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Guasón

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"Guasón" se centra en el icónico archienemigo y es una historia ficticia original e independiente que no se había visto antes en la pantalla grande. La exploración de Phillips de Arthur Fleck, quien es retratado indeleblemente por Joaquin Phoenix, es sobre un hombre que lucha por encontrar su camino en la sociedad fracturada de Gotham. Payaso de alquiler de día, aspira a ser un cómico de pie por la noche ... pero descubre que la broma siempre parece estar sobre él.


Maléfica: dueña del mal

Maléfica: dueña del mal, de Disney, es una aventura de fantasía que retoma la historia de Maléfica varios años más tarde -en la que se dieron a conocer los hechos que endurecieron el corazón de la villana más emblemática de Disney y la llevaron a arrojar una maldición sobre la princesa recién nacida: Aurora. La película continúa explorando la compleja relación entre el hada de enormes cuernos y la futura reina, mientras forjan nuevas alianzas y se enfrentan a nuevos adversarios.


Amityville: el origen de la maldición

En la noche del 13 de noviembre de 1974, Ronald DeFeo, Jr. tomó un rifle de alta potencia y asesinó a toda su familia mientras dormían. En su juicio, DeFeo afirmó que las "voces" en la casa le ordenaron matar. Esta es su historia.

¿Somos agradecidos?

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En años de mi primera infancia, niños del barrio nos trataban despectivamente de "pollerudos". Tenían razón. Caminábamos apegados a las polleras de nuestras madres y ajustábamos el paso a los de ellas. El pueblo carecía de movilización y, sin siquiera entenderlo, éramos "niños de infantería". Todo se hacía caminando y si acortábamos el paso era por afectuoso respeto al momento de saludar a alguien conocido. La despedida siempre era un "muchas gracias". Al intercambiar una mirada con mi madre, solía decirme: "¡Hijo, hay que ser agradecido!".

En días luctuosos de este octubre, en mi recorrido por calles céntricas divisé ancianos. Recordé cuanto he dicho y más. Algunos de los que vi, se notaban nerviosos y, posiblemente, en total soledad. Caminaban casi desorientados, sin un niño que los acompañara.

En aquellos lejanos días, todos sólo tenían la misma nada. Sin embargo, agradecían hasta el simple saludo y, en ocasiones, el premio era magnífico. ¡Oye flaco!, la señora María quiere que le leas una carta de su hijo. Dado que no tenían nada, en la lectura, renglón a renglón, se llenaban de emociones, se sobresaltaban, a veces, nerviosos, sonreían, y cuando estaban atiborrados, aunque sabían que la carta se había terminado, casi susurrando, pedían : "léeme el final". Esas cartas siempre las terminé diciendo: "Madre, cuídese mucho para que su hijo siga dando gracias por tenerla". En su absoluta carencia, el abrazo y el beso para su hijo, me lo daban a mí para que les retribuyera diciendo "¡gracias!".

De regreso a casa, pensando en los sucesos de días recientes, también recordé eso de "siempre debes escuchar la voz de tu propia conciencia". Lo pasado, pasó. De cara al futuro quedan muchas preguntas. Las respuestas nadie las sabe y no todos podrán verlas como realidades. Pero, ¿y si hubiéramos hecho algo indebido?

Osvaldo Maya Cortés, miembro de la Academia Chilena de la Lengua