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Acuerdo por la paz social y nueva Constitución

"Pero en Chile tenemos una virtud, salir adelante en los momentos más difíciles". Paulina Núñez, Diputada de la República
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Han sido semanas duras y difíciles para nuestra región y el país, hemos visto cómo miles de chilenos en nuestra región y más de un millón en el país se han manifestado por demandas históricas que no han tenido respuesta, por la desigualdad que existe y por una mejor calidad de vida. Hemos visto también violencia y odio, cómo nunca antes.

Pero en Chile tenemos una virtud, salir adelante en los momentos más difíciles. En la madrugada del viernes dimos una muestra de aquello, fue un día histórico para Chile en que la oposición y Chile Vamos asumimos de cara al país, con transparencia, un compromiso por el restablecimiento de la paz, el orden público de Chile y el total respeto de los Derechos Humanos.

Tal como lo hemos dicho antes, hemos escuchado con humildad la voz de los chilenos y hoy podemos decir que esta nueva carta fundamental será obra de todos los chilenos, la primera creada en democracia. En abril del próximo año se impulsará un Plebiscito donde se preguntará a los chilenos si quieren una Nueva Constitución, de que forma y porqué órgano quieren que se discuta y redacte esa Constitución.

Chile ha demostrado una vez más que el diálogo y la participación ciudadana son las mejores herramientas para superar nuestras legítimas diferencias y poder retomar el camino de la paz, el entendimiento y la justicia.

Ahora es el momento que todos nos pongamos de pie y echemos a andar de nuevo a nuestro país, sin odios ni rencillas, unidos por el único fin de retomar la senda de la convivencia, el progreso y la unidad.

Desde nuestra región veníamos empujado hace rato un Nuevo Trato y creo sinceramente que esto es lo que necesita nuestro país, una agenda de profundos cambios sociales que nos permitan un nuevo pacto social, un nuevo trato entre nosotros.

Permítanme estas últimas líneas para rechazar rotundamente la violencia vivida hace unos días en nuestra comuna y hacer una reflexión.

El día martes 12 de este mes fue y será recordado como un día negro para Antofagasta. Destrucción de propiedad pública y privada, la quema de edificios históricos y la violencia con la que se destruyó gran parte de nuestro centro habla de una sociedad enferma, lamentablemente la mayoría de los violentistas son jóvenes y por tanto una enfermedad que espero tenga cura.

Chilenos que sin respetar a nadie, a veces ni a sus padres ni a sus profesores, producen un daño material y moral incalculable con desprecio y sin conciencia. No nos perdamos un segundo en rechazar con fuerza la violencia. La violencia no es un método legítimo de manifestación, solo divide, destruye y atemoriza.

Hoy es tiempo de paz, de recuperar la libertad, la normalidad y sin duda de profundos cambios sociales que nos permitan responder demandas históricas y avanzar hacia un nuevo trato social.

Necesidad de retomar las clases

Es curioso que la clase política hable tanto de la brecha entre ricos y pobres y no hayamos tomado en serio la educación, que es donde se puede hacer el cambio. Lo preocupante es que, con todo, y considerando incluso a las mejores instituciones locales, la educación antofagastina en su conjunto es una de las peores de Chile y la población no se lo merece.
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Los niños, a quienes más debemos cuidar en todo momento, están padeciendo un daño irreparable con la enorme pérdida de clases, especialmente en el sector público municipal. Hasta ahora son meses los perdidos, primero por el extenso paro de profesores y luego por la crisis social que afecta al país.

Lo terrible es que quienes presentan los peores resultados en Simce y PSU, son tristemente, quienes han perdido una mayor cantidad de horas lectivas.

Y el resultado que tiene la Región de Antofagasta es un récord que solo debiera avergonzarnos.

Hagamos memoria: A inicios de año, una treintena de alumnos de la Cmds, fueron distinguidos por pasar los 600 puntos n la PSU. Es decir, de un universo de unos 4 mil alumnos, suponemos que los más desposeídos, los que más herramientas requieren, se celebra un resultado que más bien debiera hacernos reflexionar.

La conclusión, ante tal evidencia, es que hoy le entregamos a miles de jóvenes una educación mala, donde no obtienen los aprendizajes básicos y elementales después de 12 años de estudio básico y secundario.

Lo mismo ocurre con el Simce: Antofagasta está en la retaguardia y a muy pocos, parece conmover esta realidad indigna para una zona que se jacta de generar buena parte de los ingresos nacionales. Debe recordarse que el diferencial en algunas pruebas, entre colegios de pago y gratuitos, llega a los 100 puntos, un margen equivalente a dos años de diferencia en términos pedagógicos.

Por razones que son complejas de abordar, menos en esta breve columna, debe decirse que la demanda de los académicos y educandos por calidad deben ser escuchadas. Por ello es urgente revisar qué estamos haciendo mal y qué debe hacerse para corregir el rumbo de una buena vez, un resultado en el que el responsable no es solo el gobierno de turno, también los docentes y los alumnos.

Este es solo uno de los aspectos la necesidad de normalizar del proceso educativo. Continuar la paralización solo provocará daño en los menores, en especial a los que menos tienen, a los más desposeídos y queda claro que ese es un lujo que no nos podemos seguir dando. Debe primar la sensatez.

Por el derecho a vivir en paz

"Antofagasta es una de las regiones más prósperas del país… Eso, en teoría, porque por eso tiene el costo de vida más alto". Andrea Cox, Jefa social territorial del Hogar de Cristo
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El centro de Antofagasta parece una zona de guerra. Los vidrios molidos, piedras, restos de barricadas y fogatas humeantes con que hemos despertado varios días consecutivos desde que hace tres semanas se encendiera la pradera del descontento social, no se compadecen con la riqueza minera de la zona.

Antofagasta es una de las regiones más prósperas del país… Eso, en teoría, porque por eso tiene el costo de vida más alto no sólo de Chile, sino de Latinoamérica, y es comparable al de Londres y Tokio. Aunque los sueldos en promedio son los segundos más altos de Chile, la vivienda, la alimentación, la educación, son de las más caras del país, la región es la tercera con mayor número de campamentos y la tasa de desempleo aunque hoy está en 6,6% (en el trimestre julio- septiembre), hace algunos meses superó los dos dígitos.

Un caldo de cultivo que explica que el 94% de la población considere que no existe justicia en la distribución del ingreso, tal como indica el Barómetro Social de Antofagasta.

Estos datos que hablan de desigualdad flagrante explican -aunque en ningún caso justifican- la violencia que tiene a la ciudad convertida en una suerte de territorio comanche. Anoche compartí en Twitter, el video con la interpretación en quena de "El derecho de vivir en paz", que a modo de tregua tocaban dos jóvenes en el centro de una Antofagasta asolada. Una nota de esperanza en medio de un paisaje que estamos obligados a recuperar y hacer reverdecer entre todos.

Para ello, Hogar de Cristo, Fondo Esperanza y Techo nos hemos unido en una iniciativa de participación inédita: los "Círculos Territoriales", en que estamos dando voz a las poblaciones más vulnerables. Jefas de hogar, adultos mayores, jóvenes fuera del sistema escolar y/o laboral, personas con discapacidad mental, habitantes de campamentos, con ayuda de una metodología y una aplicación digital probada, ya están haciendo el diagnóstico de lo sucedido, levantando sus problemas más urgentes y entregando propuestas de solución para ellos.

A fin de año, tendremos el sentir y el pensar de 60 mil personas de todo el país, el que entregaremos a las autoridades, aspirando a que los invisibles y mudos esta vez sí sean considerados y podamos avanzar en la construcción de un nuevo pacto social para Chile y Antofagasta.