mi madre Laurita era de Viña. Allá se conocieron y se casaron. Mi padre viajó desde la oficina Chacabuco, donde vivía con mis abuelos y hermanos, quienes habían llegado directo de Barcelona-España.
Mi abuelo, ingeniero mecánico especialista en calderas, vino al norte a actualizar los sistemas en las oficinas salitreras cercanas al poblado y estación central de trenes de Pampa Unión. Y mi padre en el año 1938, viendo que habrían cambios fuertes en industria salitrera y también por sus cualidades deportivas, aceptó una invitación de clubes de básquetbol de la zona central. Por tanto, yo nací en Viña del Mar y estuve allá hasta mis 32 años de vida, y de ahí a Antofagasta.
¿Por qué decide radicarse en Antofagasta?
- Fue por razones de trabajo, era a la fecha funcionario de IST (Instituto de Seguridad del Trabajo) y el gerente general me ofreció asumir la Gerencia Zona Norte, la que acepté de inmediato ya que era una gran oportunidad profesional.
¿Cómo han sido estos 39 años de vida en Antofagasta?
- Han sido muy satisfactorios, fue encontrarme con mis raíces. De hecho los primeros tiempos recorrí muchas oficinas abandonadas con mi mujer y mis dos hijos, que llegaron de 7 y 5 años. Acá he hecho grandes amigos, que aún conservo, me desarrollé profesionalmente y en términos familiares fue una aventura que nos permitió afianzar los lazos y emprender una nueva forma de vida, lejos de la familia basal, que nos ha permitido estar juntos y disfrutar de un cariño que crece todos los días.
¿Cuál es su lugar favorito de la región, por qué?
- Aunque suene cliché, nos agrada todo lo que nos rodea, pero debo manifestar que echo de menos Antofagasta de 15 años atrás. Hoy la veo muy grande pero poco desarrollada, podría asegurar que nos quedamos estancados, falta orden en general. Aun así, la apreciamos de todas maneras. Y en cuanto al lugar preferido, es la costa y en especial Punta Itata, la que visitamos regularmente y algún día, creemos, llegaremos a establecernos como residentes y gozar de esa playa tan linda y segura.
¿Qué lo mueve, cuáles son sus grandes pasiones en la vida?
- A estas alturas de la vida, es compartir con mi familia y los amigos, leer, pasear y viajar. Lamentablemente por la pandemia, debimos postergar con mi señora el recorrer nuestro país. Y la otra gran pasión ha sido formar a futuros jóvenes en el manejo de la ciencia de la Prevención de Riesgos, hoy denominada Prevención de Pérdidas, y no sólo a jóvenes, sino que también a ejecutivos.
En lo personal, ¿cómo ha vivido estos meses de pandemia?
- Con incertidumbre y algo de temor, pero bien protegidos y obedeciendo las medidas de Minsal. Estuvimos encerrados 7 meses con absoluta prohibición de salir a exponernos, donde jugaron un gran papel mis hijos, quienes nos atendieron con su cariño y nos abastecieron de los insumos necesarios. Felizmente somos, como se dice, caseros por tanto no nos costó hacerlo.
¿Cómo será la sociedad post covid?
- No tengo un buen pronóstico, indudable que no seremos iguales, se hará necesario pensar y actuar diferente, deberemos cambiar nuestra visión del trato del planeta, de la fauna, flora, de la relación con uno mismo, y por sobre todo tenemos que reflexionar cómo serán las relaciones entre nosotros, los humanos.
¿Cuál fue la mayor enseñanza de sus padres?
- En primer lugar, el amor a la familia, nunca me he olvidado lo que nos pedía mi padre: que cuando él partiera, no descuidáramos a mi madre por nada del mundo. También agregaba la honradez, disciplina y el dar siempre en cada trabajo que tuviéramos el 100 % y si se necesitaba el 110% o más debíamos conversarlo con el demandante. Y mi madre nos decía buscar la felicidad y en cuanto a las oportunidades de la vida estar atentos, siempre, pero parados en segunda fila, pegados a la primera, esperando se nos presentara.
¿Dónde quiere estar en diez años más?
- Sólo quiero estar sano, feliz y con mi familia consolidada, lo que más me interesa es ver a mis hijos y nietos, y probablemente bisnietos, desarrollados, profesionales y con un gran corazón para ayudar al prójimo o quién lo necesite. Y por último cumplir el sueño de vivir en Punta Itata.