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De tomo... ¿Y lomo?

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En un programa radial local, escuché a un auditor quejarse de la escasa cordialidad de los lugareños y calificó a los antofagastinos de "apagados", apáticos y poco amables. En pocas palabras, "Nos dejó por los suelos". Intenté replicar, pero no pude contactarme con el programa, que lanzaba al aire la disconformidad de aquel ciudadano.

Pero es bueno partir reconociendo lo que dicho señor señalaba. Argüir lo contrario sería tapar el sol con un dedo, toda vez que nuestra ciudad -mi ciudad- tiene cohortes diversas y pobladores de todas las calañas y catervas. Entonces, como "de todo hay en la viña del Señor", es posible que este señor haya tenido la suerte (o la mala suerte) de haberse tocado con algún antofagastino "de tomo".

Llamo así a esos antofagastinos avecindados en nuestra ciudad por razones laborales: aquí hallaron "el billete grande" y se quedaron "por conveniencia". Y se hacen llamar "antofagastinos", porque llevan diez o veinte años disfrutando la generosidad de los veneros que subyacen en nuestros áridos suelos. Aquí han ganado el pan con dignidad y han encontrado el nivel de vida que otras tierras, tal vez las de su propio origen, le negaron. Esos son los antofagastinos que yo me atrevo a llamar "de tomo". Y a decir verdad, son muchos. Los antofagastinos "de tomo y lomo" somos de una estirpe diferente. Nacidos y criados en una ciudad que nos regaló rigores. Que heredamos de nuestros antepasados la fuerza y el coraje para enfrentar al desierto y domeñarlo. Que no huimos de la ciudad cuando las cosas fueron desfavorables y amenazantes. Que no bajamos la guardia cuando la naturaleza nos dio sacudones con perfiles de tragedia. Antofagastinos de tomo y lomo quedamos pocos… Pero nunca podrán igualarnos, ni en coraje ni en el cariño que sentimos por ésta, nuestra "Patria Chica".

Somos antofagastinos de tomo y lomo. Amantes del terruño, que llevamos un ancla grabado en el alma. Que hemos estado a bordo pese a los embates, sin abandonar la nave aunque el naufragio nos amenace.

¡Nos hundiremos contigo, Antofagasta mía!

Jaime N. Alvarado García, profesor normalista, periodista, escritor