La dura batalla de una pareja de comerciantes contra el coronavirus
HISTORIA. Nibaldo, de 77 años, estuvo tres veces conectado a ventilador mecánico, y Rosa, de 62, fue diagnosticada días después.
El caso de Rosa Rodríguez, de 62 años, y Nibaldo Gallardo, de 77, refleja la cara más dura de la pandemia de coronavirus.
Esta pareja de comerciantes están entre los primeros antofagastinos que resultaron positivos tras el brote de contagios que se originó en la Vega Central, mercado que luego sería cerrado por la autoridad sanitaria para evitar la propagación del virus y que hace poco reabrió sus puertas.
Tras varios días presentando malestar, fue Nibaldo quien arrojó los primeros síntomas de un posible caso de COVID-19. Sospechas que fueron confirmadas el 17 abril tras realizarse el examen.
De ahí en más lo que vino para esta familia fue la cruda realidad de una enfermedad que no distingue edad, género ni condición social.
Incertidumbre
Desde hace más de un mes la señora Rosa no ha podido ver ni hablar con su compañero de toda una vida. Durante este proceso para detener el avance del virus, Nibaldo ha pasado la mayor parte del tiempo en coma inducido y conectado a ventilación mecánica invasiva, una técnica que permite a los médicos mantener un control de la respiración del paciente e intervenir en la oxigenación y el barrido de dióxido de carbono.
"A él le detectaron el virus el 17 de abril. Estábamos trabajando y comenzó a sentirse mal. Hace días que venía raro. Fuimos al hospital y lo ingresaron a las 11 de la mañana y recién a las 8 de la noche le tomaron el examen. El sábado arrojó positivo y de ahí directo al piso siete, que es donde se trata a los pacientes con coronavirus. Durante todos los días que ha estado internado, tres veces estuvo conectado a un ventilador", explicó su pareja.
Rodríguez agregó que Nibaldo es una persona sana, no fuma ni bebe alcohol, y tampoco registra enfermedades de base. "Al principio me llamaba por teléfono, pero después sus pulmones no resistieron y lo pusieron en un sueño profundo para que no sintiera nada. Hace más de 30 días que no escucho su voz ni lo he podido ver. Lo único que sé es la información que me entrega su hija, que es a quien llama el doctor de vez en cuando para preguntar cómo está su padre".
Como suele ocurrir cuando un individuo arroja positivo por coronavirus, existe una alta probabilidad que las personas de su círculo más cercano también hayan contraído el virus. Y así se repitió con Rosa.
"El día domingo 19 me hice el examen y el lunes me llaman para decirme que soy positiva y que debo estar en cuarentena en mi casa. Pasaron los 14 días y me vinieron a buscar del consultorio y me derivaron al hospital nuevamente porque aún tenía el virus en el cuerpo. Tuve que hacer una segunda cuarentena. Hasta ahora aún estoy esperando a ver si me llaman para que me den el alta", comentó Rodríguez.
Si bien la mujer logró sobrellevar de mejor manera los embates de la enfermedad, la incertidumbre respecto al estado de salud de su pareja y la imposibilidad de hablar con él, sumado a la soledad en que cumplió la cuarentena, fue -según relata la comerciante- la parte más compleja de toda esta tragedia familiar.
"Durante ese periodo la pasé mal. A uno se le llena la cabeza de cosas porque nunca en la vida pensó vivir una pandemia. La parte anímica también te afecta harto. Imagínate con tu pareja en el hospital grave y al otro día tú no sabes si va a estar vivo o muerto, y si muere no lo vas poder ver porque las circunstancias no te permiten ni siquiera velarlo", enfatizó.
"Ha sido terrible porque uno piensa muchas cosas. La cabeza es una tormenta que da vueltas y vueltas y lo único que uno quiere es que él esté bien, saber cómo sigue o escucharlo, por último. Cuando te dicen que a tu pareja lo van a ingresar a la UTI y lo que lo van a conectar a un ventilador, uno no duerme. Me lo imaginaba sentado en la cama, lo escuchaba en el baño, inclusive, así de extremo, yo lo veía dentro de un cajón. Se lo juro", agregó la mujer.
Recuperación
Según explicó Rodríguez, su pareja hace algunos días comenzó a evidenciar alentadores signos de recuperación. Ya fue desconectado de la ventilación mecánica y está recibiendo tratamiento kinesiológico debido al largo tiempo que su cuerpo estuvo inactivo.
"Afortunadamente él ya está consciente y comiendo papilla. Está respirando mejor y lo trasladaron a una sala común. Eso te llena de alegría y te calma el corazón. Uno se mantiene en la fe y en que todo va a salir bien. En estas circunstancias uno ve el apoyo de la familia y los amigos que están contigo", manifestó la mujer.
"Al principio me llamaba por teléfono, pero después sus pulmones no resistieron y lo pusieron en un sueño profundo para que no sintiera nada".
Rosa Rodríguez, Comerciante antofagastina