Entender Chile
Chile parece tener un déficit en el análisis y comprensión de su realidad. Falta mayor pensamiento, lo que debiera ejecutar tanto la academia como la política. Si hasta ahora, el contrato social se basó en el éxito y desarrollo del consumo, parece claro que hoy se requiere un sueño más grande y colectivo; el rol del Estado es lo que se reclama. Veamos qué ha hecho China.
El informe "¿Malestar en Chile?" elaborado en 2016 por el Centro de Estudios Públicos (disponible en la web), entrega una muy interesante visión acerca de un fenómeno que ha capturado la atención del país, especialmente en las recientes tres semanas.
Lo único certero es que el fenómeno del malestar (una incomodidad indefinible) es real, aunque distintos analistas tienen diversos diagnósticos para explicarlo. Carlos Peña, José Joaquín Brunner, Alberto Mayol y pensadores o líderes como Agustín Squella, Felipe Berríos o incluso empresarios, hace ya varios años, como Felipe Lamarca, lo han abordado.
¿Qué se ha apreciado durante los últimos años en el país? Movilizaciones sociales, la masiva desconfianza en las instituciones políticas, la defraudación de las altas expectativas de los chilenos en el futuro, estafas a consumidores en varios mercados, una elevada desigualdad de ingresos e incluso de la prevalencia de enfermedades mentales en nuestra población. La proliferación de diagnósticos se debe, en parte, a la propia definición de malestar, lo que hace que cualquier percepción negativa pueda, eventualmente, recibir esa etiqueta.
"La diversidad de síntomas y prescripciones, por cierto, dificulta la definición de un marco de políticas claro que permita abordar esta sensación", citó el CEP.
El problema es complejísimo y apenas podemos tener algunas certezas, que parecen estructurales. Se conoce poco el país y las lógicas actuales. La lectura más recurrente es la de la lectura ideológica izquierda/derecha, que no es la más adecuada, tanto por sesgos, como por método. Aquí hay asuntos económicos, políticos, de transformación social y otros más desconocidos: las contradicciones del capitalismo, el vacío dejado por el fin de los megarelatos, la caída de la confianza lo que produce desapego entre la sensación de bienestar y satisfacción personal y colectiva.
Todo esto debe leerlo lo público y a partir de allí ofrecer, desde la política, porque este es un problema político, un plan, un nuevo acuerdo para toda la sociedad. Eso la población lo tiene claro: por eso reclama en La Moneda y el Congreso.
Pero debe insistirse, esto es más grande que un gobierno, son episodios recurrentes en la historia, que hoy son cada vez más veloces. La gente reclama certezas, algo a contramano con los vientos de la modernidad y aquello es lo que debe entenderse.