Sobre la justicia y la justicia social
José Miguel Serrano , Economista Universidad de Columbia
A raíz de las grandes manifestaciones sociales de los últimos dos meses en Chile, ahora el concepto de justicia se ha venido asociando principalmente con un sentido de justicia social; se lo iguala con una redistribución de los bienes materiales de las personas más ricas a las menos privilegiadas y exige que esta redistribución se dé, no sólo en ese ámbito, sino también desde el Estado hacia el resto de la sociedad, priorizando evidentemente a los pobres.
Sin embargo, esta forma de entender la justicia es limitada pues presupone que toda la disyuntiva se limita al campo de lo económico y lo social, conduciendo el debate político de las últimas semanas a la formulación de exigencias desbordantes en estos terrenos, en nombre de la justicia; sobre todo de parte de algunas organizaciones "progresistas" en extremo, y dejando de lado otras consideraciones fundamentales.
Pero, frente a este tema crucial para el futuro de Chile, la filosofía nos recuerda que la expresión justicia, así como el adjetivo "justo", se refieren a algo mucho más amplio. En principio, significan lo "justo" reforzado, lo cual como una característica de los individuos también puede llamarse honradez. La justicia distingue a aquellas personas que se atienen a lo justo y a la ley, de aquellas que no lo hacen.
Justicia denota el organismo al que le compete el mantenimiento de la ley y el derecho: la administración de justicia. Hacer justicia a alguien significa, en el terreno del derecho civil, hacerle justicia con respecto a sus derechos, incluyendo los derechos humanos como se ha venido exigiendo en nuestro país.
En cambio, en el terreno del derecho penal, implica castigar al culpable y únicamente según la gravedad de la falta. Pues bien, para superar algunas consecuencias fatales, como las grandes explosiones de violencia que hemos conocido, deben coincidir ambas formas originales de la justicia.
La justicia política que se encarga de que haya una justicia (de que existan tribunales), y la justicia personal encargada de los veredictos imparciales de los jueces. Por esta razón, se requieren grandes jueces que sean un ejemplo a la vez de honradez personal y de una administración de justicia que funcione.
La justicia social que ahora reclamamos, no puede pasar por encima de esta otra justicia, que la antecede. Bajo ningún concepto se pueden aceptar los atropellos flagrantes que se han producido en Chile a los derechos de las personas, y la destrucción de tanta propiedad privada y pública a lo largo y ancho del país. Esta situación significa que no debe desentenderse la noción justicia, aplicándola efectivamente para que exista un Estado de derecho pleno. Ninguna sociedad podría dejar de hacerlo sin autodestruirse.