Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Actualidad general
  • Opinión
  • Clasificados
  • Servicios
  • Deportes
  • Espectáculos

Comunidades atacameñas

"Esta política solo es posible desarrollar a partir del respeto en su más amplio sentido".
E-mail Compartir

La Región de Antofagasta celebra un acontecimiento positivo e histórico, gracias a la aplicación de la Ley Indígena, se logra la primera adquisición de tierras para el desarrollo de proyectos productivos. Se invirtieron más de dos mil millones de pesos, para la compra de 37 hectáreas, terrenos destinados para el Ayllú de Cúcuter, en la comuna de San Pedro de Atacama.

El mérito es del Ministerio de Agricultura y su Seremi, Gerardo Castro Cortés, que con éxito han venido organizando la acción comunitaria con el propósito de adquirir la tierra y posteriormente desarrollar inversiones. En agricultura han logrado consolidar importantes proyectos de agro-industria en distintos puntos de la Región de Antofagasta, con modernas técnicas agrícolas, de riego y de comercialización, lo que nos permite cierta autonomía alimentaria con el surgimiento de verdaderos vergeles con huertos, flores y frutas en el desierto.

En medio del desierto se ha planteado la producción de semillas adaptadas a condiciones extremas de aridez, que puedan además ser regadas con aguas tratadas, recurso que en la actualidad se pierde en las arenas del desierto, las que serán procesadas con bio-filtros e intervenidas con luz ultravioleta, con el propósito de eliminar turbiedad y elementos biológicos nocivos, dejándolas a nivel de la norma Chilena de Riego (NCH 1.333)". Para esto se ha contado con una inversión ya aprobada por El Gobierno Regional, a través de los consejeros de la Comisión de Sustentabilidad y del impulso del intendente Regional Edgar Blanco.

El Director Nacional de la Conadi, Ignacio Malig, destacó que se trata de la primera compra de tierras en territorio ancestral, para proyectos productivos. La comunidad atacameña de Cúcuter, desarrollará proyectos comunitarios de agroturísmo y productivos en el Área de Desarrollo Indígena "Atacama La Grande", para lo que recibirá capacitación en colaboración con comunidades indígenas del Cuzco, Perú, para desarrollar las competencias necesarias para un destino turístico de clase mundial, como lo es San Pedro de Atacama, con operadores locales, formados bajo una concepción étnica.

El exintendente Marco Antonio Díaz, quien impulsó esta iniciativa señalaba que "una de las características fundamentales del territorio de las Áreas de desarrollo indígena (ADIS), Atacama la Grande y Alto Loa es la fragmentación histórica de sus espacios productivos, la disminución de los volúmenes de aguas disponibles para la producción y la perdida en calidad de ambos recursos, por ello, en conjunto con el seremi de agricultura, determinamos el diseño de una política pública que denominamos de Soberanía Alimentaria, la que en síntesis considera la protección del capital biológico animal y vegetal.

Esta política solo es posible desarrollar a partir del respeto en su más amplio sentido, para ello solo son necesarios dos saberes, saber escuchar y saber cumplir". Bien por nuestra región y los comuneros del Ayllú de Cúcuter.

Carlos Cantero

Geógrafo, Master y Doctor en Sociología

Conservar el medio ambiente es política

"La sociedad civil tiene el poder y el deber de buscar las formas definitivas para proteger el medio ambiente".
E-mail Compartir

Hace más de 40 años que la ciencia ha ido acumulando una importante evidencia respecto de las amenazas inmediatas a nuestra forma de vida. El cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación de nuestros ecosistemas no están en duda a nivel científico. Esta evidencia apunta a una pérdida de la estabilidad social, económica y política debido a la crisis ambiental más grave que ha conocido la humanidad.

Lo anterior, no solo en Chile, sino que en el mundo, la sociedad civil ha comenzado a tomar conciencia, informarse y comprender lo que el sector político aún parece no asumir. Sin embargo, conservar hoy es político. Los presupuestos para proteger nuestra biodiversidad dependen exclusivamente de una decisión política. Existen los conocimientos, la experiencia y profesionales calificados en Ministerio del Medio Ambiente y la Conaf.

No obstante, estos se ven atrapados en escuetos presupuestos y marcos regulatorios débiles que no permiten cumplir con las necesidades que exige la sociedad. Conocido es el caso del Servicio de Biodiversidad que se discute en el parlamento desde hace 10 años, así como también la ley y reglamento de áreas protegidas privadas, la cual, simplemente, no existe. Las organizaciones civiles han aportado de manera decisiva a nivel de concientización, pero no se ha logrado avanzar en un punto clave para lograr la conservación del medio ambiente, porque los permisos para la instalación de grandes empresas contaminantes terminan decidiéndose en una comisión compuesta absolutamente por políticos. A lo cual se suma que los reglamentos que permiten, o no, la instalación de faenas, la extracción de agua, la emisión de contaminantes, no son más que una serie de normativas decididas a nivel de poderes políticos.

La batalla ambiental hoy se gana en un solo lugar: las urnas. Asimismo, el uso del plástico, combustibles, la experimentación irresponsable con glaciares, el desincentivo al uso de la bicicleta o la cantidad de educación ambiental que reciba una persona son decisiones donde no participan los científicos de manera directa ni tampoco la sociedad civil, sino decisiones que se toman a nivel de poder ejecutivo y poder legislativo.

Estamos en el momento clave donde la sociedad civil tiene el poder y el deber de buscar las formas definitivas para proteger el medio ambiente y eso pasa por exigir programas de gobierno, de todo nivel que modifiquen las leyes actuales que propongan reglamentos que nos permitan contar con un sistema de políticas públicas basadas en la evidencia.

Es en la democracia donde se debe buscar la representación de nuestras ideas y si nuestra idea es sobrevivir como especie, entonces, es la democracia donde debemos exigir a nuestros representantes la protección ambiental que merecemos.

Pablo Rebolledo Dujisin

Director Carrera de Ecoturismo Unab

La pérdida de un poeta

Con Armando Uribe, hace algunos años con Nicanor Parra, comienza a cerrarse una generación de intelectuales de enorme calado, que hoy nos hace mucha falta. Chile ha hecho escuela con ello. Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Violeta Parra, Pablo Neruda, Pablo de Rokha, pero también muchos intérpretes de canciones. Por eso nos duele cuando perdemos a uno.
E-mail Compartir

Acaba de morir el poeta, abogado e intelectual Armando Uribe, uno de los grandes de las letras nacionales. Y con su desaparición física, a los 86 años, nuestro país pierde a una generación creadores notables y críticos fenomenales.

Es una curiosidad de que Uribe muriera el mismo día en que años antes lo hicieran Nicanor Parra y Pedro Lemebel, dos escritores que llevaron la lengua castellana a espacios desconocidos, al límite, a gran profundidad, con su crítica sorprendente.

Uribe, Premio Nacional de Literatura (2004), se caracterizó por escribir contra la hipocresía y la injusticia; la rabia, el dolor, la muerte, el asombro ante la divinidad. Algunas de sus obras más famosas son "El accidente Pinochet", un diálogo entre él y el filósofo Miguel Vicuña; "Transeúnte pálido" (1954); "El engañoso laúd" (1956); "No hay lugar" (1970); "Odio lo que odio, rabio como rabio" (1998), "Contra la voluntad" (2000); "Las críticas de Chile" (1999) y "El fantasma de la sinrazón & El secreto de la poesía" (2001); entre otras.

Se trata de estas personas que son parte del alma de Chile, son patrimonio y lo crearon con obras concretas, exploraron mundos y abrieron caminos variados.

Chile ha tenido artistas notables, pero especialmente poetas, cantores de distinta estirpe, con una sensibilidad que nos moviliza entre emociones diversas: desde sorprendernos con sus imágenes de belleza hasta interpelarnos y conmovernos con sus desafíos éticos e intelectuales.

Es por ello que la muerte -especialmente de un artista- es tan sentida. Nos provoca una especie de vacío personal y colectivo. Nos sacude. La muerte es pérdida, final de todo -el camino al cielo o el infierno, diría un cristiano-, pero es un instante de conclusión, al menos en esta Tierra y con la vida así como la conocemos.

Cuidar y valorar a todos aquellos que hacen arte, y tenemos muchos en Antofagasta, es un imperativo, porque Chile es poesía y porque ellos tienen la virtud de mostrarnos lo que está escondido, lo que no es evidente a la vista, gracias a una sensibilidad, valentía y destreza, que es un don que solo tienen algunos elegidos y que tanta falta nos hace.