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La crisis social en Antofagasta retratada por el lente del fotógrafo Glenn Arcos

MIRADA. Arcos es uno de los muchos reporteros gráficos que han estado en la calle durante el estallido.
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Daniel Contreras Palma

En 2001 el fotógrafo chuquicamatino Glenn Arcos (46) registró con su cámara un intento de motín en la excárcel de Antofagasta y una de una sus fotografías dio la vuelta al mundo. En el motín una veintena de reos mantuvo retenido a punta de estoques a un gendarme por cerca de dos horas en el techo del recinto penitenciario.

En sus 25 años como reportero gráfico ese había sido el episodio más violento captado por Arcos en su carrera. Sin embargo, tras el estallido social del pasado 18 de octubre, la fotografía volvió a enrostrarle una realidad que jamás imaginó.

En esta entrevista, el fotógrafo repasa sus dos meses retratando las manifestaciones en Antofagasta.

¿Cómo han sido para ti estos 60 días cubriendo el estallido social?

-Emocionalmente para mí ha sido uno de los momentos más grises. Durante toda mi carrera me enfoqué en el área social y lo que tiene que ver con la pobreza, la marginalidad, siempre pensando en construir un país mejor. Pero ahora la fotografía me enrostró una realidad en la que se muestra la peor y mejor cara de lo que somos como sociedad.

¿Cómo es estar dentro de las marchas y los enfrentamientos?

-Yo me accidenté el segundo día del estallido. Tuve un esguince severo en uno de mis pies que me hizo llorar de frustración porque no podía moverme ni tomar fotos. Estuve dos días tratando de recuperarme poniendo hielo y haciéndome remedios de la abuela. Finalmente me puse un bota ortopédica y salí a trabajar. Lo mejor de todo esto fue que cuando me caí me atendió un estudiante de la Universidad de Antofagasta que era voluntario para ayudar a las personas heridas en las manifestaciones. Él me atendió y después me llevó hasta mi casa. Hasta hoy no sé su nombre.

¿Qué emociones ve en los rostros de los manifestantes cuando los retrata?

-Eran las mismas emociones que capturaba antes pero con mayor intensidad. Veo la mirada de gente de trabajo y esfuerzo, pero también veo marginalidad. Veo que la dignidad de las personas está en el suelo porque el sistema hace que la gente viva en la miseria. He visto rostros tristes, mujeres valientes, jóvenes con ideales, sueños y aspiraciones. También he visto gente que solo va a robar.

¿Cuál ha sido la jornada más compleja que ha retratado durante las manifestaciones?

-La mayoría de los colegas fotógrafos con los que he hablado me cuentan que cuando llegan a su casa después de cada jornada no pueden dormir por el nivel de violencia que se vive en las calles. Llegamos a un punto donde ya no se miden las consecuencias. De ambos lados, fuerza policial y manifestantes. Creo que estamos vivienda la peor crisis en la historia del país.

¿Con que otros episodios en tu carrera podrías compara este momento?

-He visto la marginalidad en una paloma comiéndose la comida de un enfermo y luego posándose arriba de ella en el antiguo Hospital Regional de Antofagasta y yo pensaba que era la foto más espectacular del mundo. O en un motín en la cárcel de Antofagasta donde a un reo lo bajan herido del techo como si fuese una crucifixión. Son momentos que han marcado mi carrera. Ahora estoy viendo todo eso y mucho más.