El libro de la generación que amó según Shakira
Romina Reyes -periodista y escritora- se crió oyendo canciones de desamor. La protagonista de su segundo libro, "Ríos y provincias" (Montacerdos) también se corta las venas mientras suena una playlist.
Una madre, una hija y un abismo entre ellas es el centro de "Ríos y provincias" (Montacerdos), la primera novela de Romina Reyes. La hija es una joven que aprende del desamor escuchando a Shakira. La madre fue una adolescente en los años setenta que se hizo oyendo a Nino Bravo. En el medio de esa distancia está la dictadura y la oscuridad de los años setenta en regiones y una banda que permeó la piel de una camada.
La escritora Romina Reyes cree que las canciones que cruzan su segundo libro tras los cuentos de "Reinos" (2014) son una muestra de la forma en que la cultura nos afecta. Acá fuimos hablando con ella, canción por canción.
-"Amada amante" de Roberto Carlos pareciera oírse en tu libro. ¿Por qué?
-Es una canción que ha sonado en mi casa toda la vida. Cada vez que abría la puerta encontraba a mi papá escuchándola y fumando por la ventana. En algún momento hice una lista de canciones que él llamó "del recuerdo". A mí me sirvieron para tratar de entender el amor masculino y heterosexual de esa época y construir una especie de imaginario romántico. A una amiga le extrañaba que me gustara Roberto Carlos, porque decía que el cantante le daba rosas a las señoras en sus conciertos. A mí me hubiese encantado ser una de esas señoras.
-Diego -otro personaje- cuenta que oye Inti-Illimani. Y hay una discusión sobre si debe o no escuchar "mierdas gringas". ¿Por qué ese dilema?
-Las "mierdas gringas" es todo el pop del tipo Beyoncé y Lady Gaga. Diego está pensado como uno de esos jóvenes marxistas de la vieja escuela que tienen la idea de rechazar lo gringo, una esquizofrenia de rechazar lo extranjero, aún cuando nuestras vidas estén cruzadas por la globalización y por un montón de influencia extranjera. Diego representa a ese hippie de izquierda, machito, de carreras humanistas de universidades tradicionales que no valora lo que está en inglés.
-Inti Illimani vendría a representar, entonces, ¿qué cosa?
-A Inti-Illimani lo tengo muy asociado a una izquierda tradicional, no por eso buena ni mala. A mi, en particular no me gusta tanto, pero sí viví mi época de "Nueva Canción Chilena", más vinculada a Victor Jara, Silvio Rodríguez o Violeta Parra. No sé si los jóvenes escuchan Inti-Illimani hoy, me parece que es una música heredada con peso político.
-¿Cuánto influenció Shakira a tu generación?
-La generación de los personajes que escuchan a Shakira es también mi generación. Y en ese sentido siempre he pensado que Shakira es una cantante que nos enseñó lo que era el amor cuando éramos muy pequeñas, en esos tardíos años noventa. Shakira partió su carrera el año 94 o 95, y vino a Chile el 2001 con el "Tour de la mangosta". Muchos amigos y amigas fueron a ese recital. A mí me llevó mi mamá. Éramos niñas y niños cantando canciones románticas sin siquiera haber dado nunca un beso. Todas las canciones de Shakira son de estar enamorada. Teníamos un manual de comportamiento de escribir cartas de amor, no mandarlas y volverte estúpida, como Shakira
-¿Y por qué ya no la siguen?
-Cuando Shakira comenzó a cantar en inglés mucha gente lo sintió como una traición. Incluso yo misma, influenciada por ese chaqueteo americanista. Pero, por otro lado, me gusta esa imagen de Shakira inmigrante tratando de lograr éxito. ¿Quién podría criticarla por intentarlo si al final toda esta generación quiere lo mismo? La forma de Shakira fue teñirse rubia y cruzar la frontera a Estados Unidos. Quizás nuestra forma es ganar una beca, ir a estudiar al extranjero, o tener un trabajo en el barrio alto y vestirse un poco mejor.
-En tu libro también mencionas la canción "No hay nada más feo que una mujer borracha", de Horregias. ¿Qué tan presente está esa idea aún?
-Súper presente. El machismo para mí es algo tan real como una mesa. No es una idea, es algo que percibo todo los días. Lo respiro. Marca mi vida. El machismo genera mucho estereotipo. Resulta gracioso que para una mujer todo sea un espacio de transgresión: tomar en exceso, fumar, salir a la calle hasta tarde, aprender a manejar. Lo que representa esa canción es esa denuncia a los estereotipos de lo que debe ser una mujer. Porque, ¿qué es lo no feo? ¿Que estés callada, que estés ordenada?
- Al final de la novela hay una discusión entre los personajes. Pasan por Rihanna, Soraya y "Jealous Guy", de John Lennon. ¿Qué te gustaba de esa combinación?
-Sé que el pop está cruzado por un montón de intereses, pero si hablo solo de la imagen de Rihanna, que nació en 1988, que tiene mi misma edad, Rihanna es una garantía de juventud. Y "Jealous guy", en particular, es una canción que me encanta: es la canción del funado que pide perdón.
-Al final usas estos versos de Gardel: "Adiós, muchachos, ya me voy y me resigno". ¿Por qué?
-A mis abuelos les gusta mucho el tango. Recuerdo que mi abuela, cuando me cuidaba, a veces llegaba a la casa, me esperaba con once y tenía puesto un programa de una mujer que se llamaba Alodia Corral donde pasaban tangos. Ese tango representa esa generación que se va muriendo. Me parece que la novela, al final, es la larga espera a la muerte de un patriarca. Me gusta esta figura tan absurda de que haya alguien prácticamente muerto, apenas sostenido a la vida, y que no se atrevan a dejarlo ir. Así funciona el patriarcado. Los hombres se vuelven estos símbolos en los que puedes creer o no, respetarlos o no, pero que marcan tu vida. Estás amarrada a esos hombres. Volviendo al tango, me parece muy literal el fin de ese patriarca y de ese patriarcado. Es el último adiós a este hombre que ya no está aferrado a la vida, que apenas sobrevive con un soporte artificial.
Cristóbal Carrasco.
SHAKIRA
Pablo Pastén