Chile era en los años 90 una nación más pobre y menos sofisticada, pero con una enorme ventaja en lo colectivo: asignaba un valor enorme a la democracia, como una mejor forma de gobierno. Aquello, y la recuperación de las libertades, como sueño colectivo implicó una suerte de bálsamo para una sociedad fracturada desde mucho antes de los hechos ocurridos a partir de septiembre de 1973.

Tal acuerdo social, que implicó democracia, apertura al mundo, desarrollo privado y funciones específicas de lo público, la relación entre el Estado y el individuo, entre otros, es lo que hoy está en cuestión.

Es indudable que el asunto se ve también impactado por la modernidad del país, por el avance de las comunicaciones, las redes sociales, el individualismo, la secularización, la ausencia de grandes relatos políticos y de liderazgos. Hay una incertidumbre que supera al individuo, al tiempo que lo modela, haciéndolo más consciente de su finitud, pero dejándolo desprovisto ante las interrogantes propias de la vida.

Es aquello lo que no entendemos bien y erróneamente confundimos con complots políticos. La vida es más compleja y ha sido un error simplificarla, es decir, las personas son cuadros con enormes matices y lecturas, mientras las sociedades son paisajes riquísimos que cambian continuamente.

Es por ello que distintos analistas sostienen que el país requiere un nuevo pacto social.

Es para discutir si el actual está ya sobrepasado, derechamente destruido o tiene alguna oportunidad de ser reparado, pero es indudable que algo hay que hacer y acometer al respecto.

Lo complejo es atreverse a dar el paso, a confiar en el otro y asumir que el inmovilismo es fatal, tanto como pretender capturar el futuro con la óptica del pasado. Hay que mirar el mundo, las buenas experiencias y asumir que Chile, todos quienes viven aquí, merecen mucho más y es posible hacerlo.

En esto hay que ceder, todos deben hacerlo, a riesgo de que esta crisis se transforme en estructural y nuevamente quedemos a medio camino de un país con desarrollo frustrado, teniendo innumerables ventajas para alcanzar el éxito.

Unos días atrás se dio inicio a una iniciativa solidaria que se venía gestando desde hace varias semanas. Iniciativa surgida del deseo de varias organizaciones tanto nacionales como internacionales, empresariales y universitarias, todas lideradas por el Arzobispado de Antofagasta, con la única finalidad de solidarizar ante la emergencia sanitaria que nos ha acompañado desde hace varios meses y en la medida que pasa el tiempo se van agudizando algunas necesidades básicas en muchas familias de nuestra ciudad y zona.

Por la conciencia social y ética, que tienen todas las instituciones comprometidas en dicha Campaña, más aún, para la Iglesia católica, cuya dimensión social es inherente a su ser y a su tarea evangelizadora, se quiere acompañar el sufrimiento de tantas personas y familias, solidarizar con ellas y, con la ayuda de todas aquellas personas e instituciones que deseen sumarse, continuar cooperando, en la medida de lo posible, en la disminución no solo de la pobreza inmediata provocada por el COVID-19, sino avanzar también en el acortar la brecha económica que produce tantas divisiones en nuestro país.

La iniciativa que se ha dado a luz no quiere debilitar las acciones solidarias que desde el comienzo de la pandemia se han desplegado en diferentes puntos de la ciudad y región, promovidas por parroquias, juntas de vecinos, organizaciones sociales, etc., sino que es una iniciativa que quiere incorporar a todos los que puedan cooperar, personas o empresas, ya sea con alimentos no perecibles, útiles de aseo, pañales para bebes y para adultos, que puedan hacer llegar al lugar de acopio ubicado en la Universidad Católica del Norte, o bien, con dinero depositado en la cuenta corriente a nombre del Arzobispado de Antofagasta, dinero que será invertido en alimentos, pañales o útiles de higiene y elementos de protección personal (detalles en www.deliverysolidaridad.cl)

Esta iniciativa quiere llegar a todos los que realmente lo necesitan, por ello se han unido a los organizadores otros actores llamados "socios territoriales", son dirigentes que conocen el terreno y las necesidades concretas de las personas y familias, ellos ayudarán a canalizarlas adecuadamente. Esta es, quizá, la novedad más importante de Delivery Solidaridad.

El papa Francisco dijo en medio de la pandemia, en la soledad de la Plaza San Pedro: "Nadie se salva solo". Esa es una sólida convicción y en ella fue lanzada esta iniciativa; todos podemos ayudar, nadie puede dispensarse, el grado de ayuda de cada uno podrá ser distinto, pero, como decía el P. Alberto Hurtado: "Hay que dar hasta que duela" o: "Hay que dar desde la pobreza". Confiamos en todos los ciudadanos y que esta iniciativa dará su fruto para bien de tantas personas y familias necesitadas.

El sistema de registro, evaluación y calificación de empresas proveedoras (Sicep), nace como respuesta a una necesidad planteada por empresas proveedoras regionales hace ya más de 20 años. Fue en una reunión de empresas proveedoras de Antofagasta (1998), en que se plantea la innovadora idea de contar con un registro homologado de proveedores, para mayor eficiencia y seguridad en la gestión de la industria y la minería. De un trabajo conjunto de la AIA, Sercotec y las empresas mineras nace Sicep.

Sicep es una innovación institucional y técnica que la Región de Antofagasta le aporta a la gran industria, diseñado y construido con tecnología y recurso humano regional y, con trabajo asociativo entre las grandes con las pequeñas y medianas empresas. Sicep es una ejemplar innovación y tecnología regional, resultado del trabajo en equipo y clusterizado.

Reconociendo y aprovechando la tecnología Sicep y luego de varios meses de trabajo conjunto, Antofagasta Minerals y Sicep/AIA firmaron un Acuerdo de Colaboración con el objetivo de fortalecer el relacionamiento de las empresas mineras del grupo con la base de proveedores regionales, mejorar la calidad de información en los registros y clasificación de proveedores por rubros o categorías por parte de SICEP y habilitar la plataforma SICEP como conexión para la entrega de información y difusión de actividades relevantes del área de Abastecimiento de Antofagasta Minerals. Este Acuerdo potenciará simultáneamente el desarrollo competitivo y sustentable de la industria minera y el desarrollo de las empresas proveedoras regionales.

Esta es una excelente noticia para la Región de Antofagasta y, muy especialmente, para las empresas proveedoras y prestadoras de servicios de nuestra región. Este es un aporte directo al corazón de nuestras empresas, sus trabajadores y familias. Con este Acuerdo, estamos en presencia de una contribución muy directa al proceso de clusterización minero industrial, lineamiento estratégico que orienta la construcción de un desarrollo sustentable para nuestra región.

Este es el camino que ha priorizado el Directorio de la Corporación Cluster Minero de nuestra región para la actual coyuntura: "para la reactivación económica y social en nuestra región se deben fortalecer los encadenamientos productivos con prioridad en las empresas regionales y en el empleo local. Toda la cadena de producción debe priorizar la contratación de proveedores y mano de obra local".

Este Acuerdo se debe replicar y, a partir de ahora, queda a disposición de la industria regional, para que con sus aportes se vaya perfeccionando y ajustando a los requerimientos de cada empresa en su vinculación con las empresas proveedoras regionales y desarrollo mutuo.