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¡Te olvidaron, Roto…!

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Como era de esperar, el Roto Chileno no podía quedarse sin "el pago de Chile".

En el más injusto de los olvidos, (como tanta cosa en Chile), yace la grandeza de su victoria contra peruanos y bolivianos, en el lejano 1839. Nuestros vecinos, unidos para enfrentar a Chile, sucumbieron ante nuestros heroicos "rotos". El escenario sería a orillas "Del rápido santa/pisando la arena". Bulnes, severo, supo imponer su alto rango castrense sobre una milicia chilena, que tenía en el coraje su arma para la victoria. ¡Qué importa si estaban desastrados, con malos pertrechos y con escasa preparación!

Cuando escasearon las botas, el pie desnudo los condujo al campo de batalla. Cuando no hubo arneses ni atalaje, el fusil "colgado al cogote" suplió la escasez de dichas vituallas. Cuando raleó el rancho, se ignoró el hambre… Cuando menguaron las municiones, fue la culata, la bayoneta o el puño lo que dirimió el pleito con el enemigo. Nuestros aguerridos "rotos" sólo sabían de muerte o de victoria. Y esta última fue el premio a tanta estrechez, tanto sacrificio. ¡La gloria los esperaba en su retorno al terruño…!

Pero aquí surge el mayor enemigo de nuestras glorias… Un enemigo que frecuenta nuestros más dignos episodios y termina por sepultarlos… Un enemigo que no usa uniforme ni armas, pero que es capaz de borrar de la memoria nuestros mayores triunfos, nuestros más preciados logros. Es invisible pero letal: "el olvido".

Por eso, el "roto chileno" ya no es el más preciado de nuestros orgullos. Ni es el símbolo de una estirpe sin parangón, que nos legó su sangre. Ya no se realiza "La corrida del Roto Chileno", que recorría las calles de Santiago, con atletas que enfrentaban la canícula con estoicismo y en cuya meta las salvas de aplausos eran conmovedoras. Escasean los actos para recordar y agradecer esa bravura. Hoy, no existe nada de aquello que nos permitía celebrar la grandeza del "roto chileno".

Por eso, ya no se entona aquel… "Cantemos la gloria/ del triunfo marcial…".

Jaime N. Alvarado García.