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Resguardar la vida y la economía

No podemos ser ilusos: las finanzas no son una cuestión aparte o accesoria: Chile no puede detenerse porque se pierden empleos y sufren los que menos tienen. Gran parte de esta crisis tiene una coherencia con la anterior en términos de qué priorizamos y cómo creamos comunidad. Ese debe ser un debate que ya tendrá su momento.
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Chile sobrepasó los 10 mil casos de enfermos de coronavirus y un total de 139 decesos por esa causa. Se encuentra en una etapa delicada de la pandemia, con ciudades muy complicadas por la cantidad de enfermos, como Arica, Mejillones, Chillán, Temuco y Punta Arenas.

Como es sabido, el combate al virus ha exigido un enorme esfuerzo económico y un impacto difícil para los sectores público y privado.

El primero sufre con una menor recaudación y el segundo padece las consecuencias de las restricciones: por ejemplo, gran parte del comercio no ha podido trabajar en semanas, buena parte de las aerolíneas tienen el grueso de sus aviones en tierra y no hay clases, con todo lo que eso significa.

La dificultad es que a los efectos sanitarios estamos sumando esos tremendos efectos económicos que no serán sencillos de resolver por cientos de miles de familias.

La economía no es un ámbito separado de las personas y colectivos, es absolutamente relevante y estrechamente vinculada a nuestra existencia. No hay paradoja ni colisión en el reconocimiento de ambas instancias.

Es tan grave el asunto que en semanas, al problema de los contagiados por COVID-19, podríamos agregar el hambre en sectores de la población que no están preparados para una emergencia de este tipo con tal nivel de impactos.

Parece evidente que todos los esfuerzos no son suficientes para enfrentar un amenaza de esta magnitud. De allí que aparezca la urgente necesidad de "normalizar" la mayor cantidad de servicios posibles, por cierto, respetando los necesarios cuidados.

Un llamado de ese tipo no significa un desprecio por la vida o una minimización de los riesgos, sino un reconocimiento de que los impactos deben atenuarse si los protocolos seguidos son los correctos.

Es cierto: hasta ahora, en sentido estricto, hemos entregado básicamente al esfuerzo individual la búsqueda de respuestas y soluciones. La pregunta necesaria y obvia para el futuro es si las fricciones abiertas con el 18 de octubre y la crisis actual, validan esa salida o exigirán otro modelo de desarrollo para Chile.

Todo indica volver al origen…

"Somos engendrados por la vida y por ella somos fraternos, la vida plena de sentido fluirá en su concierto de armonías". "Heidegger, el maestro alemán, dijo el siglo pasado que nadie puede prever las radicales transformaciones que se avecinan". Pedro Aranda Astudillo, Fundador de la Corporación Gen, Patricio Peñailillo, Integrante de la Sociedad Chilena de Filosofía Jurídica
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Los hechos son argumentos, son lenguaje para ser leídos, comprendidos entre las personas y sus realidades. Es insoslayable que todos venimos del útero del universo, de aquél Big Bang astronómico. "Somos hojas del mismo árbol, olas del mismo mar, flores del mismo jardín".

Los humanos fueron la vertiente de algunas especies semejantes hasta perfilarse en una especie sobresaliente de establecer diversas relaciones con sus realidades y evolucionar en cooperaciones mutuas. El Dr. en Biología Humberto Maturana fundamentó la vida como redes de coordinaciones de coordinaciones… y el Dr. Yuval Noah Harari en Historia de la humanidad en su libro "De animales a dioses" establece que la evolución humana se asienta en la capacidad de los humanos de retro alimentarse en las complementaciones de sus quehaceres.

En el año 2002 se realizó en México un magno simposio mundial de Recursos Humanos y su llamado fue "Regreso a la persona" como advirtiendo y denunciando una deshumanización de la vida. Nuestro aporte agregaba "Volver a la morada", es decir rescatar la conciencia en un mundo febril. Hace cinco años el evento se trasladó a Chile con su llamado "Volver al origen". El Congreso del Futuro 2019 de Santiago - Chile convocó en un amplio espectro del mundo científico humanístico para respondernos "Qué especie queremos ser", (qué sociedad, país queremos ser) ante las diversas complejidades que nos están acechando, a su vez por las disrupciones tecnológicas. La acumulación de tensiones sociales con los inclementes cambios climáticos hemos convertido nuestra casa común en una estresadísima convivencia.

La vida protagoniza la existencia en nuestra planeta, los peces se deslizan en las profundidades de los mares sin admirar el agua que los vivifica, los humanos, al parecer por los hechos que vivimos, no nos percatamos que la vida que nos inunda tiene su propia inteligibildad y cuando la contaminamos se resiente y nos abandona a nuestros propios males. Las plagas no dejan de tener sus propósitos de llamados a los humanos que somos limitados, tan febles como hojas al viento.

El cúmulo del depredador comportamiento humano ahora, asume la invasión del virus más aterrador que los anteriores pues no sólo ha desestabilizado todos los poderes conquistados, nos disgregó, sino a su vez nos deja una categórica misión: reinventar la vida acorde a lo que ella misma es: su sangre, su savia, sus mares llegan a todas las células cual bien común que es; el respeto a todo lo viviente, el amor sin fronteras, su virtud de servir inagotablemente.

Somos engendrados por la vida y por ella somos fraternos, la vida plena de sentido fluirá en su concierto de armonías.


Teleducación y pandemia

Con el obligado experimento masivo de la teleducación que involucra a profesores y estudiantes con las tecnologías de la información en estos días, ¿el mundo de la educación será el mismo después de esta catástrofe? Podríamos responder que no y que todo seguirá igual como respuesta preliminar a un ocurrir que está en proceso, aunque es poco probable que aquello sea así, dada la dimensión de aquello que nos tiene preocupados y ocupados como humanidad en este tiempo. Pues bien, si cambia, alguna de esas modificaciones estarán asociadas -como ya inicialmente están operando- a labores remotas desplegadas en virtud de unas prótesis tecnológicas que comprimen el espacio y nos permiten situarnos electrónicamente en el lugar en el que no estamos, sino como unos fantasmas dibujados por los pixeles que aparecen en una pantalla y unas voces que ofrecen clases mediante cápsulas educativas, instruccionales y/o promotoras de actividades apoyadas en archivos que contienen producciones de nuestros cerebros y de los links instalados en el monitor frente a nosotros. Es mediante estos puentes micro-electrónicos que nos vinculamos al mundo virtual, donde unos algoritmos definen la ruta lógica del laberinto informático por las que debemos transitar. El fruto prohibido de las tecnologías de la información ya lo probamos y no hay vuelta al paraíso perdido de las comunicaciones de corta distancia, local y aldeano que ya es un recuerdo de un mundo que ya fue.

Por lo tanto, es esperable que en el campo educativo se incorporen en forma sustancial las plataformas digitales, mucho más de lo que han sido utilizadas hasta ahora. Se podrán dictar cursos a distancia en las escuelas, colegios, liceos y universidades desde otros lugares que no son las localizaciones clásicas, quizás con la intervención de profesores destacados de distintas partes del planeta mediante una aplicación paulatina de sistemas operativos para generar redes educacionales colaborativas y ciertamente también competitivas, ya que estamos lejos, en la práctica, del segundo término mencionado cuya referencia es la manera de relacionarnos o no relacionarnos con los otros, puesto que la rivalidad y la oposición es la partitura que hace funcionar el mundo, por ahora.

Así es, donde la técnica, haciéndose presente con toda su fuerza en un mundo cubierto por ella en todos los dominios: educativo, económico, jurídico, comercial, médico, empresarial, entre otros definirá lo que viene como relaciones en el mundo del futuro. Martín Heidegger, el maestro de Alemania, dijo el siglo pasado que nadie puede prever las radicales transformaciones que se avecinan, pues el desarrollo de la técnica se efectuará cada vez con mayor velocidad y no podrá ser detenida en parte alguna.

Todo lo anterior será posible, si la especie humana le gana en el combate a la especie viral que en su ataque inconsciente, pero efectivo, está desbordando la política y la economía mundiales.