Pandemia: sin internet no hay educación virtual
"Yo hago las tareas porque mi maestra me las manda por el teléfono. Y aquí mami me ayuda, pero no es igual porque la maestra sabe más. También quisiera estar con mis compañeros. Allá la maestra me explicaba mejor. Me hubiese gustado terminar las clases, porque iba para tercero", cuenta Beatriz, una niña de 8 años que vive en el municipio San Francisco, al sur de Maracaibo, en el estado Zulia. Como en su casa la luz se va todas las mañanas, su mamá se enteró un mes tarde del programa estatal de televisión que se transmite a esas horas. Su señal de televisión tampoco funciona bien cuando hay luz.
"Conozco casos de niños que estudian en colegios públicos que no están viendo el programa de televisión por los reiterados y largos apagones -asegura Luisa Pernalete, coordinadora de Educación para la Paz en la red de escuelas Fe y Alegría, desde hace 46 años-. Maracaibo, Barquisimeto, Mérida, San Cristóbal e incluso Caracas tienen constantes fallas de electricidad, y pueden pasar 6, 7 y 8 horas sin luz. La precariedad del país se puede equiparar a los más pobres, como Haití y Honduras. Ya teníamos una emergencia sanitaria compleja, y ahora tenemos una crisis sobre otra, una emergencia sobre otra. Esto, lo que ha hecho es agravar lo que sucedía antes de la cuarentena. Por eso, me cuesta pensar que sea un éxito este año escolar con este trimestre a distancia".
En la región, otros países viven una situación similar, señala Elena García, especialista en temas de integración de las TIC en procesos educativos y coordinadora de Virtual Educa, programa de la Organización de Estados Americanos. "Tenemos muchos chicos en América Latina que viven en situaciones de pobreza casi extrema. Sin los recursos básicos, sin servicios de agua potable ni electricidad, por supuesto, no pueden acceder a clases dadas ni por radio, ni por televisión, ni a través de un medio digital. Si no hay electricidad en un sitio, es muy difícil llegar a ellos" dijo García para este reportaje.
Tal es el caso de Venezuela, donde el Observatorio Nacional de Servicios Públicos local publicaba en junio de 2019 que solo 75 por ciento de la población tenía acceso continuo a electricidad, y 54 por ciento de los consultados informaba de apagones varias veces al día todos los días, una situación que se ha agravado en el último año. Este estudio contrasta con el acceso del 100 por ciento que reporta el gobierno de este país al Banco Mundial, y con la media de acceso a electricidad en América Latina, que es del 98 por ciento.
A esto se suma que la carencia de servicios también entorpece el desempeño de los maestros. Fausto Romeo, presidente de la Asociación de Institutos Educativos Privados de Venezuela, afirma: "La falta de luz hace que nuestros docentes tengan que esperar que llegue la electricidad para cargar la batería del celular y poder comunicarse con sus alumnos".
Esa baja cobertura en los servicios públicos esenciales es apenas uno de los factores adversos. La efectividad de los programas gubernamentales de educación a distancia está ligada a la conectividad y al acceso a las plataformas tradicionales. Es así como, desde el cierre de las escuelas, la brecha digital, que se define a partir del acceso a banda ancha fija, a dispositivos tecnológicos y a los conocimientos para usarlos, también exacerba la desigualdad en América Latina y el Caribe.
En la región, 39 por ciento de los hogares no tienen acceso a internet, de acuerdo con un informe del Monitor Global de Educación de la Unesco, publicado en mayo del 2020. El estudio, que solo consideró a los países que decretaron el cierre nacional de sus escuelas, advierte sobre la gravedad de que más de un tercio de los estudiantes matriculados no puedan alcanzar la educación virtual, debido a que más del 60 por ciento de las alternativas nacionales de aprendizaje a distancia (de todo el mundo) dependen exclusivamente de plataformas en línea. "Estos estudiantes, la mayoría de las veces de hogares rurales o de bajos ingresos, están excluidos de facto de las alternativas nacionales de aprendizaje en línea durante los períodos de confinamiento", señala la publicación.
En América Latina y el Caribe, de acuerdo con cálculos propios basados en mediciones de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, la suscripción de banda ancha fija es de alrededor del 14 por ciento. La media del acceso a computadores es del 35 por ciento.
La situación es tan grave en las escuelas como en los hogares. Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, sobre los efectos económicos y sociales de la covid-19, afirma que las instituciones educativas carecen de la
Casi 40 por ciento de los hogares de la región no tienen acceso a internet, y el porcentaje de casas con computadores es aún más bajo. Algunos países aprovechan recursos disponibles como la radio y la TV; otros, con precarios servicios públicos, no pueden hacerlo. La infraestructura básica marca diferencias estructurales.
Por Connectas
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ilustración: juan García