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El rol de la mujer en el arte

"Esperamos que todas ellas corran con mayor ventaja que sus antecesoras, con menos obstáculos ". Angelí Martínez, Presidenta de la Asociación de Mujeres Artistas
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Desde hace siglos la mujer ha estado presente en las artes visuales. Su protagonismo como sujeto del arte se asoció en la antigüedad con la artesanía en textiles, mientras que a partir del siglo XVII solo casos puntuales alcanzan el reconocimiento de artes visuales. En una sociedad, tradicionalmente dirigida por hombres, fue una excepción que sobrepasaba las creencias sobre las limitaciones propias del género femenino.

El aprendizaje de las principales disciplinas artísticas, como la pintura, desde siempre ha requerido un aprendizaje que se recibe en el ámbito de lo público, espacio vedado para las mujeres por siglos. Flavia Frigeri, historiadora del arte y autora del libro "Mujeres Artistas", refuerza esta visión al señalar que "las mujeres han sido siempre parte de las manifestaciones del arte, ya sea como creadoras, coleccionistas o investigadores, pero han quedado fuera de la narrativa oficial de la historia del arte".

Según Frigeri, desde la Antigüedad en adelante solo un puñado de mujeres logró figurar en la historia del arte, desafiando los prejuicios de género, tanto para formarse como para vender su trabajo y obtener reconocimiento. En otras palabras, talento sobraba, oportunidades faltaban para el género femenino.

Sin embargo, a comienzos del siglo XX la mujer comienza a ser protagonista de su vida por los movimientos femeninos que defendieron la igualdad de derechos e intereses de la mujer, provocando un cambio en la estructura social. La inserción de la mujer en la educación superior originó una nueva generación de mujeres profesionales en distintas ramas, incluidas las artes visuales.

Sin duda que ha sido un largo camino para poner a las mujeres en el lugar que les corresponde en las artes visuales. Recordemos que, recién en 2016, el Museo del Prado de España realizó, por primera vez, una exposición individual de una mujer, Clara Peeters, lo que evidencia que es necesario seguir avanzando en la materia.

Hoy, en Chile, nos encontramos con mujeres artistas de diversas generaciones y estilos, que están irrumpiendo en el mundo del arte y la cultura con su propia mirada y su sensibilidad, reflejando creativamente los ecos de una sociedad en crisis y un planeta en vías de destrucción. En honor al Día Internacional de la Mujer y al Mes de la Mujer, esperamos que todas ellas corran con mayor ventaja que sus antecesoras, con menos obstáculos y más oportunidades.

Mujeres, hay que atreverse

"Las empresas, por su parte, tienen la tarea de facilitar la inclusión de la mujer".
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En un mundo donde faltan 99,5 años para que la brecha de género se cierre, según el Informe Global de Brecha de Género 2020 del Foro Económico Mundial, es necesario que la mujer se atreva, porque solo así estaremos en condiciones de derribar barreras y acabar con los paradigmas globales.

Se ha avanzado algo y es importante relevarlo. Chile tiene una brecha de género del 72,3%, y con ese porcentaje se sitúa en el puesto 57 del ranking respectivo. En América Latina, somos el número 14 en la medición de brecha de género, de un total de 25 países. Pero queda mucho por hacer, y tanto mujeres como organizaciones tenemos que ir intencionando nuestra participación.

Las cifras no asustan, pero sí desafían. Desde lo privado y lo público, hay que propiciar la intervención de la mujer, porque estamos en condiciones de desarrollarnos exitosamente en cualquier rubro. Poseemos características que en la era digital y ante los nuevos tiempos son altamente potentes, como la emoción, generar ambientes contenedores, impulsar el trabajo en equipo y propiciar la colaboración y la preocupación por el proceso más allá del resultado.

A través de mi experiencia, he podido evidenciar que es necesario tomar la iniciativa y lanzarse sin temor a espacios masculinizados, como son la industria minera y ferroviaria. El aporte de la mujer es valorado y con nuestra contribución estamos propiciando relaciones más horizontales, que generan ambientes más colaborativos y que agregan valor a las empresas. Es por esto que los equipos balanceados son tan importantes en las organizaciones.

Las barreras están y si no nos atrevemos a enfrentarlas, no podremos desmontarlas ni vamos a frenar que se vayan levantando muchas más. Pero cuando las superamos generamos más diversidad e inclusión.

Ser la primera mujer en ocupar la Gerencia General en FCAB, constituye un desafío importante para mi vida profesional y personal. Un cambio que ha sido bien recibido por el equipo, dispuesto a seguir aprendiendo y transformarse.

Es así como hemos logrado llegar a un 11% de participación de la mujer y seguimos avanzado en el propósito de incrementar estas cifras en todos los niveles, tanto funcionales como operativos. Hemos conseguido tener un equipo más balanceado, en el que también aportan personas con habilidades diferentes, así como de otras culturas y países.

Este es el gran momento para las organizaciones y para que las mujeres que aún no se atreven lo hagan, porque actualmente se está apostando por la participación femenina. Es relevante hacerlo decididamente y asumir el liderazgo.

Las empresas, por su parte, tienen la tarea de facilitar la inclusión de la mujer, y a aquellas que son madres brindarles ambientes de contención y habilitadores básicos para hacerlo lo más confortable. ¡Se puede!

Katharina Jenny

gerenta general FCAB

Trivializar la violencia

Muchos están sorprendidos por el desapego de los jóvenes con la democracia o las acciones de fuerza, pero había varios estudios que ya lo estaban advirtiendo. El asunto es muy preocupante, en tanto todo tipo de violencia comienza a normalizarse, cuando se trata de conseguir objetivos. La ley del más fuerte, del que grita más, del que amenaza.
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La violencia escolar es un tema cada vez más preocupante para la sociedad y las autoridades. Se trata de un asunto complejo con impactos a todo nivel, en especial respecto de la formación y enseñanza de los menores.

Así quedó reflejado en el Estudio Nacional de Formación Ciudadana, el cual fue aplicado por la Agencia de Calidad de la Educación en escolares de 8° básico en 2018 y cuyos resultados fueron conocidos hace algunas semanas. La indagación mostró que uno de cada tres estudiantes cree que la violencia es un medio válido para lograr lo que se quiere. Según el análisis, el 65% de los escolares dice que el fin justifica los medios para lograr la paz y el 66% está de acuerdo con que la ciudadanía castigue a los criminales por sus propias manos, como ocurre en las llamadas "detenciones ciudadanas".

Es decir, una parte importante de la población, tiene un desapego enorme de las formas de la sociedad, de los límites que esta tiene. Así tanto como muchos están dispuestos a recurrir a las acciones de fuerza para conseguir objetivos, también consideran legítima la justicia por propia mano. En ambos casos, lo sabemos, los resultados son bien terribles. Nunca terminan bien.

El antecedente es necesario, quizás más que nunca, en el último tiempo, cuando parte marzo y el grueso de los alumnos regresará a clases y se acrecienta cierta tensión en el ambiente por lo que pueda ocurrir.

Volviendo al estudio, vale la pena citar algunos de los juicios hechos al respecto. El secretario ejecutivo (S) de la agencia, Juan Bravo, advirtió que estos datos indican "que hay cosas que no estamos conversando ni profundizando con nuestros jóvenes", y que se puede concluir que "mientras menor conocimiento cívico tenga un estudiante, menor es la valoración por los mecanismos democráticos y la participación".

La directora del Doctorado de Educación de la U. Alberto Hurtado, María Teresa Rojas, dijo que esta medición indica que "existe la percepción en los colegios de que los más fuertes, rudos o imprudentes consiguen más cosas que quienes negocian".

El asunto es preocupante, pero nos hemos acostumbrado a verlo y a observarlo sin asombro. Estamos trivializando y entendiendo poco lo que pasa.