Alejandro Ahumada R.
"El 31 de diciembre del 2019, pocas horas antes de terminar el año, el ministro de Hacienda, Ignacio Briones posteaba en su cuenta personal de Twitter un video donde manifestaba parte de sus anhelos para el año -y la década- que se avecinaba.
"Quiero plantear una visión, un horizonte país que podemos ser. Propongo Nueva Zelanda, un país protector del medioambiente, con una sociedad integrada. Creemos una hoja de ruta para avanzar hacia ese futuro", señaló Briones en parte de su declaración.
La frase no pasó inadvertida para políticos y especialistas, y casi sin apostarlo, puso sobre la mesa un modelo desarrollo distinto al utilizado habitualmente por economistas más acostumbrados a comparar cifras y datos del modelo chileno, con países anglosajones o de Europa occidental.
Vida Kiwi
Pedro Patiño, chef antofagastino, vivió en Oamaru, la localidad más poblada de Otago, en la isla sur de Nueva Zelanda, por casi dos años.
Al igual que muchos latinoamericanos, viajó gracias al programa working holidays, que permite a los becados estudiar y trabajar.
Para Patiño, si bien en lo económico la distancia entre Chile y Nueva Zelanda parece significativa, los recursos naturales y la capacidad instalada en Chile son similares a los de la isla.
"Lo que más me llamó la atención fue la forma en que se industrializó el país. La industria más importante es la lechera que mueve millones de dólares, pero a ellos les gusta hacer las cosas bien y a la primera", señala.
"Compran máquinas que cuestan millonadas, pero saben que con trabajo y planificación las cosas dan frutos. No buscan lo más barato o conveniente en precio, sino lo que les sirve para sus propósitos y que es garantía de un trabajo bien hecho", recalca el profesional como rasgo distintivo de la cultura neozelandesa.
Brechas
Ambos países están ubicados en el hemisferio sur, están aislados de grandes mercados y poseen una economía abierta basada en la explotación de materias primas. Sin embargo, su desarrollo económico ha transitado caminos distintos.
Para los especialistas, para acercarse al modelo neozelandés resulta fundamental desarrollar un modelo productivo centrado en la investigación, competitividad e innovación .
"Chile tiene la bendición de las materias primas y ha efectuado una inversión en capital humano notable. Ha gastado importantes recursos para formar y atraer investigadores de las mejores universidades del mundo. Chile lo tiene todo para dar el salto a un modelo productivo basado en la innovación, pero no tiene un plan de largo plazo", precisa el académico español de la UCN, Manuel Pérez Trujillo.
Según los datos del World Development Indicators (WDI) el país se encuentra en el último lugar de las economías OCDE en gasto en I+D+I, con el 0,362% de su PIB (similar al de Cuba con 0,349%) y lejos de Nueva Zelanda con 1,23%.
"Por número de investigadores por cada mil personas, Chile se encuentra en el penúltimo lugar con 1,11 por cada mil, sólo por delante de México y lejos Israel, que alcanza la cifra de 17,43", sostiene Pérez.