Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Actualidad general
  • Opinión
  • Clasificados
  • Servicios
  • Deportes
  • Espectáculos
  • Contraportada

Samuelson, Buffet y las AFP's

"Una propuesta para la mejora a las AFPs pasa por aprovechar al máximo las posibilidades del sistema financiero". "Vivimos así, en esta pandemia, tiempos del derrumbe de los ídolos".
E-mail Compartir

La globalización puede ser descrita como la cada vez mayor integración de todos los países del mundo como consecuencia de la apertura de fronteras y estandarización de normas jurídicas, lo que acarrea un aumento en el volumen y en la variedad del comercio internacional, reducción de costos de transportes, intensidad en la inyección internacional de capital, crecimiento de la fuerza mundial de trabajo y la acelerada difusión mundial de la tecnología, en especial las comunicaciones. Independiente de la noción de globalización, las pandemias -como el COVI-19- siempre han estado presentes en nuestra historia. Cuestión no menor para los sistemas financieros, que por estos días ven caer los instrumentos de inversión en las bolsas de comercio, de paso afectando, cuál infección, los fondos de pensiones.

Paul Samuelson, premio Nobel de economía, el año 1974 analizó y descubrió que, a largo plazo, la mayoría de los inversionistas profesionales no obtenían beneficios en el mercado, lo cual es bastante embarazoso para la industria de inversiones. Y, aunque algunos inversionistas ganan dinero, su teoría muestra que las buenas rachas o épocas de ganancias no duran mucho.

En el ranking Forbes 2020 aparece Warren Buffet en el cuarto lugar con la modesta fortuna de 67.7 billones de dólares (le faltan sólo 47 billones de dólares para alcanzar el top one que pertenece a Jeff Bezos, propietario de Amazon), quien en 1977) presta atención a los artículos publicados por Samuelson. De lo anterior da cuenta la carta de Buffet a su mujer en la que le aconseja cómo invertir cuando él muriera La instrucción es: escoge la inversión más mediocre que puedas imaginar.

Puede sonar extraño, pero no es así, a lo que Buffet se refiere es a los fondos cotizados. Los fondos cotizados implican invertir en el mercado en su conjunto de forma pasiva, pero comprando un poco de todo (diversificación de las inversiones, lo que permite reducir el riesgo).

Ahora bien, de los fondos cotizados y otros instrumentos, gracias a Samuelson (en parte), surgen los derivados financieros. Estos últimos pueden ser tomados como instrumentos jurídicos de riesgo, en términos simples, significa que los derivados permiten a los inversionistas concurrir al mercado financiero al largo o corto plazo, respecto de activos, como las acciones, admitiendo especular sobre si el precio de estas subirá o bajará en el futuro.

Una propuesta para la mejora a las AFPs pasa por aprovechar al máximo las posibilidades del sistema financiero. Cada trabajador paga una cotización obligatoria y además una comisión por la administración de dichos fondos. En particular, de la comisión por administración, las AFPs deberían invertir en estos instrumentos de riesgo, tanto a la baja o alza, de manera que queda a resguardo, tanto los fondos individuales de cada trabajador como las utilidades del administrador, en un sistema donde todos ganan. Además se debe priorizar la inversión nacional en fondos cotizados, lo que permitiría acceder a financiamiento a sectores económicos alicaídos a un menor costo que el financiamiento bancario.

Estaría faltando la voluntad política; economistas que entiendan la naturaleza de la seguridad social y juristas que comprendan los mercados y el rol social que cumplen.


COVID-19 en tiempos del derrumbe de ídolos

David Stuckler sociólogo de la Universidad de Oxford y Sanjay Basu, epidemiólogo de la Universidad de Stanford en el libro The Body Economic: Why Austerity Kills 2013, concluyeron, a propósito de las prácticas neoliberales en las políticas de salud que, "si las políticas económicas de austeridad se hubieran organizado como un ensayo clínico masivo, habrían sido rápidamente interrumpidas al acumularse las evidencias de sus mortíferos efectos secundarios". Hoy esta pandemia ha puesto al mundo en una contrastación clínica masiva real y nuestro país en particular con un testeo in situ de la política de austeridad de un neoliberalismo extremo aplicadas al dominio de la salud pública que exhibe sus mortíferas consecuencias que se arrastran por 40 años.

Dicho lo anterior que no es ninguna novedad porque lo vivimos y sabemos de las deficiencias del sistema de salud pública provocadas por su abandono que, en situaciones extremas como la pandemia que nos afecta, la tragedia se profundiza. El asunto crucial es que aquello no es sólo uno de los rostros de un "modelo económico" como dicen algunos de nuestros intelectuales, sino más bien una escena de la "cultura neoliberal", una forma de vida de la que somos protagonistas como "sujetos neoliberales" que explicaría, entre otros asuntos, el elenco de decisiones de quienes nos gobiernan develando sus creencias que privilegian lo individual por sobre lo social y de los gobernados que, en el convencimiento de un individualismo exacerbado por esta cultura tienden a ser indisciplinados a tal punto que sin la aplicación de medidas de restricción heterónomas que penalizan los actos que beneficiarían al cuerpo social, terminarían por gobernarse a sí mismas pasando por encima del colectivo. Sin duda que esta es una notable contradicción.

Pues bien, el éxito del neoliberalismo con este rostro extremo ha sido la más coherente, extensiva y profunda del mundo que ha desactivado el tejido social promoviendo la consumación de su proyecto individualista en nuestro país, donde se han multiplicado unos individuos solitarios como átomos descolgados de la molécula social y donde cada individuo aparece atrapado en su existencia, lo que ciertamente es también su fracaso.

En Occidente es donde el individualismo de nuestro tiempo contemporáneo asociado al neoliberalismo extremo es un menú en el que se combinan, entre otros, el escepticismo, la ironía y un fuerte rechazo a cualquier forma de autoridad, sea esta política, moral, religiosa o intelectual. Vivimos así en esta pandemia tiempos del derrumbe de los ídolos.

Dr. (c) Marco Felipe Ascencio Otárola

Escuela de Derecho UCN Antofagasta

Patricio Peñailillo

Integrante Sociedad Chilena de Filosofía Jurídica

Oficio contralor

El orden y competencia de los estamentos del Estado busca evitar que impere la anarquía. Es algo elemental que todas las autoridades deben recordar. El oficio sostiene que "el ejercicio de dichas atribuciones en ningún caso puede afectar los derechos que garantiza la Constitución Política a todas las personas".
E-mail Compartir

La Contraloría General de la República emitió un interesante pronunciamiento relacionado con los alcaldes y las acciones que algunos de ellos han tomado durante las últimas semanas en el contexto de la pandemia de coronavirus.

El asunto está referido a las declaraciones de emergencia comunales y horarios de funcionamiento de determinados establecimientos, entre otros.

El órgano contralor citó en el oficio 6.785 del 24 de marzo, que "las entidades edilicias se encuentran facultadas para desarrollar funciones relacionadas, en lo que importa, con la salud pública, con el transporte y tránsito públicos, y con la prevención de riesgos y la prestación de auxilio en situaciones de emergencia o catástrofes".

Entonces se precisó que "aún en las condiciones de calamidad pública, los municipios se encuentran en el imperativo de dar cumplimiento al mencionado principio de juridicidad", y que "corresponde al Presidente de la República y los jefes de la Defensa Nacional adoptar decisiones que signifiquen afectar derechos fundamentales en los términos que establece la normativa indicada, sin que competa a las municipalidades decretar medidas como las aludidas que importan arrogarse atribuciones de las que carecen y mermar la unidad de acción necesaria para superar la crisis sanitaria y restablecer la normalidad constitucional".

Se trata de una definición relevante, para tratar de ordenar un panorama que, a ratos, está confuso por los enfrentamientos entre las autoridades edilicias con los intendentes o jefes militares de zona, encargados por la zona de catástrofe.

Es cierto que los alcaldes son, probablemente, las autoridades más cercanas a la ciudadanía; son una especie de primera gran línea del Estado ante la sociedad y su orden. Su importancia es enorme, más allá de las potestades que tienen en el ordenamiento.

Sin embargo, nadie puede pretender concretar aquello que le está vedado o impedido. Cada cargo y estamento tiene determinadas y puntuales facultades a las que debe someterse -y esto lo expresa cualquier normativa- a fin de evitar una anarquía y la imposición de las reglas por parte del más fuerte.

Los tiempos son complejos, difíciles e inciertos. Hay que tener buena voluntad, pero además, una estricta sujeción a los ordenamientos del Estado y exigir que cada parte haga lo suyo. En el desorden, nadie gana.