Cristian Castro Orozco
En agosto del 2017 Ignacio Ducasse fue designado como arzobispo de Antofagasta, cargo que antes ostentó monseñor Pablo Lizama y que inauguró el sacerdote Luis Silva Lezaeta, uno de los grandes promotores del desarrollo de Antofagasta a inicios del siglo XX.
Ahora, a los pies del monumento de Lezaeta, rayado en su pedestal durante las últimas manifestaciones en crítica directa a la iglesia Católica, Ducasse suspira y reflexiona que, frente a los actuales acontecimientos que atraviesa el país, es necesario hacer un aporte desde la humildad y no desde la prepotencia.
"Hay un sentimiento muy contrario en todas las direcciones. Creo que hay que sentarse y discernir qué es lo bueno que va ofreciendo cada institución", expresa.
Cuál es su opinión con respecto a todos los acontecimientos que están ocurriendo en el país.
-En general, creo que los sentimientos que tiene la mayoría de los chilenos son de sorpresa por un lado, en la forma de reaccionar y no solo por la violencia, sino también por la forma moderna en la que se reacciona no por convocatoria formal, sino por redes sociales, las cuales tienen mucha importancia y además atrae a mucha gente de todo tipo, es muy transversal y también se da por motivos muy justos.
Entonces creo que ese sentimiento de injusticias y desigualdades se fue acumulando y de repente reventó sobrepasando todos los controles normales de la institucionalidad.
¿En su trayectoria habían experimentado antes un acontecimientos como este?
-Yo no. No soy tan joven ni viejo, pero es primera vez que veo algo tan masivo, con la connotación internacional que ha tenido.
¿Cuál es el llamado de la iglesia ante esta situación?
-La iglesia ha hecho bastantes declaraciones, tanto del episcopado a nivel nacional, como cada obispo en su lugar, siempre haciendo un llamado a la unidad, de evitar trabajar por intereses particulares o partidistas, y buscar el bien común del país, y eso implica ir allanando todo lo relacionado con desigualdad, e ir buscando soluciones, pero siempre de cara al futuro para el bien de todos y sin exacerbar los ánimos.
Descontento acumulado
Monseñor Ignacio Ducasse comparte una tesis postulada por muchos: las revueltas y protestas en Chile iban a ocurrir en algún momento, y ese momento ya se dio.
En su opinión, ¿por qué estalla todo este descontento, teniendo en cuenta que el alza de los $30 del Metro solo vino a ser la chispa que reventó todo?
-Creo que esto se ha venido gestando hace bastante tiempo. La desigualdad es muy importante y esto no solo se expresa en lo económico, sino también en lo que tiene que ver con la inversión de la infraestructura pública, con espacios mejores que otros.
Los sueldos también son muy desiguales. Entonces todo eso va despertando un malestar que de repente revienta y que ahora ha reventado de una forma poco controlada y con mucha violencia también.
A la mayoría de la gente le complica y lo ve como negativo, pero así se dio y hay que ver cómo se maneja este malestar y rabia existente de la mejor forma posible, pero en función de sacarle provecho para el futuro y aprender esta lección.
¿De qué forma vislumbra alguna solución a todo este conflicto?
-Creo que por una parte, a nivel de voces, se dice que todos han escuchado el grito de la gente y el malestar que hay. Ahora lo importante es saber cómo eso se pasa a decisiones concretas que vayan en función de solucionar los problemas que están detrás. Cómo trabajarlo con soluciones concretas a corto, mediano y largo plazo.
Hay un gran hastío no solo contra el Gobierno, sino contra todas los estamentos que históricamente han sido pilar de la idiosincrasia nacional, entre esos la Iglesia, que previo a estas manifestaciones ya venía enfrentando el desprestigio principalmente generado por los casos de abuso de menores y encubrimientos de los mismos. ¿De qué manera la iglesia podría ahora ser una voz que contribuya a una solución a este clima?
-Creo que hay que ir objetivando cosas. Hay un sentimiento muy contrario en todas las direcciones. Creo que hay que sentarse y discernir qué es lo bueno que va ofreciendo cada institución y qué se debe ir corrigiendo.
Ahora, quienes están afuera de las instituciones deben preguntarse cómo colaborar y no solo atacar, porque debe existir una colaboración permanente de todos con todos.
La única forma de sacar adelante un país es que todos rememos en la misma dirección y eso significa ir dejando de lado intereses personales para ver el objetivo común, que es el horizonte.
Creo que para ir redondeando, tenemos que todos ponernos la camiseta del país, no perder las esperanzas, creer que podemos solucionar los problemas y no de forma arrogante, sino que cada uno desde su corazón y área también reconocer los errores. Pero también corregir para un futuro más prospero para todos.
"Hay un sentimiento muy contrario en todas las direcciones. Creo que hay que sentarse y discernir qué es lo bueno que va ofreciendo cada institución y qué debe ir corrigiendo".