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40 años sin Mario Bahamonde

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Mario Bahamonde Silva falleció el 30 de noviembre de 1979.

Recogemos opiniones de linternistas acerca de este gran escritor nortino.

Gaytán dijo alguna vez "Conocí a Mario en su soledad que le trajo el autoexilio y la salida de sus ámbitos universitarios y liceanos. Tengo la imagen de un hombre concentrado en sí mismo. Más bien parco de palabras cuando no quería proferirlas, pero alegre cuando recordaba algunas anécdotas"

Mauricio Ostria: "Bahamonde se revela identificado con el espacio y el hombre del Norte; en ellos surge toda una filosofía del nortino. El desierto es su máxima obsesión: se empecina en la lectura atenta de sus signos, misterios, lenguaje geológico milenario. Se esfuerza por definirlo una y mil veces: "El desierto es un silencio geológico, es la ausencia histórica del ciclo vital, aunque sobre sus piedras y su mudez la vida continúe misteriosamente sumergida entre la arena y la sed".

Cecilia Castillo : "Algo especial produce la escritura de Bahamonde. Se siente la vida, aunque esta pueda ser difícil y malvada. Expresa amargura de la soledad que a veces provoca elegir la muerte en lugar de seguir sufriendo. Pero también regala dulzura: inolvidable el maravilloso cuento "Ala Viva" con su "Sí, los pájaros son el alma de la tierra" y "Ceniza de soles, camanchaca de auroras". Hermosa idea que prueba la relación cercana de Bahamonde también con el mar.

Andrés Sabella: Bahamonde era taltalino. Pero, ponto, le quedaron estrechos los límites: fue nortinizándose, hasta la última gota de su sangre. Sintió la nobleza y la responsabilidad de ser hombre de todos estos salares, hombre de libros, los que amaba y enseñaba y los que escribía, enalteciendo la belleza de estas tierras y la generosa conducta humana de sus gentes. Cuentista de recia prosa, dedicó sus talentos y ternuras a contar el Norte, comunicándolo a los demás chilenos para que lo comprendiesen y lo amasen, como él, como tantos que hicieron de la nortinidad el eje de sus fervores, manifiestando jerarquía creadora, madurez para erguir una literatura calichera, nutrida por el fervor, la honradez y el tono verdadero de nuestro desierto.

Varios autores, El Mercurio de Antofagasta