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Construir el futuro de nuestra región

Los actores locales deben encontrarse para crear las vigas maestras del futuro, creando consensos básicos para el futuro y un plan en que la industria minera es fundamental. Seguir haciendo más de lo mismo no sirve, porque nuestra región, el país y el mundo, ya son otros. Delinear el futuro pasa por conversar con honestidad, poner urgencia y crear escenarios posibles.
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Más allá de la coyuntura de la crisis social y la pandemia de coronavirus, debemos decir que la Región de Antofagasta tiene una oportunidad histórica de acercarse al desarrollo, gracias al buen trabajo realizado hasta ahora.

Los indicadores de pobreza, empleo, ingresos, explicitan este juicio. Indudablemente hemos avanzado y mucho, a pesar de los eslóganes repitiendo lo contrario que se han escuchado los últimos meses.

Y en este éxito han sido fundamentales las riquezas naturales que ha ofrecido el territorio, el empuje, creatividad de las personas, empresas y las reglas claras del Estado nacional.

Sin embargo, seguir haciendo lo mismo no nos sirve, probablemente, a riesgo de retroceder mucho de lo avanzado. Requerimos entender el nuevo mundo e imponernos desafíos que aseguren la sustentabilidad económica y ambiental de toda nuestra región, lo que significa poner a las personas en su centro.

Por eso es valorable la disposición manifestada en su momento por la industria minera, que se abrió a la posibilidad de generar un nuevo trato con el territorio, porque entendemos que esta actividad ha sido y será la locomotora más relevante para conseguir innumerables objetivos.

Por cierto, este nuevo trato debe pasar por debatir la sostenibilidad del territorio, detalles que deberán conversarse en adelante en los canales formales, pero con amplia participación ciudadana.

Creemos que esta conversación, para inventar el futuro de las nueve comunas debe tener el concurso y aporte de las mayorías, debe tener un carácter de urgencia y debe ser impecable, porque se trata del legado para las próximas generaciones.

Este nuevo trato, debe ser un plan grueso de lo posible y solo eso dará garantías a la industria minera y a todas las actividades que generan riqueza y aportan a Antofagasta y el país.

Pero debe quedar claro: solo el encuentro honesto, inteligente y con ánimo de colaboración hará posible avanzar en este objetivo del que depende el presente y el mañana. Es una obligación, más allá de las coyunturas que hoy nos atrapan.

Tan solo un instante

"Esta catástrofe nacional y mundial, al pasar de los días nos va mostrando el lado más duro de ella". Martín Bretón Olmos, Magíster en Educación
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Parece increíble que nos pasábamos la vida entera gastando tanto tiempo de ella, haciendo miles de planes y más planes, corriendo para ganar tiempo…siempre sintiéndonos atrasados por esto o lo otro, todo en contra del tiempo, en esa prisa que a menudo llamo, sin sentido. En ese correr y correr, fuimos perdiendo lo esencial del diario vivir, el valor de los minutos que conforman nuestra existencia, que finalmente son nuestra vida. Tan sólo un instante nos hizo despertar en un mundo diferente para todos. Un mundo que nos puso en nuestra puerta, a un temido enemigo, que si no, en todos los casos, afortunadamente, si a la mayoría de las personas sensatas, les ha hecho meditar en la fragilidad del ser.

En alguna columna anterior ya he mencionado, que me resulta difícil escribir de algo tan sensible, pero en este caso, me ha resultado extremadamente difícil tocar el duro tema de la Pandemia en nuestra realidad de región y de País. Cada día veo, como un gran equipo de seres humanos de excepción luchan, dejándose la piel en hospitales y clínicas por salvar la vida de cientos de personas, que ya colapsan el sistema de salud, versus las tristes noticias de que muchos connacionales, se divierten en fiestas clandestinas o "pasean" para distenderse, a cuantas personas he escuchado relatarme, y también soy testigo, de que de muchos balcones de edificios, muchas noches, se escuchan grandes carcajadas y demases, como si la patria estuviese verdaderamente de fiesta, mientras sabemos que a diario mueren gran cantidad de personas, mientras cientos se contagian con un virus mortal; sin profilaxis ni vacuna. Duele el alma comprobar que así es. Al igual en plena cuarentena ver informativos que dan cuenta de gran cantidad de personas que salen a realizar "tramites urgentes"; no hay tramite más urgente que mantenerse en casa respetando a la autoridad sanitaria, de manera tal de evitar la propagación explosiva del mortal COVID-19.

Esta catástrofe nacional y mundial, al pasar de los días nos va mostrando el lado más duro de ella, la cantidad de fallecidos, contagiados, la saturación extrema de los servicios médicos, el stress de los héroes de este flagelo, el maravilloso personal de la salud; quienes exponiendo sus propias vidas, persisten en la lucha sin tregua en contra de este invisible y duro enemigo.

Personas como ellos y ellas no se merecen que quienes no padecen la enfermedad, tengan un comportamiento tan indolente a tal extremo. Además debemos considerar como se vendrá la situación social de nuestra ya dolida patria por mil y una razones. Sin duda no es tiempo de carcajadas. Debemos ser positivos y optimistas, no perder jamás el buen humor y la esperanza; eso es diferente a una risa desafiante e insensible de medianoche. Entender de una vez, que uniéndonos en una conducta responsable saldremos todos juntos de esta grave situación. Cuidémonos y estaremos cuidando a los demás. De estar del lado doloroso, quizás tan sólo nos separe un instante.

Dosis de credibilidad

"Porque no creemos en nada, ni en nadie, ni en nuestros compañeros de trabajo, ni el vecino o el lejano". Héctor Martínez Díaz, Periodista
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En el país hay una crisis de credibilidad, crece de manera proporcional al número de contagiados por COVID-19 diario. No se respeta a la autoridad, tampoco a la peste, no se cumple con la cuarentena, ni con el distanciamiento social.

Pero así como no es creíble el discurso del gobierno, tampoco el de la oposición, se descree de los partidos políticos, de la CUT y ANEF; de las iglesias y los masones; de las feministas y los machistas, de los hétero y homosexuales; del profesor y del alumno; del juez, fiscal y policía; de los jóvenes, adultos y ancianos y, lo que es peor, de que los niños y los borrachos digan siempre la verdad. En tales condiciones poco sentido tendría un acuerdo social si a los actores políticos casi ni se les cree.

Porque no creemos en nada, ni en nadie, ni en nuestros compañeros de trabajo, ni el vecino o el lejano. No creemos en los padres, tíos, abuelos, ni en los hijos, sobrinos, nietos, tampoco en primos o hermanos; no se le cree a la pareja, ni a la amante, esposa o el marido y, cuando nos miramos al espejo, no creer ni en nosotros mismos es de lo más habitual.

Es que ya hay muy poco en quien creer, no en Dios, menos en el Diablo, ni siquiera cuando argumentamos que el gobierno carece de credibilidad, prueba de ello es que cuando se habló de meseta de la curva de contagio y de una nueva normalidad, como era un discurso poco creíble, las personas en lugar de creer aquello, debieron endurecer la cuarentena voluntaria, extremar las medidas sanitarias, ser obsesivos con la higiene, salir a la calle más protegidos que Neil Armstrong cuando pisó a luna y con huincha métrica en el bolsillo para exigir respeto del distanciamiento social. Pero resultó que actuaron de manera distinta, las medidas se relajaron y fue dar credibilidad al discurso de un mandatario que hace rato se le criticaba por poco creíble.

De igual modo, tampoco se le puede creer al ministro Mañalich cuando señala "hay un nivel de pobreza y hacinamiento del cual yo no tenía conciencia de la magnitud que tenía", porque denunciar como ignorancia del ministro el desconocimiento de una realidad, es como decir que es cierto lo que acaba de enunciar.

Pero el Colegio Médico y su presidenta son la excepción, su credibilidad llega a tanto que hoy hasta se les permite hablar no solo de salud, sino también de economía, como con la peste quedaría demostrado que la medicina es la más holística de las profesiones, pronto lo harán de la administración de justicia y no sería nada de raro que en el futuro cercano los galenos sustituyan a los supremos, tal vez es lo apropiado, no porque sean de mano dura y blanda, sino porque sabido es que a los cirujanos no les tiembla la mano.

Como después del 18 de octubre es justo y necesario, un deber ciudadano, salir a protestar, aun en tiempo de cuarentena obligatoria y con toque de queda mediante, la presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, sugirió que sea "a dos metros de distancia y con todas las medidas de aislamiento", sus palabras son un bálsamo para los incrédulos, representan la dosis adecuada de credibilidad en medio de la pandemia, poca, por cierto, pero no se vaya uno a mal acostumbrar.