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Pescadores de Coloso a la deriva: no pueden trabajar y temen al contagio

CIUDAD. La mayoría son ancianos que por décadas se han dedicado a la actividad. Cuarentena y el cierre de restoranes los dejó sin ingresos.
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Jonathan Villella Coyán

Gustavo Rojas, de 79 años, es buzo mariscador desde los 13 años, cuando se metía a las playas de la Región de Coquimbo, para sacar lapas y pulpos.

Oriundo de Ovalle, llegó a Antofagasta en 1975, decidido a buscar su vida en el norte, lo que logró con éxito tras recorrer la bahía nortina, específicamente en la zona de Taltal y Paposo.

Hasta hace dos meses, y pese a mantener una cojera constante producto de la enfermedad por descompresión (lesión común en buzos), se las arreglaba sin grandes problemas para vender sus productos, percibiendo cerca de 400 mil pesos mensuales, a lo que sumaba su pensión básica solidaria (unos 140 mil pesos).

Pero las cosas cambiaron con la pandemia. Hoy no puede salir a pescar por la cuarentena y los restoranes a los que vendía se encuentran cerrados y seguirán así mientras el coronavirus se mantenga.

"Como no hemos podido generar utilidades, nos estamos defendiendo con la jubilación nomás. Yo vivo acá, pero trabajo para Taltal, para Paposo, esa es mi zona. Traigo mercadería acá, en una camioneta. La vendo y así me gano la vida. Pero ahora con la cuarentena, no podemos salir y la gente tampoco viene. No tenemos a quién venderle nuestros productos (…) de Taltal traigo erizo, lapa y los vendo aquí a los restoranes, pero ahora todos están cerrados", cuenta.

Rojas dijo que los adultos mayores que en su mayoría viven de la pesca, están muy desprotegidos. No pueden trabajar y como no tienen o no saben usar internet, no pueden solicitar los permisos para hacer trámites o cobrar la pensión. Además, tampoco quieren exponerse a un contagio.

"Sé que, si voy a buscar mi permiso y me detienen, me van a multar. Si me pillan, me van a pescar porque estoy incumpliendo la cuarentena. Corro ese riesgo, de que me parteen o me lleven detenido (…) pasa lo mismo en Santiago, estamos detenidos en la casa, con la pura jubilación, que cuesta sacarla. Estamos muy limitados los de la tercera edad", sostuvo.

El anciano acotó que al no poder trabajar, su calidad de vida cambió considerablemente. "Es una cosa terrible. La mayoría de los pescadores viejos estamos mal. Los que somos de bajos recursos, los jubilados, los de mi edad, estamos con problemas hasta el cuello. Y eso es terrible, porque después uno comienza a enfermarse del "cuesco" (cabeza), tanto pensar y no poder hacer nada", argumenta.

Cooperación

El también pescador artesanal, Urbano Alfaro, de 66 años, explicó que la situación, al irse complejizando con el paso de los días, ha obligado a la cooperación entre vecinos, que ya organizaron una olla común.

"Tengo mi casa en Coloso, pero cocino con otros dos amigos que tienen sus casas arriba (campamento Villa Esperanza). Y entre los tres vamos haciendo la olla para el día a día. A veces salgo a buscar algunas cosas para que comamos, como pescados o mariscos, así aporto mi parte, ya que hay pescadores más viejos que no pueden salir a mariscar", precisó.

Alfaro explica que hay personas que necesitan más ayuda que otras, pues sus enfermedades les impiden salir, y son ellos quienes pasan mayores necesidades.

"Afortunadamente estoy bien. Sufro de la tiroides y tengo hipertensión, pero todo controlado. Hay viejos más enfermos que yo, que no pueden salir, esos sí están con el agua al cuello", afirma.

El trabajador manifestó que la mayoría de los pescadores en Coloso son adultos mayores, ya que los más jóvenes no están siguiendo el oficio. "Y con razón, cada día la mar está más mala, y ahora más encima no se puede salir a vender".

Otro pescador, Patricio Cortés, de 64 años, manifestó que si la situación se alarga, serán muchos las personas que simplemente quedarán sin poder abastecerse.

"No sé qué vamos a hacer si esta situación continúa. No todos estamos tan mal, pero hay algunos que no tienen qué comer ni qué comprar. Yo por lo menos me doy vuelta sacando pescados, mariscos, cualquier cosa para la olla, pero ellos no", precisó.

Cortés agrega que no han pedido ayuda, pero hay empresas como Escondida y Altonorte que les han entregado alimentos (una caja mensual y algún kit de elementos de higiene), lo que considera un buen gesto que otros podrían imitar.

Delincuencia

La presidenta de la junta de vecinos de Coloso, Nilda Ibáñez, sumó otro elemento de preocupación en el sector: la delincuencia y la drogadicción, que asegura, no dan tregua, incluso durante la cuarentena.

"Nosotros teníamos un cordón sanitario que las autoridades nos hicieron sacar. Con ese punto nosotros fiscalizamos el ingreso y sanitizábamos los neumáticos. Diez días alcanzamos a estar sin problemas de drogas y robos, pero desde que sacamos el cordón, nuevamente comenzaron a llegar los autos y con ellos la droga y los problemas. La situación en Coloso es crítica y no ha venido nadie a ayudarnos", precisó.

"Es una cosa terrible. La mayoría de los pescadores viejos estamos mal. Los que somos de bajos recursos, los jubilados, los de mi edad, estamos con problemas hasta el cuello".

Gustavo Rojas, 79 años

"No sé qué vamos a hacer si esta situación continúa. No todos estamos tan mal, pero hay algunos que no tienen qué comer ni qué comprar".

Patricio Cortés, 64 años