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Apoyo clave de la industria minera

Crear comunidad y valor compartido tiene expresiones concretas como el apoyo anunciado por la industria a sus proveedores. Es digno de un gran aplauso. Proteger la salud de las personas y la economía, no son cuestiones en oposición. Tan preocupante como reducir las tasas de contagio es garantizar que las familias tengan un ingreso garantizado para vivir.
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La minera BHP anunció la creación de un fondo de US$25 millones para apoyar la continuidad de sus empresas colaboradoras y que permitirá cubrir hasta el 90% del sueldo de sus trabajadores contratistas en el país. La notable medida será replicada por otras compañías privadas del rubro que advierten las complejas semanas que se verán en el país.

A raíz de la emergencia sanitaria por COVID-19, BHP y otras empresas se vieron obligadas a reducir progresivamente la presencia de trabajadores propios y contratistas en sus operaciones. BHP (Escondida y Spence, en la Región de Antofagasta) limitó el número de empleados en sus operaciones de 7.310 a 4.910 y de trabajadores contratistas en sus operaciones de 21.911 a 11.289. Por las mismas razones lo hicieron Antofagasta Minerals y Codelco, por ejemplo

Para materializar esta ayuda, la compañía clasificó a sus empresas colaboradoras en función de criterios como relevancia de la fuente de trabajo local y regional, tamaño de la empresa y situación financiera.

Así, a las empresas de menor y mediano tamaño, con situación financiera más frágil y cuya fuerza laboral local o regional es importante (unas 500 empresas de menor tamaño y unos 7.600 trabajadores beneficiados), BHP les continuará pagando voluntariamente el 70% o el 90% -según sea el caso- de las remuneraciones fijas y cotizaciones previsionales asociadas al alcance de los trabajos contenidos en los contratos, hasta el 30 de junio, en la medida que se mantenga la continuidad operacional en la faena o área respectiva.

De esta forma, se evitará echar mano a las cuentas individuales y fondo común del Seguro de Cesantía.

Son anuncios loables, muy relevantes y de los que esperamos muchos más por parte de otras industrias que tienen los recursos para hacerlo. No hay que ser perito para advertir de que vienen meses muy difíciles para muchas familias en materia sanitaria y económica (cuestiones que no van por carriles distintos, tal como algunos lo pretenden hacer creer). Crear comunidad y valor compartido son acciones concretas como las citadas y de las cuales ya habrá momento para destacar en su magnitud.

La enfermedad del economicismo en la derecha

"La derecha también es acechada por su propia enfermedad infantil: el economicismo". Pablo Manterola Domínguez, Facultad de Ciencias Jurídicas UCN
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Durante la crisis sanitaria, hemos visto al gobierno del presidente Piñera aumentar el gasto fiscal hasta alcanzar un déficit del 8% sobre el PIB, fijar precios de productos y servicios considerados estratégicos en el combate a la pandemia, y promover una ley que limita el despido de trabajadores cuando la causal es el caso fortuito en que consiste la pandemia. Durante estos días, Axel Kaiser, desde la derecha liberal, ha denunciado las fijaciones de precios como una transigencia hacia ideas socialistas, y es legítimo que las dudas asalten a quienes votaron por este gobierno, que quizás esperaban la vuelta de los Chicago Boys, y se han dado de bruces con John Maynard Keynes.

Es prudente pedir al adversario el consejo. Hace justamente un siglo, Lenin promovía una Nueva Política Económica (NEP) para enfrentar la severa crisis que azotaba a las jóvenes repúblicas soviéticas. La NEP puede describirse en términos simples como un "capitalismo de Estado": admitir la propiedad privada en ciertas industrias, y especialmente la propiedad del campo, así como el libre intercambio y la inversión extranjera, dentro de ciertos márgenes. Al impulsar estas políticas, Lenin encontró fuertes cuestionamientos dentro de su propio partido (una constante en su vida), pues eran una concesión hacia el capitalismo que un comunista no podía tolerar. Lenin publica por aquella época "La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo", en que defiende la necesidad de buscar soluciones de compromiso en el itinerario hacia la sociedad sin clases, pues "no solo el doctrinarismo de derecha constituye un error, lo constituye también el doctrinarismo de izquierda". Y lo decía un bolchevique convencido, el principal teórico del Partido y auténtico líder de una revolución, por lo demás, tan lamentable.

La derecha también es acechada por su propia enfermedad infantil: el economicismo. Los conceptos económicos son una parcial descripción de la realidad, que solo pueden intentar predecir, con una certeza bien relativa, las consecuencias de una política económica. Pero los conceptos no agotan la política. Un gobierno de derecha no debe imponer forzadamente sus ideas de derecha a la realidad nacional, sino observar un sano pragmatismo que tome esas ideas como orientación.

La política es arte, no ciencia, como Lenin recuerda varias veces en aquel escrito. Las medidas económicas que el gobierno ha adoptado frente a la pandemia no afectan la dignidad fundamental de todo ser humano, respecto de la cual se justifica una valiente intransigencia, sino solo sus accesorios: el crecimiento económico y el combate de largo plazo a la pobreza (asuntos nada triviales, ciertamente).

Entiéndaseme bien: lo último que necesita Chile hoy es un keynesiano convencido. Pero quizás un keynesiano de ocasión le venga bien (¿no es eso el ministro Briones?). La palabra "gobierno" se deriva del griego kybernes, "timón": un buen político es aquel que sabe capear el temporal, para luego corregir el rumbo en cuanto cambia el clima.

La falta de empatía: el virus sin vacuna

"He propuesto aumentar las penas a quienes incumplan la cuarentena obligada con cárcel". José Miguel Castro, Diputado de la República
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Hoy me arriesgo a decir que más del 90% de la información que circula en los medios de comunicación, en redes sociales y en las conversaciones con los compañeros de trabajo, familiares o amigos, se refieren a la pandemia por coronavirus, respecto a sus consecuencias actuales y futuras.

El mundo se ha paralizado en el único tema posible: Covid19, el nuevo virus que por primera vez afecta a todo el planeta, desconocido y sin vacuna nos ha dejado expuestos y angustiados. En un intento de reaccionar de la mejor manera posible, la sociedad completa -desde la realidad de cada hogar- intenta paliar los efectos quedándose en casa, ayudando a sus vecinos, elaborando y compartiendo sus planes para hacer llevadera la cuarentena, sin saber cómo ser más útiles en el dolor y desamparo de muchos. Esta semana sólo en Antofagasta se informaron 149 contagiados. Carabineros de Chile y en general las instituciones, están en la calle controlando las vías públicas y desplegando servicios. Por su parte, la FACH está preparada para trasladar respiradores e insumos donde sean necesarios. ¿Para qué vamos a hablar de los trabajadores y trabajadoras de la salud que entregan toda su energía para salvar vidas y vencer la curva? ¿Es necesario recordar otra vez la ardua labor de quienes salen a la calle y se encargan de nuestra alimentación, transporte, limpieza, etc., que nos proveen de cierta normalidad y así evitamos entrar en una espiral de pánico inútil e innecesario?

Sin embargo, vemos con dolor y preocupación que sólo el domingo pasado 65 personas no habían respetado la cuarentena y esta sólo es la cifra de un día en nuestra región, que si se multiplica en contagios, no es despreciable. A nivel nacional casi dos mil personas retenidas.

De qué sirven todos los recursos y energías invertidas si incomprensiblemente hay personas que van acompañadas o en familia a realizar compras al mercado central de Antofagasta o a la feria de las pulgas de calle Pantaleón Cortés y algunos -ajenos al problema- se mezclan sin distancia, sin mascarillas, sin protección. De qué sirve todo el trabajo de un país completo cuando en redes sociales vemos grupos violentos atacando a Carabineros e incumpliendo el toque de queda.

He propuesto aumentar las penas a quienes incumplan la cuarentena obligada con cárcel y se han impuesto mayores multas, propuesta que ha encontrado buena acogida en el Gobierno y en los diputados de la Comisión de Constitución, quienes han puesto en tabla este proyecto y esperamos que se apruebe con urgencia. El virus de la falta de empatía no se puede curar por más medidas que tome el Gobierno, ni por más multas y más leyes impulsadas en el parlamento.

Juntos podemos vencer esta pandemia siempre y cuando estemos comprometidos con el mismo fin: salvar la vida de otro, probablemente la de un desconocido. Por eso es vital comprender y viralizar el #QuédateEnCasa.