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Ronald Huidobro, Rochís Burger & grill

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El encargado del local Rochís Burguer & Grill, del sector Parque Brasil, Ronald Huidobro, explicó que si bien su local no se vio afectado directamente por el estallido social (aunque sí hubo merma), no fue hasta la llegada del coronavirus, que comenzó a experimentar un potente bajón en sus ingresos. "El tema de la pandemia nos ha pegado bastante fuerte. Estuvimos cerrados desde el 19 al 31 de marzo, y ahora reabrimos, recién el 1 de abril. Pero la verdad es que las ventas son malísimas, no alcanzo a llegar al 20% de las ventas de un día normal antes de la pandemia. Estoy con menos de la mitad del personal y la verdad es que sí, ha sido bastante fuerte el golpe", detalló. Acotó que recién el miércoles lograron activar el sistema de delivery, lo que espera le ayude a subir un poco más sus números. "No sé cómo será, todo el mundo dice vende por delivery, pero ignoran que una aplicación te pide el 25% de la venta, o sea si vendo un sándwich, por decir algo, en 10 mil pesos, el delivery se lleva $2.500. Además de esos 10 mil, tengo que pagar 19% de impuesto…, imagínate, se me está yendo la mitad en puras comisiones e impuestos, por lo que tampoco es como oh, vendamos todo vía delivery". Agregó que la idea es poder seguir a funcionando, aunque se con lo justo, durante un par de meses, para que mediados de junio o julio -según sus cálculos, y si todo sale bien-, puedan abrir al público.

Pablo Espinoza, La Estación

Paulo Espinoza, encargado de la sandwichería 'La Estación', por más de 15 años, relató que la situación financiera del local también es muy difícil. Desde febrero que las ventas vienen bajando, pero el peor momento fue la primera quincena de marzo, puesto que ni siquiera lograron llegar al 10% de las ventas normales. "Estamos trabajando solo cinco personas, tratando de salir adelante como podemos. Estoy viendo qué puedo hacer con ellas para que tampoco dejen de comer, porque todos nos abastecemos de este local para salir adelante. No queremos cerrar, queremos mantenernos, pero eso está muy difícil en este momento", dijo. Acotó que también se está usando el sistema delivery y ampliando sus horarios de atención (de 8.30 a 20.30 horas), pero que aún con eso ve difícil el escenario futuro. "Si el Estado no nos ayuda, de alguna manera, que no sea endeudándonos, vamos a ser varios los que vamos a tener que cerrar, porque vamos a quebrar", dijo. "Le pido a los vecinos -continuó Espinoza-, que prefieran los locales de barrio, para que al final ellos mismos puedan seguir viniendo cuando todo esto pase". Debe añadirse que las complicaciones también afectan a los locales de comida de todo el país, debido a las restricciones de tránsito y cuarentena. La complicación mayor es saber cuánto durará este período.

Popular restaurante cerró sus puertas tras no soportar efectos de la pandemia

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Jonathan Villella Coyán

"Esta decisión nos genera muchos sentimientos encontrados. Acá nos fue bien, ganamos plata, nos hicimos conocidos en todos lados; nos reímos y lloramos. Trabajamos mucho eso sí, pero logramos educar a cuatro de nuestras cinco hijas… Es muy difícil cerrarlo, pero ya estábamos trabajando por el aplauso y el almuerzo de la familia, y así no se puede".

José Gallo Cisternas, 62 años, uno de los dueños del céntrico restaurante antofagastino "La Picá del Gallo", relató cuáles son las causas que los llevaron a tomar la determinación de cerrar un local que los acompañó por 20 años, además de liquidar la pensión que mantenían contigua al negocio, en el mismo edificio.

Dificultades

La baja en sus ventas, se funda primero en el creciente número de locales de comida rápida en el mismo sector -lo que reconocen, les quitó clientela-, luego por el estallido social y la violencia que se desató en el sector a partir del 18 de octubre de 2019 y ahora por la pandemia sanitaria del COVID-19.

Todo ello hizo imposible seguir cubriendo todos los gastos (que mensualmente bordeaban los $4 millones mensuales), incluyendo los sueldos de sus siete trabajadores.

"Teníamos trabajadores que tenían con nosotros, casi los 20 años trabajando. Formaron familias, eran amigos…, no queríamos cerrar, pero teníamos que pagar arriendo ($2 millones), más luz ($600 mil) y agua ($200 mil), más el sueldo e imposiciones de nuestros trabajadores (son siete), y además los proveedores, TV cable, derechos de autor y un sinfín de cosas más. No hay bolsillo que aguante", explicó Alejandra Cifuentes, también propietaria y esposa de Gallo.

Este último apuntó que otra dificultad es que los dueños de los inmuebles han mostrado poca disposición a bajar el valor de los arriendos, condonar algunos meses o permitir pagar la mitad de uno en diversas cuotas paralelas posteriores.

"No están ni ahí. Yo los entiendo también, son viejitos, entonces eso pasa. No hay consideración en este momento. Y nosotros tampoco estamos para endeudarnos así, de pedir un crédito, de cerrar unos 3 o 4 meses y después terminar con la media deuda. No se puede. Así que optamos por cerrar el negocio, con la esperanza claro de que, en el futuro, podamos optar a tener algo similar".

Incertidumbre

El presidente de la Cámara de Comercio de Antofagasta, Antonio Sánchez, explicó que la situación que se está viviendo actualmente en el país, empezó (en términos de dificultades económicas), con la citada crisis social, está impactando a los negocios, muchos de los cuales aún están resentidos con las deudas y desconfían de pedir nuevos créditos ante un escenario incierto.

"Yo entiendo que el gobierno, ante la escasez de dinero, esté dando facilidades para que algunos empresarios puedan tomar más créditos, pero ya muchos se habían endeudado ante la situación de las movilizaciones y no se mejoró, y por eso también hoy existe el temor por parte de los comerciantes, de tomar más deudas, sin saber qué es lo que pasará a futuro, y teniendo además la experiencia anterior", dijo.

Acotó que muchas de las medidas que hoy está proponiendo el gobierno (como el Fogape), implican que el empresario no tenga deudas declaradas y eso también es bastante difícil, puesto que ya hay varios que tienen algún tipo de morosidad y denuncias por parte de proveedores.

"Teníamos trabajadores que tenían con nosotros, casi los 20 años trabajando. Formaron familias, eran amigos…, no queríamos cerrar"

Alejandra Cifuentes, Propietaria