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ENTREVISTA. Javier Cifuentes Silva, director regional de Techo-Chile:

"En esta emergencia las que más se ven afectadas son las familias en campamentos"

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Daniel Contreras Palma

El hecho de que en plena pandemia casi un 90% de los de las familias que viven en alguno de los 79 campamentos de la región no cuenten con acceso a agua potable, o que en estos mismos hogares sus habitantes por más que quieran no se puedan dar el "lujo" de cumplir una cuarenta porque no tendrían ingresos para comer, para el director regional de Techo-Chile, Javier Cifuentes, solo deja en evidencia el estado permanente de emergencia en el que se encuentran sus habitantes.

Cifuentes es periodista de la Universidad Diego Portales y colaboró como voluntario de Techo-Chile en una villa de blocks en la comuna de San Bernardo (Santiago) entre el 2013 y 2017, donde trabajó con la junta de vecinos resolviendo problemáticas de la comunidad y buscando fomentar la organización comunitaria. Cifuentes es enfático en señalar que los más afectados durante esta emergencia sanitaria por el coronavirus son las familias de campamentos.

Durante las últimas semanas Techo ha estado en contacto permanente con ellos, levantando información sobre cuáles son sus principales problemas en el marco de la emergencia sanitaria, siendo la falta de acceso a agua potable y la de información respecto a qué hacer en caso de sospecha de contagio, los temas más preocupantes.

¿Cuál era la situación de los campamentos en la región antes de la aparición del coronavirus?

-Hemos identificado que en los últimos años los campamentos han ido aumentando y el principal motivo tiene que ver con el alto costo de los arriendos en la ciudad. Otra factor son los bajos ingresos que están teniendo las familias, y también porque muchas de esas personas antes de llegar al campamento vivían de allegados. Todas estas razones desencadenaron en este incremento.

En ese sentido nosotros hemos visto que el campamento se ha vuelto una válvula de escape de una crisis que existe como ciudad. Vemos que los campamentos son un síntoma de que en la ciudad hay problemas más profundos que tienen que ver con la exclusión, el hacinamiento, el alto costo de vida o el acceso a servicios básicos.

¿Cuál es la situación de estos barrios en medio de esta emergencia sanitaria?

-Nosotros creemos que más allá de que sea una crisis sanitaria, esto también involucra un tema social y económico. Desde las primeras semanas que empezó esta pandemia en la región hemos estado en contacto con las familias y lo que hemos levantado es información sobre problemas de acceso al agua, dado que el 89% de los hogares en campamento no tienen acceso a agua potable lo que es un gran problema.

Evidentemente sabemos que en esta emergencia los que más se ven afectados son las familias que viven en campamento. Creemos que la medida de cuarentena de quedarse en la casa que han establecido las autoridades, por ahora se ha convertido en un privilegio o una medida de clase, ya que muchas familias en campamento no pueden seguir estas instrucciones porque tienen que trabajar para poder conseguir alimento para comer día a día.

¿Qué medias se deberían adoptar en los campamentos para prevenir los contagios?

-Planteamos que las soluciones que se propongan vengan a todas estas dimensiones. Por un lado la sanitaria, que tiene que ver con la prevención y tener el agua potable para lavarse las manos de forma frecuente y contar con el espacio en la casa de distanciamiento con las demás personas.

También ver el tema económico, que pueda haber un aporte para las familias para que se puedan quedar en la casa y no tener que salir a trabajar.

Por último, y que tiene que ver con soluciones más sociales, abordar de qué manera poder conectar a las familias con una vivienda adecuada que permita seguir las instrucciones de la autoridad.

Conversando con las familias durante este acompañamiento que hemos hecho en las últimas semanas, nos han dicho que les da rabia escuchar las indicaciones de quedarse en la casa porque ellos no tienen la opción de hacerlo o no.

Al final esta pandemia pone en evidencia una situación de emergencia que viven desde hace años las familias en campamento y de la que tenemos que hacernos cargo.

¿Qué pasa con los niños que viven en campamentos y su proceso educativo?

-Dado que los niños no están yendo al colegio, muchos de ellos no tienen los materiales para poder seguir las tareas que les mandan los profesores. Por otro lado no todas las familias cuentan con internet por lo que han tenido que ellas mismas autogestionarse y organizarse para poder acompañar a sus hijos en este proceso. Nosotros como Techo hemos podido ayudar con algunas iniciativas vinculadas a la educación con voluntarios que han ido acompañando a los niños y niñas de campamento con tutorías a través del teléfono.

¿Qué tipo de ayuda o información están recibiendo las familias de campamento en relación al coronavirus? ¿existe comunicación con las autoridades?

-Las familias nos han indicado que no cuentan con información segura para poder transmitirles a sus vecinos. En ese sentido, creemos que es necesario trabajar un canal de información con apoyo, por ejemplo, en caso de que aparezcan personas con síntomas y así evitar que se presenten en el hospital. Tenemos que anticiparnos en buscar una respuesta primaria que impida las aglomeraciones para de esa forma evitar que el virus se propague.

Uno de los grandes problemas que tiene la región es la desigualdad. Por un lado vemos familias que tienen el espacio y los servicios para poder seguir una cuarentena adecuada y, por otro lado, hay familias que viven en campamentos que no tienen el espacio para poder seguir las indicaciones de las autoridades y tampoco cuentan con acceso a agua, electricidad o internet. Tenemos que ver de qué manera ajustamos las soluciones que entregan desde la autoridad a la realidad del territorio. El gran desafío es poder estar en contacto con las familias para poder hacerlas parte de las soluciones.

"Los campamentos son un síntoma de que en la ciudad hay problemas más profundos que tienen que ver con la exclusión, el hacinamiento, el alto costo de vida o el acceso a servicios básicos".

"Conversando con las familias durante este acompañamiento que hemos hecho en las últimas semanas, nos han dicho que les da rabia escuchar las indicaciones de quedarse en la casa porque ellos no tienen la opción de hacerlo o no".

Campamentos: cómo es vivir usando el agua justa en tiempos de coronavirus

ESCASEZ. Aumento de precios e incertidumbre respecto a la calidad del agua que consumen, son algunos de los problemas que enfrentan familias de campamentos, justo en tiempos en que se deben extremar las medidas higiénicas.
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Jonathan Villella Coyán

Entre 35 y 80 mil pesos de agua al mes, es lo que están cancelando las familias en campamentos de Mejillones y Antofagasta, dependiendo de la cantidad de miembros, debido a la alza de precios que ha tenido el recurso, el que generalmente se compra en bidones o a camiones aljibes, ante la inexistencia de una conexión a la red de agua potable y alcantarillado.

Así lo expuso la presidenta del campamento "Nueva Esperanza" en Mejillones, Herlin Pozú, quien además manifestó que debido a los despidos que han sufrido muchos jefes de hogar en el campamento a consecuencia de la pandemia, se ha hecho más difícil para algunas familias pagar estos nuevos precios, considerando además que la ayuda prometida por parte del municipio hace algunos días respecto a la instalación de estanques, aún no se concreta. Justamente el campamento de Mejillones ya tiene siete casos de coronavirus confirmados.

"Esta situación es insólita, en vez de bajar los precios, por todo el riesgo que significa esta pandemia, nos subieron el agua. Antes pagábamos $8 mil los mil litros de agua y hoy sale $10 mil. Sé que no parece mucho, pero imagine que una familia de cuatro personas, ocupan mil litros a la semana. Ahora, hay familias que son mucho más numerosas, que pagan mucho más, llegando a los 80 mil pesos mensuales y no todos aquí están trabajando, ya que a muchos los despidieron por tema del coronavirus (…) pienso que ha habido cero empatía con la gente del campamento", dijo.

La dirigenta acotó que a raíz de la misma situación, tanto ella como otras familias, han comenzado a reutilizar el agua, ocupando la misma agua con la que lavan sus ropas, en los estanques de baño.

Gasto

Alfredo Panameño, secretario del campamento, trabaja como operador de una empresa contratista en Puerto Angamos y gana el sueldo mínimo. No obstante, debe pagar 75 mil pesos mensuales en agua, debido a que en su casa viven siete personas, cinco de ellos, niños, incluida una bebé. Por lo que se han extremado las medidas de higiene.

"Siempre es costoso tomar las precauciones, pero hemos ido acostumbrándonos. Por ejemplo, si los muchachos se lavan las manos, debe estar uno al lado de ellos, para que no gasten mucha agua, pasarles una fuente con el agua que van a ocupar, porque los niños llegan y abren la llave (…) ahora, como esta agua no es apta para tomar, puesto que está estancada y no sabemos su origen, tenemos que comprarnos muchos bidones pequeños de seis litros. En total, compro 5 estanques de mil litros ($50 mil), más de 13 o 15 bidones de seis litros", relató.

El poblador explicó que es complicado encontrar proveedores más baratos. "Hemos buscado por todos lados, pero cuando ellos entran acá (al campamento), ya vienen con el mismo precio que los otros, de seguro, se pasan el dato".

Ahorro

Panameño agregó que dentro de algunas acciones que están haciendo actualmente para ahorrar el agua, se consideran, además de lavarse las manos de forma breve, tratar de no ocupar mucho con la lavadora. "El agua de la lavadora la utilizamos dos veces. Cuando la lavadora ya botó el agua, la segunda agua que va a botar, es la que reutilizamos. La sacamos y la volvemos a ocupar en lavar otra carga".

Sobre lo mismo, la residente de los barrios transitorios en Antofagasta (en el sector de La Chimba), Silvania Aguilera Romero, manifestó que el ahorro y la reutilización del agua, han sido claves para poder mantener un costo del servicio relativamente comprensible, considerando que comparte su casa con otras 11 personas.

"En mi casa vivimos 12 personas y dos de ellas quedaron sin trabajo por tema del coronavirus, por lo que solo mi marido (en el rubro de la construcción) y yo (reponedora de Unimarc), somos los que estamos aportando al hogar en estos momentos, y nos sale pesado el tema del agua, ya que son 80 mil pesos los que tenemos que tener al mes, sino no alcanza", dijo.

La mujer señaló que una de las formas de reutilizar el agua que no es de consumo, es destinarla para la limpieza y aseo de los baños.

Comercio irregular

Una vecina del campamento "Sol Naciente", en el sector de La Chimba, explicó que el encarecimiento que tuvo el servicio, desde que comenzó la crisis sanitaria, potenció aún más el tema del comercio irregular de agua.

"Hay personas que llegan y rompen las matrices, se cuelgan allá y luego vienen con sus camiones aljibes, a vender el agua a 7 mil u 8 mil pesos. Muchos le compran, por tema de abaratar costos, pero eso tiene sus riesgos igual, ya que no sabes qué tipo de agua es ni con lo que pudiera venir (…) esto viene desde hace tiempo, el año pasado se hicieron allanamientos por esto, pero ahora con el tema de la pandemia, se popularizó", precisó la pobladora.

Sobre el punto, la dirigente del barrio transitorio, Susana Véliz, manifestó que "nos dejaron botados desde al año pasado a las 250 familias que viven aquí (barrios transitorios). Tenemos familias que pagan 70 u 80 mil pesos de agua, y eso es mucho. Tenemos el ducto de agua a 15 metros, sería fácil acoplarnos a ese ducto por la necesidad que hay hoy en día, pero no somos gente sinvergüenza, pese a que nos dejaron solos".

"El agua de la lavadora la utilizamos dos veces. Cuando la lavadora ya botó el agua, la segunda agua que va a botar, es la que reutilizamos".

Alfredo Panameño, campamento de Mejillones

"De las 12 personas que vivimos en mi casa, solo dos quedamos con trabajo por el coronavirus. Estamos gastando $80 mil en agua al mes".

Silvania Aguilera, barrio transitorio La Chimba