Alejandro Ahumada R.
Eran las 22:30 de la noche del jueves, cuando Paula comenzó a recibir notificaciones y preguntas de amigos. Muchos mensajes hablaban de un herido grave por perdigones. No resultaba tan extraño. En ese momento, en la Plaza Bicentenario, se completaban casi 12 horas de enfrentamientos entre manifestantes y carabineros.
La desesperación cundió en la familia. Bastaron un par de llamadas para confirmar el amargo presentimiento. El herido era Jonathan, su cuñado. Un joven antofagastino de 19 años.
Felipe y Sharons -sus hermanastros- y Paulo -un tío- acudieron inmediatamente a la urgencia del Hospital Regional de Antofagasta que en ese minuto recibía los heridos más graves de las manifestaciones de ese violento jueves.
Víctimas por el atropello del centro, se mezclaban con heridos por balines y niños afectados por la inhalación de humo de lacrimógena. La mayoría de ellos llegaron acompañados, menos Jonathan.
"La indolencia que uno observó ese día era terrible. Es triste y doloroso cuando se apunta con el dedo a una persona y no se piensa en el trasfondo de alguien que ha vivido en la pobreza, la desigualdad y la segregación que hemos creado", reflexiona Paulo, su tío.
Buscando amigos
Según la versión familiar, aquel día Jonathan se acercó a las manifestaciones de la Plaza Bicentenario cuando empezó a circular el rumor de que uno de sus amigos había muerto durante enfrentamientos. En medio de la protesta recibió un balín en pleno ojo derecho.
Las cifras proporcionadas por el Hospital Regional de Antofagasta, indica que Jonathan es uno de los 12 pacientes en la comuna con trauma ocular producto del uso de armas antidisturbios.
Su diagnóstico es grave; pérdida total de su visión, y por el momento, la imposibilidad de extraer el balín.
"Cuando llegamos allá, estaban las niñas del programa de Sename. Pasa que él no tiene ni su papá ni su mamá presentes para que le dieran el diagnóstico. Y la doctora nos dijo que por una cuestión legal, solo podía entregar información a su tutor, pero ese tutor tampoco existe. En la práctica mi hermano está solo", comentó su hermano Felipe.
Vida en Sename
Según explicaron sus hermanos, a su corta edad Jonathan debió lidiar con gran parte de las carencias y debilidades del sistema de protección de la infancia chileno.
Separado de sus progenitores desde temprana edad (producto de los problemas de adicciones presentes en su hogar) Jonathan y su hermana crecieron y transitaron por al menos cinco hogares distintos. Ingresos al Cread de Playa Ancha, Hogar de Cristo en La Serena, Aldea SOS de Antofagasta son parte de una trayectoria de vida institucionalizada.
Sin redes de apoyo cercano, tampoco pudo terminar su educación básica. En su camino de sobrevivencia, comenzó a experimentar en el consumo de drogas y estupefacientes.
"Los dos estuvimos juntos, pero solos siempre", comenta su hermana Joan, de 20 años.
"El Sename dice que te ayuda, pero no lo hace. No hay sicólogos y lo único que hacen es empastillarte para que te quedes tranquilo", recuerda.
Joan recuerda que pese a las enormes dificultades de su infancia siempre buscaron estar juntos.
"Desde pequeños siempre luchamos. Pero él escogió otro camino que no era lo mejor. Yo he tratado de hacer lo mejor que he podido. Ahora tengo un trabajo más estable. Pero aún así es muy difícil. He pasado por muchas cosas y mi hermano por peores", comenta la joven.
Para Joan, la noticia de su hermano herido y con daño irreparable en su ojo, es parte de una tragedia que parece no terminar nunca y que esa noche, se vio agravada por el trato recibido por personal de Carabineros en la urgencia del HRA.
"Me molesta que los traten de delincuentes. Porque nadie ve lo que hay detrás. Claro que los niños están enojados. Si ya perdieron el miedo a manifestarse. Si no tienen nada que perder. Mi hermano, por ejemplo, vive en las tomas. Pasó por varios hogares. Ahora duerme en una pequeña choza. Con suerte tiene en la noche algo para comer", puntualiza.
"Me molesta que los traten de delincuentes. Porque nadie ve lo que hay detrás. Claro que los niños están enojados. Si no tienen nada que perder".
Joan, Hermana de la víctima