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Conocimiento del terreno

La experticia nos hace ciegos ante algunos fenómenos y el exceso de una élite al momento de dirigir, hace más pequeñas las interpretaciones de lo que nos rodea. La élite chilena, salvo excepciones, proviene de un sector específico: el sector oriente de Santiago; estudió en siete colegios particulares y se especializó en dos o tres carreras en dos o tres universidades.
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Mientras era ministro de Salud y a poco de salir del cargo, Jaime Mañalich reconoció que estaba sorprendido del nivel de hacinamiento que había en algunos sectores de Santiago, factor que explicaría el explosivo nivel de contagiados de coronavirus que hubo en gran parte de Chile hace algunos meses. El entonces secretario de Estado entregó su versión, que molestó a muchos que de inmediato le acusaron de desconocer una realidad evidente del país. Poco sirvió que el hombre pidiera disculpas, algo que en el país es cada vez menos valorado.

Pero el ejemplo/problema es más recurrente de lo que se cree: buena parte de la élite nacional carece de los más escasos conocimientos respecto de las precariedades de la sociedad chilena. Ven grandes números y tendencias, pero desconocen en qué se traduce y qué significan todas esas estadísticas, que siendo importantes son sólo un dibujo de algo más amplio y complejo que debe ser conocido en terreno.

Hay una tremenda sabiduría en la Grecia antigua que educaba a sus futuras autoridades y familias ricas junto a los hijos de las familias menos acomodadas. Así estaban juntos el hijo del artesano junto al hijo del legislador, cuestión que tenía un profundo sentido político y de preparación para las futuras generaciones que debían administrar la sociedad helénica.

La realidad nacional es muy distinta. La élite chilena, salvo excepciones puntuales, proviene de un sector específico: el sector oriente de la Región Metropolitana, estudió en siete colegios particulares y se especializó en dos o tres carreras en dos o tres universidades. Eso puede confirmarse revisando los currículums disponibles en los portales respectivos.

Tal pobreza de interpretación nos termina pasando cuentas que están a la vista: en el estallido social, la pandemia y antes con la incapacidad de anticipar lo que estaba en ciernes.

Hay una evidente desconexión de las autoridades -falta de calle, dirán algunos- con el grueso de la sociedad nacional y ese desconocimiento, que coquetea con la despreocupación, la falta de empatía y la idiotez, perjudica a toda la nación.

Litio, una historia de colaboración

"Somos parte de la Región de Antofagasta. El 83% de nuestros trabajadores son de esta región". Ellen Lenny-Pessagno, Country manager Albemarle
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Hace 40 años se iniciaba la historia de la producción de litio en Chile. Seguramente quienes fueron pioneros en 1980, no imaginaron nunca lo fundamental que sería esta industria en 2020, en donde hay consenso en que toda reactivación post pandemia será sostenible, y en ella, el litio debe ser actor protagónico.

Colaboración, diálogo y valor social han sido conceptos clave en el desarrollo de nuestra compañía. Desde Foote Minerals, pasando por Sociedad Chilena del Litio, Rockwood y hoy, Albemarle, la asociación estratégica con el Estado ha demostrado ser una alianza virtuosa que ha permitido generar una industria competitiva, sostenible y que ha marcado el camino de una nueva forma de relación entre empresa y comunidad.

Tenemos un contrato con el Estado, a través de Corfo, con condiciones únicas en el mundo, que se traducen en inéditos aportes económicos a Chile y, también, para Investigación y Desarrollo a través de consorcios que apuntan a temas tan relevantes como la Economía Circular y la electromovilidad. Al año 2043 habremos entregado 300 millones de dólares para I+D, por lo que estamos seguros que seguiremos lanzando más iniciativas, a través de Corfo, en los años siguientes. Estos aportes representan la contribución más grande al estado chileno para I+D.

Estamos insertos en el Salar de Atacama, un lugar hermoso y de gran valor cultural y ambiental. Pero también hogar, desde hace miles de años, de comunidades indígenas. En 2016, firmamos un inédito acuerdo para trabajar en conjunto en la protección del Salar de Atacama. Además, compartimos anualmente con el Consejo de Pueblos Atacameños y las 18 comunidades que agrupa, el 3,5% de nuestras ventas, las que son invertidas en sus planes de desarrollo con total autodeterminación. Ello nos ha demostrado el valor del diálogo, de las miradas de largo plazo, y de la importancia de la confianza que se construye a diario con nuestras acciones.

En Albemarle vemos a Chile como un socio confiable con el que hemos desarrollado en conjunto la industria del litio por 40 años. Por eso estamos aquí y ese compromiso se refleja, por ejemplo, en la construcción de una nueva planta en Antofagasta, con una inversión de US$700 millones, que nos permitirá, a partir de mediados de 2021, tener la capacidad de duplicar nuestra producción.

Somos parte de la Región de Antofagasta. El 83% de nuestros trabajadores son de esta región y el 37% de quienes trabajan en nuestra Planta Salar pertenecen a pueblos originarios. De igual manera, la inclusión es un tema fundamental y podemos decir con orgullo que 14,44% de Albemarle Chile está compuesto por mujeres y que trabajamos a diario por aumentar esta cifra. Han sido 40 años de muchos aprendizajes, y estamos seguros que el tiempo que viene será una nueva etapa de colaboración con el desarrollo regional, aportando desde Chile, con gran parte del litio que mueve al mundo.

Alcalde suplente: nuevos aires

"Insto a apoyar a Ignacio y dejar los egos de lado; a los partidos políticos, a lavar la ropa sucia en casa". Camilo Kong Pineda, Sociólogo y concejal independiente por Antofagasta
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"Será una marioneta", "es más de lo mismo", "es muy cabro chico", "muestra poco su trabajo", "se requería de un liderazgo más consolidado". Estas son algunas de las frases que se manifiestan a pocos días de asumido el alcalde suplente de la comuna, Ignacio Pozo Piña, el más joven del país.

Analizando contenido en medios de comunicación tradicionales y redes sociales, mujeres y hombres, de distintas edades -máxime sobre los 30 años-; en políticos locales, profesionales, "opinólogos" y ciudadanía en general, se percibe y comprueba la desconfianza y el malestar social, ampliamente estudiados. Por lo tanto, no es novedad leer comentarios como los ya referidos.

Tampoco es nuevo el planteamiento de la "crisis de la democracia", puntualmente de la representativa, señalada por intelectuales como Manuel Castells, y con el cual coincido. Mas estoy en desacuerdo con la crítica simple, los prejuicios y con subestimar la labor de alguien que recién coge el timón de un enorme buque, que surca las aguas más complejas en décadas, en las que, probablemente, solo hemos visto la punta de un iceberg.

La superioridad con la que se habla, es muy cercana a la hegemonía de relaciones sociales asimétricas, cuyo modelo de referencia y ejercicio del poder está centrado en los adultos; haciendo un juego de palabras simples, "hay un poco de comentario en su adultocentrismo".

En su columna dominical, Francis Espinoza señala -entre otros- que "un rostro desconocido y sin mucho trabajo visible en terreno como el caso de Pozo Piña es la antítesis de un liderazgo que se requiere para limpiar la imagen de una cultura de corrupción en la Municipalidad de Antofagasta". Con respeto, además de tener una actitud prejuiciosa frente al alcalde, me parece poco atinado referenciar las muertes por el COVID-19 respecto al "fallecimiento de la voluntad ciudadana".

Si bien es legítima la desconfianza, para quienes nos toca estar "de este otro lado", el clima es distinto. El alcalde Pozo ha demostrado, con hechos concretos y desde antes del pitazo inicial, una voluntad real para trabajar en equipo; con mayor protagonismo del juego colectivo y transversal (funcionariado interno y externo municipal, concejo municipal, ciudadanía) más que figuración personal; mayor apertura de espacios para proyectar cambios culturales en el municipio; entre otras.

Lleva pocos días en el cargo y estamos en un campo difícil, con temas urgentes y escenarios futuros en que avanzar. Se requiere de trabajo mancomunado entre instituciones públicas y privadas, academia y sociedad civil organizada; del pueblo antofagastino en su conjunto, con nuestras diferencias y puntos en común. Insto a apoyar a Ignacio y dejar los egos de lado; a los partidos políticos, a "lavar la ropa sucia en casa"; a todas y todos, a obrar con mayor humildad y antofagastinidad, por una mejor Antofagasta.