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La dignidad ultrajada, indignada

"Nuestra natural reverencia ante la vida es reconocerle su maternidad, somos sus hijos".
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La vida misma nos cubre en su manto de dignidad. Nadie alcanza escrutar su esencia, consignamos sus características y saber que bajo ciertas condiciones "aflora" la vida. La vida siempre ha gozado de ser precedente en todo, ser primigenia. Surgió hace 2,5 mil millones de años. La vida nos ha sido dada y sobre su donación se multiplica y la multiplicamos.

Nuestra natural reverencia ante la vida es reconocerle su maternidad, somos sus hijos ¿por qué le debemos respeto sagrado a nuestros padres, a nuestros abuelos?, precisamente porque nos engendraron. El reinado de la vida en nuestro planeta la hace excepcional, y sólo por el beneficio de una lejanísima duda no decimos que sea la única entre las constelaciones.

La vida don de sí misma en la policromía de sus despliegues, cuando es amenazada, guillotinada, contaminada, sometida a leyes que le son ajenas se nos revierte contra nosotros mismos. Unos contra otros pues cada cual tira la cuerda hacia sí mismo. Y hemos de vivir en las angustias de las venganzas, de las represiones, dominaciones, acaparamientos, rebeldías, crímenes. El odio es proporcional a las carencias de vidas tronchadas. ¿Quién no volverá a la carga de haber perdido, de haber sido menoscabado? ¡Ley de la vida!.

Nos preguntamos: ¿debemos asumir las venganzas si no fuimos los generadores de las violaciones a los derechos vitales, de la marginación de los bienes del bien común? ¿Es Ud. culpable que sus hijos sean discriminados en educación? Sólo cabe concluir que por derribar un sistema que ha transformado ciudadanos en clientes, autómatas de un trajín sin rumbo, de un desarrollo sin rostro humano ¿habríamos de pagar todos las consecuencias? ¿No nos somos semejantes y nos negamos entre todos nuestras dignidades? ¿Sacrificando nuestras vidas? Tan inflamante es la indignidad. A río revuelto ganancia de saqueadores, de incendiarios. Frente a una gobernanza desbordada, un Congreso desvertebrado, y la falta de un liderazgo de alto nivel ejemplar seguiremos errando en un desierto valórico. Nos advienta una nueva Constitución, que así sea, pues nuestra madre vida se renueva día a día, las ideologías pretenden ser rectoras de la vida pero la vida siempre se resistirá a ser encasillada.

Séneca decía: "Créeme, sagrada es la lengua del pueblo" y el cristianismo la voz del pueblo es la voz de Dios y la democracia es la soberanía de su pueblo. En suma la justicia se corone de dignidad, de paz.

Pedro Aranda Astudillo

Académico

Seguir insistiendo en la conversación

La ciudadanía tiene un juicio crítico de aquellos políticos que aún no entienden que deben buscar el encuentro. Eso es lo que reclama la mayoría de los chilenos. En esto no hay que equivocarse, hay sectores minoritarios con los cuales no podrá conversarse, ya que no creen en la democracia y el respeto a la divergencia.
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El deterioro del lenguaje, la amistad cívica, el aumento de la beligerancia, la búsqueda del daño al otro, han terminado por imponerse en parte de la sociedad, y lo que es peor, entre algunas de nuestras autoridades y líderes sociales.

Y aquello no es nada de sano.

Vimos estos días ejemplos lamentables, por lo cual un grupo de parlamentarios recordó lo que significó el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, signado por una mayoría, pero que parece extraviado luego de una serie de actos violentos y declaraciones políticas que afectan el orden público y la convivencia.

El homenaje realizado a la denominada "Primera línea", en dependencias del Senado en Santiago en el marco del Foro Latinoamericano de DD.HH. es un caso que llama la atención; lo mismo que el tuit del diputado comunista, Hugo Gutiérrez, respecto del ataque a carabineros en Antofagasta; las declaraciones de Luis Mesina, líder de No más AFP e integrante de la Mesa de Unidad Social, quien sostuvo que, establecido el órgano constituyente, este se debía autodeclarar el "poder soberano", cerrando a continuación el Congreso Nacional.

Las anteriores son muestras de evidente falta de compromiso con la democracia, con sus instituciones, la paz social, los DD.HH. y el orden público. Por esto, se emplazó a los firmantes del Acuerdo por la Paz a que se cumpla con lo comprometido el 15 de noviembre.

Se trata de ejemplos graves, pero puntuales. En esto tiene razón Iván Flores, presidente de la Cámara, quien citó que no se puede responsabilizar a toda la oposición por estos hechos.

Es cierto que el Presidente Sebastián Piñera cometió un rotundo error al inicio de la crisis al manifestar que el país estaba en una "guerra". Tal absurdo y torpeza sirvió solo para empeorar el ambiente y darle argumentos a grupos radicalizados que hace años están en una batalla para destruir el Estado.

Ese no puede ser el camino, la radicalización solo termina en frustración y dolor generalizado. La solución es el diálogo y el consenso, el encuentro, cuestiones extraviadas y que por lo demás, son reclamos profundos de la ciudadanía a la clase política.

¿Fake news o falta de cultura digital?

"El MIT indagó que en Twitter las noticias falsas tenían un 70% más de probabilidad de ser retuiteadas".
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Años atrás, la única forma que teníamos para informarnos era a través de los medios convencionales. Con el desarrollo y masificación de las nuevas tecnologías, han surgido maneras de conocer de forma inmediata las noticias, mediante redes sociales tales como Facebook, Twitter e Instagram, entre otros.

Hoy, estas mismas redes facilitan la "democratización de la información", permitiendo que más personas comuniquen y difundan lo que sucede. Pero, lamentablemente, estos múltiples canales, muchos de ellos, sin explicitar quiénes están detrás ni conocer sus reales intenciones comunicacionales, han hecho que proliferen informaciones que no están corroboradas o que son derechamente falsas, mal informando a las personas, surgiendo de esta forma las llamadas fake news o noticias falsas.

¿Cómo llegan las fakes news? El Massachusetts Institute of Technology (MIT) afirma que una de las principales fuentes de información es Twitter, estableciendo que las noticias falsas tenían un 70% más de probabilidad de ser retuiteadas, en comparación a una verdadera. Esta situación es más preocupante aún, cuando conocemos que el 60% de la población reconoce haber creído en una noticia falsa, de acuerdo a un estudio de la Universidad Complutense de Madrid.

Para enfrentar la proliferación de estas fake news se creó en Europa The Trust Project, un consorcio internacional de medios de comunicación, el que estableció un sistema de indicadores de confianza que permite la identificación de noticias provenientes de medios fiables. Estos indicadores ya son utilizados por plataformas digitales como Google, Facebook, Bing y Twitter. Pero debemos preguntarnos, ¿es suficiente? ¿Qué más podemos o debemos hacer entendiendo que estamos inmersos en esta Cuarta Revolución Industrial?

Para lograrlo es importante desarrollar un trabajo articulado con los diversos actores de la sociedad civil, con el propósito de ayudar a fomentar prácticas de responsabilidad del contenido en las diferentes plataformas web, apoyando así a que todas las personas accedan a la información verídica y de calidad, sobre todo en la actualidad.

El desafío de una cultura basada en lo digital no solo supone disponer de redes sociales o conectarnos a Internet, sino de relacionarnos de nuevas maneras y de utilizar todas las herramientas tecnológicas a nuestro favor y de forma responsable.

Debemos trabajar no solo para que podamos tener las herramientas del siglo XXI a nuestra disposición, sino también los conocimientos necesarios para aprovecharlas y potenciarlas. Nuestra visión es que la tecnología puede impactar positivamente en la sociedad para alcanzar una mejor calidad de vida y bienestar. Un buen punto de partida es asegurar su buen uso y enfrentar los desafíos que suponen los cambios de paradigma.

En abril del presente año, los chilenos participaremos de un plebiscito que definirá la posibilidad de una nueva Carta Magna. Este escenario supone posibilidades de mayor proliferación de noticias falsas y donde será necesario trabajar en conjunto por la veracidad del contenido que se ponga a disposición en los diferentes medios con ciudadanos digitales mejor informados.

Fernando Sánchez

Gerente general de Fundación País Digital