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18 de septiembre: la fecha de Chile

Son muchos los desafíos y estos serán alcanzados si somos capaces de encontrarnos y responder con sinceridad a los reclamos por dignidad y no más abusos. Es obvia y patente la división entre chilenos y este asunto no puede postergarse. Ninguna sociedad puede habitarse cuando las personas se observan como enemigos irreconciliables.
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Chile, nuestro país, cumple 220 años de historia republicana, desde aquel 18 de septiembre de 1810, momento en que se constituyó la primera Junta de Gobierno presidida por Mateo de Toro y Zambrano. Era un momento complejo para una España invadida por Napoleón y el florecimiento del pensamiento ilustrado, marcado por la Revolución Francesa y una serie de avances técnicos.

Poco más de dos siglos es un lapso breve considerando la historia de los seres humanos en la tierra, Chile, desde entonces, aparece como un país pequeño, pero relevante en algunas áreas en el concierto latinoamericano y mundial.

Somos apenas 18 millones de habitantes, quizás escondidos entre la cordillera, el desierto, el océano Pacífico y los hielos del Polo Sur, y si algo nos ha demostrado todo este tiempo es que nunca nuestra existencia ha sido fácil. La morfología del territorio nos muestra que somos un espacio donde la naturaleza bulle con frecuencia, mediante terremotos, aluviones, episodios vulcanológicos, entre otros, que han templado nuestra idiosincrasia de una manera potente.

Chile ha enfrentado guerras, externas e internas y ha salido adelante. Los chilenos han sido enemigos en más de una ocasión, como en la guerra civil de 1891, o en los hechos que antecedieron y sucedieron al 11 de septiembre de 1973, causando momentos de dolor y sangre que han resultado difíciles de sanar.

Pero los chilenos también hemos aprendido de resiliencia, somos trabajadores y honestos, los casos que no se resumen en aquello son la excepción, en ningún caso la regla. Somos fuente de poesía, investigación, notables ejemplos de creación de mundo, aunque hoy contrariados por el desencuentro, la rabia de algunos, la falta de liderazgos y, sobre todo, cierta incapacidad para conversar y encontrarnos.

Son enormes los desafíos reclamados por distintos sectores. Todos son válidos, pero dar solución pasa por bajar las murallas y apelar a la creación de comunidad. Hay demasiados objetivos que lograr y ninguno será posible sin una conversación honesta.

No nos neguemos a ese sueño.

Aprendizajes desde la pandemia

"Es cierto que las clases presenciales son insustituibles. Sin embargo, también es posible modularlas". Manuel Dannemann Correa, Director Educacional / Red Educacional Magister
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La expresión nada será igual luego de la pandemia se ha instalado en el lenguaje y en el imaginario colectivo. Se repite en los medios, en las declaraciones oficiales, en la conversación cotidiana. Sin embargo, aún con todos los efectos que está teniendo esta crisis global, y los que vendrán, de no movilizarnos para que de verdad ocurran cambios estos se quedarán resignados a respuestas reactivas o abandonados a una mera generación espontánea.

En la educación escolar estamos en una coyuntura que tiene caracteres de especial singularidad, inéditos. Luego de este transe, cuando podamos regresar a las clases presenciales, no debiéramos retornar a los viejos y rutinarios sistemas de aprendizajes, haciendo más de lo mismo. Estamos frente a una oportunidad de hacer las cosas de otra manera, de ampliar la mirada y que las habilidades del siglo XXI dejen de ser definitivamente declarativas, que por fin lleguen a las salas de clases.

Desde fines de marzo los alumnos descubrieron que su dominio de las pantallas estaba más próximo al juego y a las redes sociales, que al trabajo escolar. Los profesores debieron hacer clases a distancia o desde una plataforma, en un régimen desconocido para ellos, y donde muy pocos estaban preparados. Se hizo más evidente que la industria más atrasada en tecnología, transformación digital e innovación, es la educación. Quedando además en evidencia las brechas existentes entre los estudiantes, en estándares de acceso a la tecnología y la conectividad.

Junto con las dificultades y los déficits también se han generado oportunidades de mejora. Las clases y las metodologías, empujadas por la experiencia ganada en medio del COVID19, están incorporado recursos y plataformas más eficientes para la gestión escolar, para el uso efectivo del tiempo, generando espacios de autonomía y autoaprendizaje, como desarrollando experiencias de trabajo colaborativo inéditos. La introducción de prácticas asociadas al trabajo en base a proyectos y problemas, aún bajo un régimen a distancia, están desplazando a la exclusividad omnipresente de las cátedras, develando que también es posible aprender con otros modelos y metodologías. Hoy, docentes y alumnos, están mejor aspectados para asumir una necesaria y urgente alfabetización en competencias digitales. Si a todo esto se asocia una convivencia tecnológica saludable, en el manejo de las pantallas y en el respeto entre sus usuarios, la revolución será potentísima.

Es cierto que las clases presenciales son insustituibles. Sin embargo, también es posible modularlas, sobre todo asociarlas cada día más a las tecnologías. Hace falta una definición estratégica en las políticas de estado y en las escuelas, como de la disponibilidad de recursos, para finalmente dar el salto que necesitamos. No perdamos la oportunidad.

Violencia hacia la mujer: la verdadera pandemia

"No queremos más un Estado que siga fallando ni tampoco una sociedad que continúe normalizando estos ataques". Piangella Obrador M., Periodista
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Estos últimos meses han sido intensos y duros para todas y todos debido a los efectos del coronavirus en múltiples aristas de la cotidianeidad. Sin embargo, la pandemia y el confinamiento ha dejado en evidencia la crisis que viven muchas mujeres en sus hogares, a través de la violencia de género que no da tregua.

Ninguna mascarilla podrá proteger esta violencia sufrida en la esfera privada porque es la verdadera pandemia que ataca a nuestro género al estar más expuestas, aisladas y vulnerables. Al respecto, ONU Mujeres advierte que las medidas de cuarentena, los espacios de vivienda reducidos, así como el estrés económico e intrafamiliar, afectan sobre todo a las mujeres y niñas.

El Ministerio de la Mujer y Equidad de Género contabiliza hasta el 15 de septiembre de 2020, 27 femicidios consumados y 88 femicidios frustrados. En tanto, la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres es más enfática e indica que este año se registran 34 femicidios, un castigo femicida y tres suicidios femicidas

A este escenario se suman los resultados de la Cuarta Encuesta de Violencia contra la Mujer, exhibiendo cifras muy preocupantes. Existe una baja significativa en las denuncias presenciales, no obstante, se registra un aumento exponencial en las llamadas al Fono de Orientación y Ayuda para Mujeres Víctimas de Violencia (1455), notificándose más de 15 mil atenciones desde el 29 de abril. Sumado a ello, entre 2017 y 2020, el porcentaje de mujeres que reconocen haber sufrido violencia, aumentó de un 38% a un 41%.

El contexto actual complica más la posibilidad de denunciar, incluyendo limitaciones a las mujeres en el acceso a teléfonos y líneas de atención, además de la alteración de servicios públicos como Carabineros, la justicia y organismos sociales. Estos aspectos también arriesgan la atención a tiempo tras un caso de violencia, el apoyo a las víctimas de violaciones y contención psicológica para resguardar la salud mental de quienes sobreviven a estos ataques. Todos estos aspectos convergen y fortalecen la impunidad de los agresores.

Además del impacto económico y las implicancias que ha dejado el coronavirus, debe abordarse debidamente y con urgencia el aumento de la violencia contra las mujeres porque es una pandemia que se vive en la sombra. Porque no queremos más un Estado que siga fallando ni tampoco una sociedad que continúe normalizando estos ataques, sin permitir impulsar con suficiente fuerza el cambio cultural que necesitamos para que las relaciones justas entre hombres y mujeres sean una realidad.