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New kids on the "Black Bloc"

"Más allá de una relativa diversidad, los participantes de un 'Bloque negro' tienen denominadores comunes que les otorgan esa posibilidad de actuar en conjunto". Cristian Zamorano Guzmán, Doctor en Ciencias Políticas
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En 1999, en las protestas "antisistema" que ocurrieron durante la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en Seattle, Estados Unidos, vimos la entrada en escena de los llamados "Black blocs" quienes progresivamente, aplicando un modo de operación imitable y universalizable, se convertirán en un actor político reconocido internacionalmente. Desde esa fecha, estos últimos están presentes en cualquier frente que "huela" a anti globalización, mundialización, ultra liberalismo económico.

No representan a ningún partido político, ni sindicato, de hecho no hay ninguna existencia legal en términos de representatividad; estamos más bien frente a la resultante de una reunión efímera y esporádica de una cierta cantidad de individuos "políticos", que no necesariamente se conocen entre sí, pero que provienen en gran mayoría de las filas de la extrema izquierda antiparlamentarista, anticapitalista y antifascista. Un "Black bloc" podría definirse como una "procesión de militantes revolucionarios vestidos de negro, no reconocibles, capaces de recurrir a la acción directa en el marco de una manifestación callejera".

Así, sus participantes no tienen afiliación partidista declarada. Algunos pueden, aunque sea poco frecuente, pertenecer a organizaciones legales que evolucionan en el campo de la política radical, ya sean de obediencias anarquistas, comunistas libertarias o marxistas-leninistas. ¿Cuál es el origen de este tipo de movimiento? Muchos lo consideran como el legado contemporáneo del "movimiento autónomo" en vigor en la antigua República Federal Alemana, en la década de 1980, y que quería defender las "áreas de vida colectiva" contra las redadas policiales consideradas como ilegítimas.

Más allá de una relativa diversidad, los participantes de un "Bloque negro" tienen denominadores comunes que les otorgan esa posibilidad de actuar en conjunto. Además de criticar radicalmente el "orden de las cosas existentes", de reconocer un eventual recurso a la violencia física mientras se desarrollen sus acciones; los miembros también convergen en el hecho de aparecer todos vestidos de negro y encapuchados para permanecer en el anonimato a los ojos de las autoridades y medios de comunicación. Eso permite igualmente afirmar su rechazo a cualquier forma de jerarquía auto impuesta y a la emanación de cualquier figura de líder.

Su recurso a los desmanes es una forma de reivindicar, públicamente, el papel inevitable de la "violencia revolucionaria" en el proceso de reorganización general de las relaciones sociales, en el trabajo y en la sociedad, al cual ellos hacen llamado. Rechazan plenamente el "pacifismo integral" como axioma para la acción colectiva, al mismo tiempo que afirman a través de su modus operandi que los comicios electorales no pueden constituir, a priori, una modalidad viable de acceso al poder de la cual se puedan beneficiar los militantes revolucionarios. Por lo contrario, los "Black blocs" tratan de aplicar o una estrategia revolucionaria de la conquista del poder del Estado mediante el advenimiento de una situación de dualidad de poder (huelga general insurreccional, guerra popular prolongada); o una política dirigida a multiplicar los aislamientos a nivel nacional, lo que consiste en crear "zonas autónomas" emancipadas del "reinado mercantilista" que permitirían vivir un futuro post-capitalista lo más prontamente posible. La configuración geográfica de un país como Chile es relativamente llamativa en ese sentido.

Hasta el día de hoy, ningún grupo o red revolucionaria conocida de esta esfera, ha abogado públicamente por el recurso a la lucha armada clandestina. Se trata esencialmente para los "Black blocs", de marcar al enemigo con un "hierro candente", de cometer drásticos actos de depredación en contra de lo que se identifica como blancos políticos: ataques en contra de los símbolos del "Estado de clases" (cuarteles de policía, de gendarmería, vehículos policiales), del "modo de producción capitalista" (bancos, compañías de seguros, agencias inmobiliarias, tiendas de lujo, retails), del consumismo exacerbado y excesos "burgueses". Es decir, ataques en contra de todo lo que encarna, a los ojos de estos activistas, el reinado "de lo mercantil" y de la propiedad privada y lucrativa. Paralelamente, se trata también de encabezar las interacciones violentas con las fuerzas policiales encargadas de proteger el "status quo pro-capitalista". Incluso, los representantes de la ley son objetivos declarados, ya que se encuentran en la interfaz entre los manifestantes y los que toman las decisiones políticas y económicas.

Cómo lo pueden ver, en el escenario descrito, no son gentiles aficionados de girl groups o boy bands de K-pop, con sus edulcoradas coreografías, que actúan. Acá, nos estamos refiriendo a un grupo político,"concientizado", que aplica, a lo largo del mundo y en terreno, una cierta ideología. Podríamos razonablemente pensar que esta se basa esencialmente en la acción. El lugar donde todo nace y todo muere.