Regreso a clases
Alcaldes y familias tienen temores fundados respecto a un retorno seguro para los estudiantes. Habrá que asumir que el retorno es hoy muy incierto. Si bien el coronavirus parece tener una baja peligrosidad en los menores, ellos son un activo potencial de enfermedad para otros grupos de riesgo, cuestión que debe tenerse presente a la hora de decidir.
No han sido días fáciles para el mundo de la educación producto de la pandemia. Universidades, liceos, escuelas y colegios han visto completamente alterados sus desarrollos al enfrentarse a un escenario inédito para el cual nadie estaba preparado.
Desde marzo contamos casi seis meses de los efectos del COVID-19, lo que para el sector educacional se ha traducido, en aquellos que pueden, en implementar clases telemáticas y entrega de guías.
Es bien evidente que no hay nadie que se sienta cómodo con la modalidad, los menores no están aprendiendo todos los contenidos necesarios, cuestión obviamente explicada por las dificultades de un asunto inmenso.
Al respecto, queda la convicción de que ninguno de los alcaldes de la región está por proponer el regreso físico a clases y debiéramos sumar a muchas familias que tiene dudas de todo tipo. Con toda honestidad debe reconocerse que se trata de juicios fundados. Hoy por hoy, no están las condiciones para tener clases seguras, tanto por el nivel de contagiados, como porque los establecimientos no tienen las infraestructuras necesarias para evitar las infecciones.
Por cierto, los efectos económicos son inmensos. Las corporaciones educacionales municipales y sostenedores privados están padeciendo los rigores de subvenciones restadas, mientras se mantienen los gastos fijos.
Es obvio que no se vive una situación ideal para nadie. Sin embargo, deberemos asumir que un regreso -al menos este 2020- parece casi imposible y no sabemos cómo y cuándo podría producirse el retorno.
En el caso de los infantes de edad preescolar o primeros años de edad escolar, la situación es más difícil por las propias características de los menores. Hacen imposible trasladarle una responsabilidad de auto cuidado.
Si bien el coronavirus parece tener una baja peligrosidad en los menores, ellos son un activo potencial de enfermedad para otros grupos de riesgo, cuestión que debe tenerse presente a la hora de tomar cualquier decisión. Los rebrotes ocurridos en otras naciones también son un punto relevante a considerar.
En esa perspectiva, el sector, apoyado por el gobierno y toda la comunidad educativa, esto es profesores, padres y apoderados, deben tratar de hacer lo posible para la mejor entrega de contenidos en las condiciones actuales. Esto es lo que hoy, con certeza, tenemos a la mano.