Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Actualidad general
  • Opinión
  • Clasificados
  • Servicios
  • Deportes
  • Espectáculos

"Antofagasta hizo realidad mis sueños"

IDENTIDAD. Irina Salgado Gómez, periodista y servidora pública.
E-mail Compartir

La periodista Irina Salgado Gómez divide en dos etapas su vida en la región. La primera hasta los 12 años en Chuquicamata, donde nació en 1974; y la segunda desde 2010 en adelante, cuando regresa definitivamente, tras un largo paso por Santiago y unos semestres viviendo y estudiando en Inglaterra.

Su naturaleza inquieta la ha convertido en una mujer multifacética: servidora pública, empresaria y también activa participante en política, a lo que suma ahora último su rol: el de esposa y madre.

Irina quiso ser periodista fascinada por los relatos de Gabriel García Márquez, y ya tiene el título de su primera novela, la cual aún no escribe.

¿Qué significa para ti haber nacido en Chuquicamata?

-Es un sello especial nacer en Chuqui, la mina a rajo abierto más grande del mundo en esa época. Era un lugar soñado, lleno de vida, alegría y prosperidad por la minería, el llamado sueldo de Chile. Y al mismo tiempo lleno de esfuerzo y sacrificio, donde todos se conocían y había vida de barrio.

¿Cuál es tu recuerdo más feliz o el que más te marcó?

-Mi recuerdo más feliz es cuando mi abuelito, quien fundó Radiadores Gómez en compañía de mi abuelita Carmen, me llevaba a su "taller", como él le decía a la empresa donde trabajaba, y me enseñaba lo que hacía y me decía que con educación y trabajo uno hace realidad sus sueños. Luego nos arrancábamos a una pastelería a comer dulces y helados. Fui la nieta más consentida.

¿Por qué eliges estudiar periodismo, qué o quién te inspiró a elegir esta profesión?

-Siempre me gustó leer y escribir, aunque en mi familia querían que fuera ingeniera o abogada. Yo quería ser escritora y sentí que ser periodista era la forma, cuándo leí la nivela 100 Años de Soledad en la media, vi que García Márquez era periodista y dije ese será mi camino para escribir historias. Tengo el nombre de mi primer libro "Las hijas del cobre", que narra la vida de mi mamá y sus hermanas, cuatro mujeres increíbles.

¿Cuando regresas a la región, el año 2010, que cambios encontraste?

-A pesar de haberme ido en 1987, volvía siempre en la vacaciones de invierno y verano. Venía a ver a mis abuelos, que desde el 91 vivían en Antofagasta. Yo regresé para radicarme el 2010 y era otro Antofagasta, ya había cambiado el borde costero, había crecido muchísimo al norte, al sur y al cerro. Era una ciudad más pujante y diversa con nuevos migrantes.

¿Qué es lo más importante que te ha dado Antofagasta y la región?

-Antofagasta ha hecho realidad mis sueños, tengo mi familia, trabajo en lo que me apasiona y además aporto día a día a mejorar la calidad de vida de esta tierra, que me ha dado las alegrías más grandes, mis tíos Carmen, Gilda y Raúl a mi lado con mis primos. Y por sobre todo nuestro hijo Paolo y mi esposo Giancarlos. Soy una bendecida por el amor que ellos me dan.

¿Quiénes son las personas que más han influido en ti?

-Mi madre Silvia, ella ha sido mi modelo a seguir, una mujer sencilla, humilde, generosa, emprendedora, amiga, y a quien extraño desde el día que se fue hace 13 años. Ella siempre me apoyó en todas mis locuras y celebró conmigo todos mis éxitos. Me decía "estoy orgullosa de la mujer que eres".

¿Qué capítulo de tu vida estás viviendo ahora?

-¡Llevo 4 meses casada en cuarentena! Aunque con Giancarlos llevamos varios años juntos, él es venezolano. Nos casamos el 28 de enero, nos fuimos de luna de miel y al regreso: coronavirus y cuarentena. En verdad vivo una etapa de vida en familia que atesoro. Paolo es mi hijo del corazón, tiene 8 años, ellos junto a Leopoldo nuestro perro, son mi razón de cada día para levantarme, sonreír y dar. Siento que estoy en otra etapa de mi vida, y me agrada mucho.

¿Qué valores deseas inculcar en tu hijo?

-Los que hacen a una gran persona: respeto, agradecimiento, humildad y por sobre todo un buen corazón, mucho amor, ternura y risa. Ah y perseverancia en leer y estudiar.

¿Desde lo público, que se puede hacer para que la región sea un mejor lugar para vivir?

-Transformar el borde costero, espacios públicos, cerros y dar calidad de vida, lo que tiene que ver con una ciudad de colores que mire el mar, sus atardeceres, recorrer sus quebradas y cerros. Eso debe ser un trabajo planificado entre gobierno local y regional. Y que todos nos sintamos orgullosos de ser Changos, nuestra perla del norte tiene una oportunidad en el turismo y debemos ser más quienes veamos eso.

¿Donde te ves en diez años más?

-Me veo en Antofagasta viviendo con mi familia, con otro hijo o hija, con nuestro emprendimiento transformado en el restaurante multicultural de la ciudad (Arepas Po), y quizás en un cargo público de elección popular trabajando por mi ciudad. Soñar es gratis.